Especial 30° aniversario de «TWIN PEAKS»

Fuego que caminamos en las cosas

Por Lucas Manuel Rodriguez
Ilustraciones: Cortesía Geo Law (getaloadageo.co.uk)

El festejo de los treinta años se debe a que un 8 de abril, pero de 1990, la cadena televisiva estadounidense American Broadcasting Company (ABC) estrenó lo que siempre fue conocido como el episodio piloto de la serie ‘Twin Peaks’ -o ‘Picos Gemelos’, como se la tradujo en el doblaje latinoamericano-; en el mismo, durante sus primeros minutos, el cadáver de la joven Laura Palmer (encarnada por Sheryl Lee) aparecía envuelto en plástico a orillas del lago cercano a la cabaña de Catherine y Pete Martell (Piper Laurie y Jack Nance, respectivamente), localizado en esa imaginaria ciudad, perteneciente al estado de Washington, que da título a la obra.

Es sabido que el asesinato de Palmer es un caso de índole Federal y presenta la particularidad de haberse cometido en una región con índices bajos –o nulos- de homicidios, por lo que el F.B.I. se lo asigna a su adquisición más cordial, el detective especialista en la técnica deductiva del método tibetano y protagonista principal del relato: el agente especial Dale Cooper (interpretado por el magnífico Kyle MacLachlan).

Como bien sostienen los principales realizadores de ‘Twin Peaks’, el disparador de esta historia es, por definición, un catalizador narrativo o -puesto en términos de Alfred Hitchcock- un “McGuffin”, un pretexto que es irrisorio, y a la vez pretende y logra darle rumbo a una fábula o fabulas en particular. Dicho pretexto es, nadie más y nadie menos que, Laura Palmer. Es a partir de ella que transitamos por diversas historias que se convierten en el verdadero tesoro de esta serie: los personajes, sus vínculos retorcidos y los paisajes que los envuelven.

A estas alturas cabe preguntarnos, ¿Quién creó ‘Twin Peaks’?; ¿Es una labor absoluta de David Lynch, a quien mayormente se la solemos adjudicar, o hay más de un implicado clave?

Ciertamente, Lynch no es el único responsable, aunque sí sucedió que durante la post-producción de ‘Terciopelo Azul’ (‘Blue Velvet’, 1986) le comentó a su amigo y montajista Duwayne Dunham que quería llevar algo similar a los resultados del film en cuestión al cine. A todo esto, ‘Terciopelo Azul’ resulta una película bisagra en la filmografía del director, quien venía de hacer dos trabajos auto pronunciados como devotos al surrealismo (‘Eraserhead’ y ‘El Hombre Elefante’) y una codiciada adaptación de la novela ‘Dune’ de Frank Herbert, que desde tiempos inmemoriales se la suele catalogar como una hija bastarda dentro de sus realizaciones, no sin contar con un círculo particular de defensores, por supuesto.

‘Terciopelo Azul’ es un film de adolescentes que se convierten en detectives por accidente. Su protagonista es representado por el mismo Kyle MacLachlan –como lo había sido en ‘Dune’, en la piel de Paul Atreides-, y lo acompañan leyendas como Isabella Rossellini, Dennis Hopper y una joven –pero para nada novata- Laura Dern. No se aleja para nada del tono, ni de las obsesiones de los trabajos previos y posteriores de Lynch, pero se destaca en su incorporación más asumida de elementos propios de la serie negra en el género policial criminal, combinada con la estética sobre infidelidades amorosas, aquella que en tiempos más remotos la hubiera abordado Peter Bogdanovich y los hermanos Coen en la opera prima ‘Simplemente Sangre’ (‘Blood Simple’).

Así, poco antes de iniciar el rodaje de ‘Corazón Salvaje’ (‘Wild At Heart’), David Lynch se juntó con Mark Frost, uno de los guionistas más frecuentes de ese gran drama policial televisivo que fue ‘El Precio del Deber’ (‘Hill Street Blues’), para redactar el libreto de lo que sería una –hoy no tan precisamente- prueba de concepto de este gran anhelo de Lynch.

El resultado devino en dos partes: El piloto de hora y media que todos conocemos, el cual fue exhibido en universidades y escuelas de cine en forma de película; y un piloto alternativo de casi dos horas, que fue presentado exclusivamente en europa. Este último se divulgó en el mercado recién en 2014, con el lanzamiento del blu ray titulado ‘Twin Peaks – The Entire Mystery’. La extensión con respecto al primero se debe al añadido de escenas que implican al actor Frank Silva, esas que se verían de manera fragmentada en el sueño de Cooper del tercer episodio (o episodio dos, si descontamos el piloto), y terminaba con el baile del enano en las cortinas rojas, como lo veríamos, también, en el ya mencionado episodio.

El piloto en cuestión llamó la atención de la ABC y en un lapso relativamente breve contactaron a Frost y Lynch y obtuvieron los derechos de exhibición, con un contrato que terminaría por serializar el contenido en una primera temporada que se extendería a siete episodios (aparte del piloto).



El equipo de pre-producción incorporó a dos guionistas más de cabecera, Harley Peyton y Robert Engels. El cuarteto de escritores mantenía en secreto los guiones hasta los días de filmación para mantener en máximo misterio las eventualidades sobre la investigación del asesinato, esa que David Lynch bautizó como la “gallina de los huevos de oro”.

Durante la primera temporada se invirtieron siete días de rodaje por cada una de las correspondientes siete entregas. Claro que los paisajes eran filmados en exteriores, pero la mayoría del metraje contaba con interiores rodados en una bodega en Venice, California. Se trataba de una enorme instalación repleta de sets con memorables decorados de la mano del diseñador de producción Richard Hoover y el director artístico Mike Okowita.

En otro orden de cosas, y en estos siete episodios, Frank Byers reemplazó a Ron García como Director de Fotografía. Este se las ingeniaba con una cámara por escena, cuando lo común en el formato televisivo era usar dos o más por escenario, en beneficio de una lógica de planos y contraplanos anticinematográficos que ayudan únicamente a acelerar el proceso de rodaje y no a nutrir los rasgos artísticos.

A su vez, Byers tenía que arreglárselas con un sistema de filmación Arrflex, con lentes Zeiss, cuando el dispositivo más corriente en series de mayor envergadura –como la misma ‘Hill Street Blues’, ‘Miami Vice’ y ‘Crime Story’- el más corriente era el Panavision con lentes Primo Prime. Esta situación ponía en desventaja al aspecto visual de los episodios, pero Byers pudo salir a flote con combinaciones personales de filtros a base de bajos contrastes y mascarillas negras. También se destaca el uso casi total de lentes con grandes angulares en las habitaciones de espacio reducido, una labor que recuerda mucho a la de Barry Sonnenfeld en ‘Educando a Arizona’ (‘Raising Arizona’), otro film de los hermanos Coen.

Sobre la fotografía en plena producción, este DF se había inspirado en ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, de Orson Welles) y las indicaciones de David Lynch. A raíz de este, iluminaba los escenarios desde los suelos, y no de manera cenital, para dar sensación de calidez exterior, pero con interiores perturbados, algo que refleja la situación particular de todos y cada uno de los protagonistas de la serie. Paralelamente, los episodios se rodaban en fílmico cinematográfico, como mencionamos, y durante la post-producción los negativos se transferían a ese formato miniaturizado de la TV que es el Videotape. Es en el intervalo de este proceso, y en los laboratorios de fotografía, que Byers agregaba filtros corales en los rostros del elenco, y así lograba esa cualidad que con el tiempo se convirtió en materia de estudio para cineastas futuros.

En este orden cinéfilo de cosas, cada director y directora de turno que no fuera David Lynch dejaba cierta pauta estética, en su respectivo episodio, para tener en cuenta en un posible futuro para la serie de Dale Cooper, si es que se daba. El gran aporte vino de la mano de Tim Hunter, el director del episodio cuatro, quien inisistió en considerar el cine de Douglas Sirk a la hora de filmar espejos, y el de Otto Preminger para bares y cafeterías. Dicho sea de paso, Hunter también dirigió el noveno episodio de la segunda temporada, aquel que cuenta con la que posiblemente sea una de las muertes más emotivas jamás filmadas en la historia de la televisión, sino del audiovisual en general.

Pasado este proceso de elaboración de la primera temporada, y después de haberse emitido, ‘Twin Peaks’ se catapultó en el público masivo con inmediatez. En su momento, trascendió que Hugh Hefner le puso a su hijo el nombre Cooper, por el agente; el poema ‘Fuego camina conmigo’ de Mike, el manco, como así también el que le dedicó Hawk (Michael Horse) a una novia comenzaban a ser recitados hasta en casamientos. De este último, al guionista Robert Engels le divertía el impacto porque es de las pocas cosas que sobrevivieron del primer borrador que escribió para el episodio cuatro.

La temporada finalizaba con un corte a créditos que pedía una segunda temporada a gritos. El rendimiento comercial ayudo en gran parte a que esto sucediera. La nueva temporada había iniciado como una continuación natural, pero en determinado momento la ABC no paraba de sugerir que el misterio de Laura Palmer debía ser resuelto a la brevedad. Esta decisión, diría David Lynch en conversaciones con el elenco -que se pueden ver en los contenidos extras de la ya destacada colección en blu ray de 2014-, jamás se hubiera tomado voluntariamente, aunque se siente muy orgulloso del resultado de los treinta episodios (piloto incluido) que integran las dos primeras temporadas de la serie.

Si indagan en los audiocomentarios por episodios de los dvds (algo que los blu ray no han recuperado en el caso de ‘Twin Peaks’), muchos del elenco y del equipo técnico coinciden en que, pasado el ya mencionado segundo episodio dirigido por Tim Hunter, la serie comenzó a perder su eje a mediados de la segunda temporada. Justo cuando David Lynch sería desplazado como esa suerte de “showrunner” que siempre fue, y sustituido por Harley Peyton, a quien varios seguidores consideran el gran títere de la ABC.

Bien se sabe que la susodicha cadena había anunciado la cancelación de la serie –a causa de una notable decadencia en las cifras de rating- para el vigésimo segundo episodio de la nueva temporada, no sin antes contratar a Lynch para dirigirlo. Muchos de los más acérrimos seguidores coinciden en que ‘Twin Peaks’ no logró recuperarse de la transición de una búsqueda del tesoro resuelta a un extenso partido de ajedrez entre Cooper y su némesis Windom Earle (Kenneth Welsh).

Al resolver su “McGuffin” original, la serie necesitaba fabricarse uno nuevo. Se suele cuestionar mucho siempre que haya más de uno dentro de un mismo film, cuando en los del maestro Hitchcock llegaban a presentarse hasta más de dos o incluso tres. En el caso de la segunda temporada el problema no era Windom Earl, sino todas las subtramas que lo rodearon, y el hecho de que casi ninguna terminaba de converger en este hilo conductor central. De ahí el desgaste y la desatención por buena parte de su público.

Lynch se ocupó de atar cabos en el –hasta ese entonces- último episodio, pero no sin cederle el paso a un final que ofreciera sus ambigüedades. De forma tal que al año siguiente, convocó a Robert Engels como coguionista, a Ron García -el director de fotografía del episodio piloto-, al compositor neoyorkino Angelo Badalamenti –con quien colaborara desde ‘Terciopelo Azul’, incluyendo a la misma serie en su totalidad- y a su montajista más frecuente, Mary Sweeney, para llevar al cine la película de ‘Twin Peaks’.

‘Twin Peaks – Fuego Camina Conmigo’ (‘Twin Peaks – Fire Walk With Me’, 1992) viene a ser una precuela que por momentos se vuelve secuela, sin perder como centro las vicisitudes de la vida de Laura Palmer, teniendo a dicho personaje como protagonista casi absoluta del film. Sheryl Lee retomó el rol de quien aparecería asesinada en el primer episodio de la serie, como también lo hizo el resto del elenco, salvo una sola gran excepción que no mencionaremos para que se sumen al goce de descubrirla personalmente.

La película se presentó en la 45° entrega del Festival de Cannes, en mayo de 1992, y padeció de una abucheada descomunal por parte del público. En el mismo se distinguía un joven de 29 años que presentaba allí su primer largometraje, uno que se tituló ‘Perros de la calle’ (‘Reservoir Dogs’). El nombre del muchacho es, obviamente, Quentin Tarantino y al salir de la sala aseguró que no tenía ganas de volver a ver un film dirigido por David Lynch nunca más en su vida.

‘Fuego Camina Conmigo’ suele destacarse entre fans del realizador como su segundo peor trabajo, sin superar a ‘Dune’, y al igual que esta, con el tiempo emergieron defensas apasionadas a dicha labor. Quizás su segunda y más notable oleada surgió después de 2014, cuando en el –otra vez mencionado- set de blu ray se incluyeron las escenas eliminadas, o ‘Missing pieces’ de la película. Se trata de un total de hora y media que se pueden ver únicamente separadas de las dos horas y quince minutos que dura el largometraje. Hay cerca de una hora de material del cual Lynch menciona que se arrepiente de no haber incluido en la versión de cine, algo para lo que no se vio inhibido a principios de la década de los 90’s.



22 años después, con dos referentes audiovisuales influenciados por la serie, como ‘El Silencio de los Inocentes’ y ‘Los Expedientes Secretos X’, y tras el anuncio de un revival para enero de 2016 de esta última, la cadena de TV Premium Showtime comunicó que ya había negociado la realización de una tercera temporada de ‘Twin Peaks’. La misma estaría integrada por nueve episodios de una hora, todos dirigidos por David Lynch, con la tutela de Mark Frost, y se estrenaría a finales de 2016.

Semanas después de esta noticia, Lynch declaró por redes sociales que Showtime sí haría el regreso de la serie, pero que no le permitía dirigir ningún episodio. Los directivos de Showtime, confundidos, aseguraban que esto no era cierto y, en paralelo, todas las actrices y los actores que ya habían sido anunciados como reintegrados en el elenco publicaban en sus cuentas videos de ellos mismos comentando qué le faltaría a ‘Twin Peaks’ con la ausencia del director. Uno de los más citados fue el del actor Dana Ashbrook (Bobby Briggs en la serie), que decía: “’Twin Peaks’ sin David Lynch sería como ser un perro que no ladra”.

Pasado este lapsus, en Showtime se dio una nueva reunión con Lynch. Al terminar, este aseguró en las redes: ‘Twin Peaks’ iba a volver, él iba a dirigir todo, pero no lo veríamos en 2016, sino en mayo de 2017 porque ahora serían 18 episodios, en vez de nueve. ‘Twin Peaks – El Regreso’ se emitió por Showtime en tiempo sincronizado con Netflix. Los episodios se estrenaron todos los lunes a las cuatro de la madrugada, desde el 22 de mayo hasta el 3 de septiembre de 2017.

El elenco volvió en su mayoría, David Lynch dirigió, pero los referentes dejaron de provenir del mismo cine, salvo algunas excepciones para nada menores. El mayor referente de este regreso es el mismo Lynch, en particular el que había nacido con el surrealismo de ‘Eraserhead’ y se había reanudado con ‘Lost Highway’, ‘Inland Empire’ y ‘Mulholland Drive’; incluso recurrió a Peter Deming, el director de fotografía de esta última, para el regreso. Claro que no dejó de ser una continuidad de los eventos de la segunda temporada de la serie, y que la presencia de Mark Frost fue para mantener en balance la misma. Aunque, también tiene en amplia consideración a ‘Fuego Camina Conmigo’, para la cual Frost no había participado en absoluto.

En general, el recibimiento de esta tercera temporada fue meritorio. Con un elogio como el de Cahiers du cinema al destacar las 18 horas de duración como ‘la mejor película del año’. Ha habido también fans decepcionados, algo que siempre fue imposible de esquivar por todo artista. Lo cierto se distancia bastante del estilo de esa primera temporada que enamoró al público en general, pero esto no lo señalamos como un defecto.

Creemos que su narrativa rarificada es digna a la hora de hacer confluir una cantidad de subtramas que superan a las de la tan discutida segunda temporada. De la misma manera, logra reanudar un elemento ya aplicado en la película que es el de incorporar celebridades del cine y/o de la cultura pop en roles que en un primer visionado aparentan una carencia de sentido total. Otra vez, nos negamos a mencionar tan solo el nombre de dichas figuras, en beneficio del goce y descubrimiento personal, en caso de quien lea estas líneas no se haya familiarizado con el material.

Concomitantemente, Lynch tenía perfectamente claro que el número de “McGuffins” por crear debería ser superior a lo habitual, no sin antes articular una nueva “gallina de los huevos de oro”. Esa que podría haberse resuelto tranquilamente en los primeros cuatro episodios que se estrenaron en la primera fecha, pero que esperó a su resolución en la decimosexta entrega, declarando su finalidad con cuatro simples palabras: “Yo soy el F.B.I.”.

¿Podrá hacerse una cuarta temporada que le haga compañía al final ambiguo –pero cerrado- de esta tercera? Ganas a David Lynch no le faltan, como ha declarado en más de una oportunidad, por el momento, solo hay iniciativas. A la sazón de las especulaciones, nos queda esperar a que sea como nos indicaba Dale Cooper en la cueva del búho, allá por el año 1991: “no tengo idea de adonde nos lleve esto, pero tengo la sensación definitiva de que será un lugar tan maravilloso como extraño”.

*Permitida la reproducción total o parcial del contenido citando la fuente. ©RevistaMeta2020

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