CINE: Reseña de «Capitán América, un nuevo mundo»

Por Damián Aspeleiter


Entre las cosas que he escuchado hasta el cansancio y que realmente me agotan desde su enunciación está el supuesto agotamiento de los superhéroes, lo cual creo que no existe. Esto se debe a que, básicamente, es una crítica enunciada por quienes, desde el principio, rechazan la idea de ver una película de superhéroes antes siquiera de sentarse a verla.

En el caso de las malas películas de este género, se puede decir que hay cientos de películas sobre atracos, buenas o malas, pero nadie afirma que haya un agotamiento del «género de atracos». Lo que se dice es: «Esta película sobre un atraco es mala», sin involucrar al género en sí.

Hay personas a quienes las películas de superhéroes les parecen malas por el solo hecho de existir, y hay películas de superhéroes que realmente son malas. Sin embargo, también hay quienes permiten más incoherencias o inverosimilitud en un drama o un musical que en una historia de superhéroes.

En realidad, el género de superhéroes no está agotado; simplemente, la acumulación de películas malas ha saturado el mercado. Aunque estas películas existen y son varias, siguen siendo una minoría en comparación con la cantidad total de películas producidas. Incluso si se considera el universo Sony de los enemigos de Spider-Man, las películas malas de superhéroes siguen siendo una proporción pequeña del total.

«Capitán América: Brave New World» es una película que, desde el prejuicio, podría considerarse innecesaria, pero de alguna manera se las arregla para conectarse con varias películas del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), dándole cierre a ciertos asuntos que, si bien no eran urgentes, sí necesitaban respuesta.

Más de un fan del UCM se debe haber preguntado en más de una ocasión cuál era la autoridad moral de Thaddeus Ross para cuestionar a los héroes en Capitán América: Civil War (2016, Joe y Anthony Russo), ya que él mismo fue responsable de la destrucción ocasionada por Abominación y Hulk en Harlem durante El Increíble Hulk (2008, Louis Leterrier). En esta película se responden las consecuencias que Ross enfrentó y lo que tuvo que hacer para llegar a la presidencia.

Por otro lado, la película se relaciona con Avengers: Endgame (Joe y Anthony Russo, 2019), Viuda Negra (Cate Shortland, 2021), The Eternals y la serie Falcon y el Soldado de Invierno (2021).

Es decir, es una película que se sacude la etiqueta de «innecesaria» al responder muchas preguntas planteadas a lo largo de los veinte años de Marvel en el cine, al mismo tiempo que aborda la pregunta principal: ¿está Sam Wilson a la altura de Steve Rogers? La respuesta es sí.

Sam Wilson se presenta en esta película como un héroe independiente que, si bien colabora con el gobierno, no trabaja para él. En las primeras escenas, debe recuperar una cápsula robada en Japón por un grupo de mercenarios, cuyo contenido podría causar un conflicto geopolítico. El presidente Ross necesita esa cápsula para demostrar buena voluntad y sellar un acuerdo con Japón para explotar la isla creada por el celestial Tiamut en The Eternals (Chloé Zhao, 2021).

A partir de ahí, la película se convierte en un thriller conspirativo en el que un villano en las sombras manipula los eventos para concretar una venganza personal.

Julius Onah logra presentar una película dinámica, con mucha acción. Si bien no logra imprimirle una personalidad propia, se nota que intenta emular el estilo de Capitán América: El Soldado de Invierno (Joe y Anthony Russo, 2014), aunque salvando las distancias, ya que aquella fue considerada por muchos como la mejor película de superhéroes jamás realizada. Esta, en cambio, es solo una historia que quizás no genere el mismo impacto.

(Es cierto que muchos consideran Batman: El Caballero Oscuro la mejor película de superhéroes, pero su ritmo lento y sus múltiples errores la convierten en una película inferior, que se reduce a la historia de un buen villano y nada más).

Tal vez la mayor crítica a Capitán América: Brave New World tenga que ver con el tercer acto, y no por lo que es, sino por lo que muchos quisieran que fuera. Es decir, por el vicio de esperar que los directores hagan lo que el espectador desea y no lo que ellos decidieron contar.

El tercer acto le da un buen cierre a la historia y funciona como clímax. La queja principal parece ser su duración, pero, de haber sido más largo, habría resultado anticlimático y habría perdido todo sentido.

En Capitán América: Brave New World se trabajan muy bien tanto las escenas de acción como las dramáticas, las cuales están respaldadas por las sólidas actuaciones de Harrison Ford y Anthony Mackie. Mackie logra sostener la película y demostrar que está a la altura del personaje.

Esta cuarta película de Capitán América nos presenta una historia que cierra varios puntos pendientes de otras películas y lo hace con una atmósfera que recuerda los buenos momentos de Marvel en las fases 1, 2 y 3.

Entiendo las diferencias, pero también comprendo que, a veces, lo importante no es el metatexto, sino el texto en sí.

Cuando uno se sienta a ver una película, debe centrarse en ella, no en todo lo que sucede alrededor ni en lo que uno quisiera que fuera. Esta película es una buena experiencia si uno se decide a disfrutarla por lo que es.





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