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CINE: Crítica de “EL CAMINO: UNA PELÍCULA DE BREAKING BAD” – Atisbo de un Western pasivo.

Por Lucas Manuel Rodriguez

A seis años de ‘Felina’ (el desenlace de la serie ‘Breaking Bad’), el creador Vince Gilligan retoma la escritura y la dirección para abrir una tangente sobre la -hasta ahora- inconclusa senda de quien fuera el más distinguido pupilo de Walter “Heisenberg” White (Bryan Cranston): Jesse Pinkman, interpretado nuevamente por Aaron Paul.

‘El Camino: Una película de Breaking Bad’ como propuesta, y a la vista de los usuarios de Netflix desde la madrugada del 11 de octubre, se presta para las muy trilladas impresiones de los mayores amantes de la originalidad, y posiblemente de la serie (“¿es necesario volver?”; “¿tiene sentido?”), y la verdad que no hacía falta echarle más sal al final que ya conocíamos. Aunque lo mismo podríamos decir del personaje de Saul Goodman (Bob Odenkirk), puesto que es un personaje secundario perfecto, pero ese desprendimiento que Gilligan y su equipo parieron con el nombre de ‘Better Call Saul” no para de entusiasmar a sus más fieles seguidores a medida que se estrena cada nueva entrega. Dicho esto, también sabemos que el “spin-off” del abogado del Rey de la metanfetamina se encuentra en plena exploración de su primer año sabático, lo cual le dio pie a los realizadores para dedicarse a otro proyecto paralelo, solo que esta vez en formato cinematográfico en sustitución del serial, que hasta ahora era el único que conocíamos por parte de ellos (descontando alguna que otra parodia breve).

Entonces, ¿qué línea de tiempo necesitamos tener más presente al momento de ver la película?. Casi retórica, pero es una pregunta muy pertinente, siendo que no tenemos muy claro cuál es el futuro más reciente dentro de este microuniverso conformado por las dos series y el film en cuestión. El dilema surge, por supuesto, por los segmentos en blanco y negro que dan inicio a cada temporada de Goodman. Con tener frescos los últimos episodios de ‘Breaking Bad’ es más que suficiente, si bien ‘El Camino…’ se da el lujo de depositar ciertos chivos ligados particularmente con el devenir de Pinkman a lo largo de la serie.

Como era de esperarse, se emplea el recurso del “flashback” para rememorarnos algunos vínculos con personajes del pasado, pero es fundamental señalar que no recae ante el mero servicio de la nostalgia. Por un lado, funcionan como recordatorio para los fans menos acérrimos; Por el otro, y esto es más enriquecedor aún, se usan para abrir nuevas alternativas dentro de la narrativa propia de esta película, sin la necesidad de socorrerse constantemente con hilos argumentales planteados en temporadas anteriores. En otras palabras, utilizan la herramienta mencionada, esencialmente (mas no en su totalidad) para avanzar la trama, en vez de alivianar las reminiscencias.

Es casi como si estuviéramos viendo que pasó con el personaje de Schofield Kid después de despedirse de William Munny, justo antes de ese clímax de ‘Los Imperdonables’ (1992) que representa la despedida de Clint Eastwood para y con el género Western. Claramente preferimos contemplar una y otra vez el final de la obra que nos enamoró por sus componentes épicos, pero tenemos la fortuna de que nos contaron una nueva historia bien emparentada con el discurso, la estética y la narrativa enérgica con las que nos tenían prendidos.

Más allá de toda leyenda negra sobre los roces entre Cranston y Paul -porque el primero recibió muchísima más atención que el segundo durante los últimos episodios-, ‘El Camino: Una película de Breaking Bad’ ofrece una historia nueva para un personaje querido que lo merecía. En sintonía con este mundo que tanto nos cautiva, no necesariamente tan asfixiante como los pilares de sus series hermanas, aunque tampoco es una etapa de transición lábil. Otra figura para el álbum, la cual, obviamente y por sobre todo, suma al añadirla.

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