Por Marcelo Cafferata
En esta nueva receta tenemos como ingredientes a su director, Brian Kirk, quien proviene del mundo de las series y ha dirigido capítulos de importantes producciones como “Game of Thrones” “Penny Dreadful” “Boardwalk Empire” o “Los Tudor” y en este debut en la pantalla grande, trae consigo todas las mañas, los tips, los tics y los lugares comunes de cualquier buen producto televisivo. Pero cualquier espectador con el ojo más o menos entrenado, sabe claramente que no todo tiene ni debe tener el mismo formato.
Otro ingrediente indispensable para la receta de una peli pochoclera que intenta ganarse un lugar en la taquilla es un figura convocante al frente del elenco. En este caso aparece Chadwick Boseman, quien enarbola como (único) talento, haber surgido de una de las sagas más convocantes de la pantalla grande de los últimos tiempos habiendo participado de “Capitán América: Civil War” “Avengers: Infinity War” “Avengers: End Game” y fundamentalmente su protagónico en “Pantera Negra” que lo ha posicionado dentro de Hollywood como uno de las estrellas afroamericanas del momento.
Para completar el rubro actoral, en esta receta nunca está demás convocar a un par de actores que hayan tenido alguna trayectoria sostenida para poder hacer un poco de fuerza desde los roles secundarios. Es así como estarán presentes dentro del elenco haciendo su trabajo lo más prolijamente posible, Sienna Miller (de “Burnt – Una buena receta” “El francotirador” de Eastwood o la todavía inédita en nuestro país “American Woman”), el musculoso Taylor Kitsch y el gran J.K. Simmons que puede jugar un papel sencillo como el que le toca en suerte o conmovernos con trabajos como el inolvidable profesor en “Whiplash” o en “Juno”.
La tercera pata para este tipo de productos es un guion electrizante, con mucho ritmo y que logre generar una tensión necesaria como para que atrape al espectador. Y más allá de la impersonal dirección de Kirk, aquí es donde “NUEVA YORK SIN SALIDA” empieza a hacer agua: no sólo en el guion sino sencillamente en el concepto de su historia.
Con sólo contar brevemente la idea del relato, cualquier espectador medianamente entrenado puede darse cuenta que es un formato que hemos visto miles de veces. En este caso Ray y Michael (el propio Kitsch junto a Stephan James) quieren traficar 30 kilos de cocaína pero cuando lleguen al punto de encuentro que le habían propuesto, descubrirán –con la debida sorpresa- que no son 30 sino 300 kilos de cocaína sin cortar.
El problema se plantea cuando un grupo de policías llega a la escena y entrando en pánico, los delincuentes matan a ocho policías.
Esa será la oportunidad para que un policía (Boseman) que necesita de una gran oportunidad para redimir su pasado –el tótem de los lugares comunes- y una experta en narcocrímenes (Miller) atrapen a los delincuentes esgrimiendo un plan que cualquiera sabe que es casi imposible de sostener pero que es ejecutado con precisión y diligencia: cerrar todos los puentes de entrada y salida a Nueva York de forma tal que los culpables se encuentren atrapados en los poco menos de 60 km2 de superficie con los que cuenta la isla de Manhattan, que son nada más y nada menos que los “21 Bridges” de los que habla el título original del filme.
Nada puede salir del todo bien con un guion que es sumamente predecible, que apela a todos los lugares comunes, que se reitera a si mismo y que pretende sostener algunas pretensiones sobre la ética y la corrupción policial, las segundas oportunidades y el tema del racismo instalado en todos los sectores de la sociedad, en medio de situaciones que no tienen ni la menor pizca de creatividad ni aportan ni un sola escena novedosa.
Pero así y todo, la receta está servida y “NUEVA YORK SIN SALIDA” es uno de estos productos que Hollywood fabrica a granel, estas propuestas de un cine liviano para pasar un rato entretenido y olvidarlo rápidamente a la salida, apenas se nos cruce cualquier otra idea por la cabeza.
5 de 10
Basta de cine Basura!
Buena critica