Marcel Gonnet es el director de «Valdenses» el documental estrenado el jueves 3 de diciembre en la cartelera nacional. Hablamos con él acerca de la monumental tarea de componer siglos de historia en un sólo film.
Me imagino que fue todo un desafío desde lo narrativo abarcar a los Valdenses con 850 años de historia..
Sí, para enfrentarse a una historia de ese tamaño hay que tener un poco de inconsciencia. Siempre recuerdo una frase del escritor cubano Virgilio Piñera: “La montaña tiene mil metros de altura. He decidido comérmela poco a poco”. Siempre es más o menos así, comenzar por alguna parte, y sobre todo usando la intuición para encontrar imágenes, escenas que permitieran relatar determinados nudos históricos, de modo de avanzar junto con el espectador.
Hay algo que atrapa instantáneamente y es la historia de esa película perdida, ¿como llegaste a ella?
Había escuchado o leído al respecto, pero cuando pude viajar por primera vez a Italia, buscando en el archivo valdense pude ver la única copia en video que existía (una versión en VHS, muy mal contrastada) que me permitió tener una primera impresión de qué material teníamos entre manos. Es una película muy bella, y al parecer es la única película que existe de la enorme producción de su director, Nino Martinengo, que trabajaba en la floreciente industria cinematográfica de Turín.
«Valdenses» es un documental muy bello estéticamente, algo que no abunda, ¿cómo fue esa búsqueda y porqué vemos ese juego constante entre reflejos y proyecciones?
Fue una de las propuestas iniciales: siempre había tenido distintas versiones de la historia, por lo que contrastar y comparar había sido una necesidad durante la etapa de investigación. Después empezamos a ver que había imágenes para contar, y que podíamos usar la película muda como una línea narrativa principal, de la que ir desplegando otras líneas relacionadas a otras iconografías. Mi intención era ampliar incluso a la producción de pintores valdenses de diversas épocas, pero eso hubiera implicado abrirnos demasiado. De todos modos, la idea del espejo, que está en una de las frases de la historiadora Bruna Peyrot, me interesó porque la película es un poco lo que me devolvió el espejo a mí como valdense buscando sus orígenes.
¿Qué reacción tuvo el film en espectadores católicos no protestantes?
Aún no lo sé, porque no la he visto con amigos católicos. No creo que haya mucha discusión en relación a las persecuciones y la Inquisición, ya que el mismo Bergoglio ha pedido perdón en el templo Valdense de Turín. Creo que lo más importante está en los debates del final de la película, donde de alguna manera se introducen las posiciones actuales de la Iglesia Valdense. Me parece que ahí hay un terreno interesante para la película, tanto en la discusión con los católicos como con otras denominaciones protestantes. La cuestión de la unión homosexual, el aborto y la eutanasia, especialmente, son temas que las asambleas valdenses discuten desde hace años, cuando en muchas otras iglesias simplemente se bloquean estos debates desde la condena moral.
¿Cual es tu próximo proyecto? ¿Ya estás trabajando en él?
Estos últimos dos años me dediqué a criar a mis mellizos Iván y Aurora, pero siempre hay que tener proyectos caminando, porque son siempre de paso lento. Actualmente trabajo junto al realizador Bernardo Blanco en la recuperación y digitalización de estereoscopías, con vistas a un documental que trabaje con 3D antiguo, con imágenes tomadas con esta técnica antigua de representación tridimensional. Por otro lado, junto a mi esposa Vanessa Teixeira de Oliveira tenemos un proyecto relacionado a la presencia soviética en Brasil, y a los lazos culturales y políticos entre Brasil y Rusia. Desde hace muchos años trabajo lentamente en la biografía de Virgilio Piñera, un gran escritor cubano que pasó muchísimo tiempo en Buenos Aires. Y siempre hay ideas que luchan por pasar de la cabeza al papel, y luego para salir de ahí.
Entrevista: Fer Casals
