CINE: Crítica de «La Casa de Wannsee»

Por Damián Aspeleiter

“Tomemos el té con la tía mientras vemos viejas fotos”

Poli Martínez Kaplun nos presenta un documental que nace desde una duda legítima que se le plantea a partir de una decisión de su hijo: realizar su  Bar Mitzvah a pesar de que su familia no practica la religión Judía. La directora a partir de ese momento comienza  a indagar sobre su pasado judío y el momento en que su familia rompió con la práctica religiosa.

La película indaga sobre la historia de una familia de clase media acomodada de Argentina  y sus vínculos históricos, los viajes, el exilio, el despojo y la persecución. La película se documenta con testimonios a familiares, viejas fotos y el aporte de personas involucradas con la historia familiar sin indagar más allá del núcleo y la propia historia, a pesar de estar vinculada con la historia en general. El punto más alto y más interesante del documental es la historia sobre el viaje de la familia en búsqueda de su lugar en el mundo, quedando muy abajo el motivo del documental, es decir, la búsqueda del vínculo judaico y la lucha por recuperar la casa que da título a la película. Tal vez esa pérdida de interés hacia esta parte de la historia se debe al cierre de la investigación en los vínculos familiares sin extenderse a expertos e intelectuales vinculados con la investigación histórica.

 Esta es la historia de una familia judía que debió abandonar la Alemania nazi, a la cual un nazi les arrebató su hogar, cuya casa no pudo ser recuperada ya que durante la guerra fría fue ocupada por el ejercito de Alemania Del Este porque se encontraba de ese lado del muro de Berlín; también es la historia de una familia que debió negar sus vínculos religiosos y culturales por razones que los protagonistas se niegan a indagar. Es la historia de una familia que debió recorrer el mundo hasta encontrar su lugar en el mundo, para re construir su historia.

Existe una corriente de investigación histórica, nacida en Italia,  llamada microhistoria que se expandió por Europa y después a EEUU, esta corriente rompió con la tradicional forma de hacer historia de hasta ese momento, es decir estudiar la historia desde lo macro y los grandes acontecimientos. El objetivo fundamental de la microhistoria es estudiar los problemas históricos que hasta entonces eran no observados desde un punto de vista general, aunque con una visión microscópica. 

Se pretende que desde el punto de vista micro de un individuo o un grupo de individuos narrar un acontecimiento en particular y relacionarlo con el contexto general. Lo que trata de hacer la microhistoria es estudiar aquellos temas de la historio-grafía que habían sido dejado de lado o  ignorados hasta el momento: historias familiares, historias sobre cambios en el modo de producción y sobre todo las consecuencias que tienen los grandes procesos sobre lo particular. 

La microhistoria cuenta desde un punto de vista local o mínimo para poder después llegar a hacer un estudio más global partiendo de los pequeños estudios locales en la cual se pretende contar una historia universal. La Microhistoria es una suerte de “pinta tu aldea y pintaras el mundo”. En la construcción de la microhistoria debe existir un relato que por un lado muestre un postura particular y por el otro establezca un vinculo con la historia universal, debe haber un nexo con el contexto.

Poli Martínez Kaplun cumple con el relato pero falla en realizar el vínculo con la historia  ya que lo reduce a un núcleo que al parecer no se vincula con la historia de cada lugar en el cual la familia pretende establecerse. El contexto se queda muy fuera del relato a pesar de que es este contexto histórico la causa del derrotero familiar, si bien existe una referencia a los procesos históricos, estas son escuetas y solo aportan como dato de color.

Es una decisión de la directora arrancar con una premisa muy interesante, la de contar una historia que no solo es de su familia, que es la de muchos pero también es decisión de la directora reducir esa historia a su familia, no establecer vínculos con el contexto y la historia en general y concluirla en una reunión con los tíos mientras se toma te masitas y se discuten viejos conflictos familiares.  Esta decisión de la directora convierte al conflicto planteado en intrascendente.

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