CINE: Crítica de «BOOKSMART La noche de las nerds»

Por Damián Aspeleiter

Olivia Wilde decidió presentar en su debut como directora de largometrajes una comedia, pues si, una simple comedia bien contada y bien actuada que narra una historia, nos cuenta algo; Booksmart no es un ejercicio de estilo ni un ensayo sobre una visión existencialista, seudo filosófica de la vida o la realidad. Olivia Wilde nos presenta una historia sencilla que al final de cuentas es mucho más efectiva que todos los ensayos pretendidamente intelectuales que suelen realizar los directores debutantes y por que no, algunos directores experimentados también.

En Booksmart (me niego a llamarla con el horrible nombre que eligieron ponerle en Argentina: “la noche de las Nerd”, aunque es peor como han elegido nombrarla en España “súper empollonas”) nos cuenta el ultimo día en la escuela de Amy y Molly quienes son dos chicas aplicadas: no son nerds, no son dos chicas con escasas habilidades sociales ni personas temerosas de su sexualidad ni tabúes con respecto a eso, tampoco son los típicos adolescentes, de película estadounidense, que están obsesionadas con el sexo y dejar de ser vírgenes. Desde el comienzo de la película entendemos que ellas tienen asumida una excesiva responsabilidad con respecto a sus obligaciones estudiantiles. se plantean y ambicionan un futuro profesional exitoso para ellas mismas y tienen bien claro cual es la forma de lograrlo, tal vez en un país como Argentina, en el cual se desdeña la educación y en el cual nunca se puede estar seguro de que sucederá con la economía la semana próxima esta forma de planificar el futuro parece una utopía pero al parecer en países del primer mundo es la fórmula del éxito.

El conflicto se presenta para Molly a pocos minutos de iniciada la película: sus compañeros, aquellos a los que ambas protagonistas subestiman por no tener la misma dedicación a los estudios han logrado llegar a universidades de igual o más prestigio que a las que Amy y Molly accedieron, este hecho lleva la revelación de que si bien la escuela es importante hay otras cosas, otras experiencias igual de importantes; experiencias a las cuales ambas han renunciado . En realidad el problema es tal para Molly, la más competitiva de ambas quien ante esta revelación decide arrastrar a Amy a una noche de fiesta, su primer noche de fiesta, en la cual ambas deben intentar vivir, por una vez la experiencia de ser adolescentes en la escuela, porque como dice uno de sus compañeros Molly actua como una mujer de cuarenta pero sin la experiencia de una mujer de cuarenta.

La cosa va sobre los preconceptos porque lo que ilustran los personajes de Kaytiln Dever(Amy) y Beanie Feldstein(Molly) son sumamente prejuiciosos y alguna manera representan al progresista promedio que suele pensar que las ideas diferentes a su progresismo son inferiores y menos desarrolladas. Esos prejuicios de las protagonistas las impulsan a subestimar a aquellos que son diferentes pero de una manera pasivo agresiva. Las protagonistas no son las típicas bully de película americana pero su forma de expresarse es más que nada la de bully. Es para destacar que no hay bullying en la película, un cliché típico de las películas sobre adolescentes provenientes de Estados Unidos. Las guionistas de alguna manera dan vuelta la típica historia de jóvenes marginales que atraviesan su experiencia de la secundaria sufriendo los maltratos de los “populares” que trasladan esta aversión y maltrato a su séquito y la mayoría general, es de destacar que en el único momento en el que escuchamos comentarios hirientes hacia otra persona es Molly quien los hace al referirse a una de sus compañeras.

En Booksmart se dibuja a un grupo de adolescentes centennials que aceptan las diferencias, conviven con ellas y tratan de asimilarlas. No hay un Stifler o Jim, clásicos estereotipos creados por American Pie, los extremos del espectro social creado para el status quo estudiantil de las películas de este genero. En esta película lo más parecido a un personaje clásico del género es Jared (Skyler gisondo) a quien se lo puede emparentar con Fogel (Mc’ lovin) de Superbad (2007). Es decir entre los clásicos del género, si esa denominación corresponde; como Breakfast club, last american virgin, american pie y súper bad hay un abismo generacional que describe a unos jóvenes con otras necesidades e intereses. El único emparentamiento que se puede hacer es entre la temática encarada y un personaje de Superbad, la más cercana en el tiempo de este tipo de películas ya que aquella es un icono millennial.

La gran diferencia entre Booksmart y los clásicos del género: la más obvia está en las protagonista, si es obvio son mujeres y eso en una película imbuida en el espíritu de su época es un gran acierto porque al parecer los cineastas se han olvidados de la mujer en la comedia , por lo menos durante gran parte de la historia del cine y sobre todo se han olvidados de las adolescentes. La adolescente en la comedia solía ser e aquel ser hipersexualisado que era objeto de deseo del protagonista, la espectadora y acompañe silenciosa de las aventuras de su novio o la chica que aparecía de vez en cuando para la cortar la diversión de los varones al mismo tiempo que era el objeto de burla. Sería un error decir que esta es Superbad con mujeres ya que solo podemos encontrar coincidencias en la temática pero en su forma de narrar, en la y en la forma de construir a los personajes tiene méritos propios.

Las actuaciones son más que acertadas, con personajes logrados en todas sus líneas: desde los actores experimentados que hacen e pequeñas participaciones como Lisa kudrow y Jasón Sudekis y los actores mas jóvenes que llevan la carga de la película tanto las protagonistas Kaytiln Dever y Beanie Feldstein como secundarios Skyler Guisondo y Billie Lourd aportan mucho con sus actuaciones, siendo ellos los ejes de la comedia en más de una pasaje no tienen altibajos y son destacables por lo bien caracterizados que están.

Olivia Wilde realiza una narración fluida, que nunca cae en pozos, que elige siempre contar algo y no usar golpes bajos ¿cómo es esto de contar siempre algo y no dar golpes bajos? Pues bien en una escena en la que los personajes discuten la directora elige poner el dialogo en segundo plano, poner la música el primer plano y al mismo tiempo mostrarnos como sus compañeros toman sus celulares y graban la situación. Solo con esa escena la directora eligió no hacernos participes de la discusión de las protagonistas, no humillar a los personajes desnudando sus miserias e ilustrarnos lo que es una característica de e la generación centennial: registrarlo todo, aunque sea incomodo. Es decir la directora decide darle dinámica a su película sin interrumpir la narración decide contar algo y no gastar tiempo en planos intrascendentes o diálogos inconducentes.

Booksmart es un buen retrato de la generación centennial, que no exagera en el drama ni banaliza sus conflictos, simplemente los expone de una manera mas que acertada.

9 de 10


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