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Crítica: Madre amadísima


25/7/17


Por Guadalupe Farina


Aunque Madre amadísima, del español Santiago Escalante, nació como texto teatral, conoció la gloria como guión cinematográfico cuando la cineasta Pilar Távora lo rodó como película y, en 2011, obtuvo 22 candidaturas para los Premios Goya. Si bien el cine de España no suele ser justamente el más taquillero en este país, la cinta pudo ser disfrutada por los cinéfilos en algunas salas argentinas. Cómo crear, entonces, una puesta que se distancie de lo pregnante de la película es el desafío del director Daniel Cinelli, desafío del que sale airoso.

Se agradece el escenario despojado, sólo habitado por una mesa, una silla y, por sobre todo, la Virgen morena, que como aquellas marionetas que usaba en su teatro el polaco Tadeusz Kantor, termina convirtiéndose en un “personaje” más a partir de la relación que el actor Oscar Giménez establece con ella.

Giménez interpreta a Alfredito, una “mariquita de pueblo” que ronda los 50 años y que nació y vivió toda su vida en un poblado rural de Andalucía. Su madre sumisa, el padre golpeador, el descubrimiento de la sexualidad de la mano de Javi, el poder de la Iglesia, la “mili” y el ser gay en los tiempos del Generalísimo Franco son los ejes de la exquisita dramaturgia de Escalante.

Para condensar todo eso en un monólogo se escinde el tiempo de la historia –que pasa a ser el tiempo de lo narrado- del tiempo de la acción. En el juego de ambas temporalidades se luce Giménez, quien durante la hora y media que dura la obra sólo desarrolla dos acciones primordiales: contar su historia y vestir a la Virgen. Mientras la engalana para la procesión, le revela todos sus recuerdos.

Tarea titánica para el actor el mantener la atención de los espectadores tan sólo contando. Claro que para ello el texto mismo y la dirección apelan a algunos recursos: el humor que aflora en muchos de los parlamentos y el estereotipo del homosexual como “loca”, tantas veces visto en la TV vernácula, del que se vale el protagonista para construir su personaje, alejándolo del Alfredito de la película.


Como sea, la atención y la tensión se mantienen. Se crea una comunión entre el actor y los espectadores en la que el primero genera con precisión y emoción las imágenes de lo que está relatando para que el público pueda fácilmente ver esas mismas imágenes a través de sus ojos.

Giménez cobra gran fuerza dramática cuando interpreta a los otros personajes, los del tiempo de lo narrado: la madre, Javi, sus amigos, el padre, el cura. Tanta fuerza cobra que, perfectamente, se podría prescindir de las voces grabadas que aparecen al final.

El humor, la emoción, el drama y las referencias a la actualidad política de España, que perfectamente podrían ser también de la Argentina, se entretejen para hacer de Madre amadísima un monólogo que vale la pena no perderse.


Madre amadísima se presenta todos los domingos a las 21 hs. en el Teatro Buenos Aires (Rodríguez Peña 411- CABA)

Ficha técnica
Dramaturgia: Santiago Escalante
Actor: Oscar Giménez
Voces en Off: Santiago Escalante, Pepa Luna
Vestuario: Paula Molina
Operación de luces: Matías Canony, Mario Gómez
Operación de sonido: Alejandro Piar
Fotografía: David Rosso
Prensa: Alfredo Monserrat
Dirección y puesta en escena: Daniel Cinelli


 

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