CINE: Reseña de ‘PRESENCIA’

Por Matías Vitali

Esta película tiene un problema grave de marketing. La nueva apuesta del genial Steven
Soderbergh ni gana ni pierde, precisamente porque se vende como una película de terror y, en
mi caso, no encontré más que un solo momento «inquietante», por así decirlo. ¿Suspenso? Tal
vez, pero presenta un problema de ritmo que lo hace encajar con dificultad en ese género.
¿Drama? Quizás sea el rótulo que mejor la clasifique, pero como drama resulta un poco falto
de desarrollo. Podríamos decir que la cinta es lo que es y que no siempre hay que encasillarla
en un género o estilo. Pero cuando la indefinición no crea una identidad propia ni trabaja
favorablemente sobre las expectativas y las promesas del marketing, uno se queda con la
sensación de no saber muy bien qué vio.

Vamos a tratar de entenderla. La premisa es bastante sencilla: una familia se muda a una
nueva casa en la que habita un fantasma. Bien, hasta ahí podríamos decir «una peli más de
casas embrujadas». Bueno, no. Soderbergh se encarga de darle una vuelta de tuerca que es lo
más interesante de esta obra: la historia está contada desde el punto de vista de la presencia
fantasmal. Con el recurso de narrar a través de una cámara testigo, vemos y oímos lo que el
fantasma percibe. Este aspecto eleva la película a otro nivel y aporta algo verdaderamente
novedoso, aunque desconozco si alguien lo ha intentado previamente. La trama avanza a
medida que conocemos los padecimientos internos de esta familia y cómo la presencia se va
involucrando personalmente con ellos, espiándolos constantemente.

La secuencia inicial es, tal vez, lo mejor de la película. La sensación de angustia, vacío y soledad
que transmite es claustrofóbica. Pero luego empiezan los problemas cuando las propias leyes
de ese universo creado hacen trampa, rompiendo las convenciones que logró instalar en los
primeros veinte minutos. Por ejemplo, en una escena oímos (desde la perspectiva del
fantasma) a un personaje hablar en un volumen muy bajo porque la presencia está en otro
cuarto, pero en la siguiente escena, desde una distancia aún mayor, el espíritu puede escuchar
perfectamente. Se siente como si algunas reglas se usaran arbitrariamente, sin importar si
rompen la lógica interna de la historia.

La cámara testigo por momentos funciona y, por otros, está demasiado estática, «colocada»,
disponiendo a los personajes de manera «teatral», muy a favor de que todo sea observado con
claridad por el espectador. La composición de los planos no se la juega del todo en ese sentido.
Tal vez habría sido más interesante que a la presencia le resultara más difícil ser un voyeur de
todo, que no tuviera una vista privilegiada, que se viera obligada a espiar a través de un objeto
o un mueble (como en las escenas del clóset), desde más lejos o más cerca, desde abajo o
desde arriba, pero no desde donde uno colocaría la cámara en una película convencional.
En la trama quedan demasiados temas sin desarrollar y, aunque su ingenioso final le da un
poco de sentido a todo, queda la sensación de que faltaron más pistas para lograr un efecto
realmente impactante.

Ese giro final sí deja encajando las piezas, y eso es interesante. Te hace pensar en alternativas o explicaciones y es hasta divertido, pero la respuesta a la que uno llega es muy propia, no está del todo fundamentada en las pistas sembradas a lo largo del filme.

Para que un giro tenga sentido y fuerza, debemos sentir que estuvo todo el tiempo ahí y que
simplemente no fuimos capaces de verlo. Aquí, en cambio, pareciera que, una vez más, hay
pequeñas trampas que van saboteando la película.

Las actuaciones están muy bien, a excepción del «villano». Lucy Liu definitivamente destaca,
sobre todo en su desenlace, resuelto como solo una buena actriz podría hacerlo. Lo recordaré

durante mucho tiempo. La música es hermosa y ayuda a construir momentos muy estéticos y
disfrutables. También colabora en generar cierto clímax hacia el tramo final, dado que el guion
queda un poco pobre en ese sentido. Las piezas estaban servidas para explotar algunas
secuencias, ir más a fondo en lo que estaba ocurriendo o desarrollar algún momento de
verdadera acción, suspenso o terror. Pero no, la película queda a medio camino.

En definitiva, me encontré ante una película que parece buena y no creo que sea mala, pero
que no termina de cerrar. Me fue imposible clasificarla dentro de un género, aunque aporta un
nuevo sentido a la típica historia de casas embrujadas. Sin embargo, se traiciona a sí misma,
con climas muy bien logrados y otros totalmente desaprovechados.

Recomiendo, no obstante, verla. Como dije, no es un material cerrado y puede funcionarle
muy bien a otra persona. Yo la disfruté a pesar de todo: a pesar de sus constantes cortes a
negro y su ritmo interrumpido, a pesar de que logra aburrir en su segundo acto, a pesar de un
marketing que le juega en contra, etc. A pesar de estos detalles, la dirige Soderbergh. Y eso se
nota.

Tambien te puede interesar

Leave a reply

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí