TEATRO: Crítica de «Cabaret»

Por Marcelo Cafferata

El teatro LICEO bajo la dirección artística de Alberto Negrín (quien además tiene a su cargo el diseño de la sala y la escenografía) se convierte apenas ingresamos, en el Kit Kat Club, el CABARET más famoso de la historia del espectáculo, inmortalizado más que por la obra de Joe Masteroff, por la versión fílmica del año 1974 con la que Bob Fosse se hizo acreedor de uno de los tantos premios Oscar que ganó la película.

Quizás el recuerdo tan onmipresente de la adaptación cinematográfica de Fosse con los inolvidables Liza Minelli y Joel Grey pese sobre cualquier nueva puesta que se intente sobre esta historia ambientada en el Berlín de los años ´30, cuando el movimiento del nazismo comenzaba a cobrar fuerza y expandirse por toda Alemania y parte de Europa.

En medio de los cambios políticos, un escritor que busca inspiración y cierta libertad interior, Cliff Bradshaw, llega a una pensión con su reducido presupuesto como para poder encontrar inspiración y finalizar su novela. Casi sin proponérselo se cruza en su camino con Sally Bowles, la decadente estrella del Kit Kat Club que intenta encontrar en él una esperanza, un refugio para su soledad y un potencial escape para una relación violenta y abusiva con el dueño del cabaret.

Dos almas solitarias que tratan de encontrar una compañía, un proyecto de vida, un nuevo comienzo mientras que la sombra del nazismo comienza a teñir la ciudad de horror y de espanto.

Después de la versión de 1988 con Andrea Tenuta y Carlos Perciavalle y la de 2007 con Alejandra Radano (quien luego fue reemplazada por Karina K) y Alejandro Paker, “CABARET” ahora se encuentra ahora en manos de Claudio Tolcachir en la dirección de actores.

La clara decisión en la adaptación para esta nueva puesta, es la de “lavar” el tono más dramático de las versiones anteriores, tomando ciertas decisiones que ayudan a diluir en cierto modo, la presencia oscura y trágica que sobrevuela este musical icónico de Broadway que ya ha sido representando en más de 50 países.

Si bien el dramatismo se hace inevitablemente presente en ciertos momentos de la trama, la historia secundaria de Fraulein Schneider -la dueña de la pensión- y su otoñal romance con Herr Shultz –un exitoso comerciante judío en el mercado de frutas y verduras- en esta versión tiene mucha mayor preponderancia.

Graciela Pal y Enrique Cragnolino, personalidades de amplia trayectoria en teatro y en musicales, son realmente merecedores de un rol destacado como el que tienen en esta puesta.

Ambos sacan provecho de sus escenas con una excelente química, pero sus intervenciones, interrumpen sistemáticamente el crecimiento dramático que tiene la obra original, al que esta nueva versión parece evitar denodadamente, volcándose mayoritariamente al tono de la comedia, excepto en el tramo final, donde tardíamente se hace presente el costado más sombrío del texto.

Esta adaptación de “CABARET” se ha decidido por un formato más compacto, acortando la duración de la obra quitando algunas canciones, recortando ciertos momentos y evitando el intervalo entre primer y segundo acto.

Decisiones que debieran hacer que la obra gane en contundencia dramática, pero justamente logra sólo en algunos pocos momentos la intensidad deseada y quizás sea uno de los puntos más reprochables de la puesta.

Alejandra Perlusky, uno de los grandes talentos del musical porteño construye una prostituta de comedia en su Fraulein Kost y se luce luego en una segunda parte en donde su personaje gana un peso específico más contundente dentro de la trama.

Rodrigo Pedreira y Sebastián Vitale están correctos en sus papeles mientras que la complejidad y las indefiniciones de todo tipo, las dudas que anidan en el alma del joven Cliff encuentran algunos buenos momentos en Juan Guilera, quien no logra un vínculo demasiado creíble y visceral con Sally.

Dentro del elenco que forma parte del Cabaret sobresalen las participaciones de Cinthia Manzi, Florencia Viterbo y Mariano Condoluci (quien ya había sido una absoluta revelación en el musical independiente “La Desgracia”).

Para el maestro de ceremonias, Emcee, la producción eligió a Mike Amigorena que inteligentemente se luce en cada una de sus apuestas.

Sin caer en un subrayado dramático ni con la negrura absoluta y la androginia que el personaje ha sido simbolizado en las otras versiones, en esta ocasión Amigorena demuestra además de su atractivo actoral natural, un despliegue completo dentro de la de comedia musical donde puede estallar en su bienvenida al cabaret con la mundialmente reconocida en “Willcommen”, lucirse en un divertido número de tap (“If you could see her”), emocionar desde las canciones o teñirse de una profunda tristeza sobre el capítulo final del show, con una máscara que le permite adaptarse a cada una de las necesidades de la obra.

Florencia Peña es Sally Bowles. Nadie puede dudar de su talento para la comedia musical que ya lo había demostrado con creces en “Sweet Charity” “Vale Todo – Anything Goes” de Cole Porter, en la “Revista Nacional” que intentó revitalizar Adrian Suar junto a Miguel Angel Rodriguez como capocómico o en su propio show musical “Casi Diva” bajo la dirección de Daniel Casablanca.

Peña tiene momentos muy logrados en Sally, pero su composición, a diferencia de la de Amigorena, luce excesivamente exterior.

Si bien ella tiene carisma, chispa y una veta pasional para darle carnadura a Sally, todo suena demasiado, medido, una cáscara perfecta a la que le falta alma.

Estalla a pura emoción en “Maybe this time” –uno de sus mejores momentos- y en una precisa versión de “Cabaret” pero Peña se acomoda en un fraseo algo tanguero para poder asentarse en un tono más bajo y menos exigido, con lo que sus versiones terminan sonando algo “raras”, más aun cuando uno inevitablemente las compara con versiones anteriores.

Gustavo Wons en la coreografía es un amplio conocedor del universo Fosse con lo cual, los cuadros tienen el aire perfecto para este “CABARET” tan icónico. El vestuario de Renata Schussheim una vez más logra lucirse y el trabajo de Gerardo Gardelín en la dirección musical y en los arreglos que ha planteado, es impecable.

De todos modos, lo más impactante dentro de esta nueva puesta, es la dirección artística de Negrin que la eleva y logra un diseño conceptual innovador.

Todo está al servicio de un gran entretenimiento y para los tiempos que corren, quizás esta relectura con mucho menos dramatismo y mucho más show y con la presencia en los roles protagónicos de dos figuras televisivas convocantes, sea la receta perfecta para que “CABARET” pueda convertirse en el éxito que es, aun cuando por momentos, se extrañe la tensión, la oscuridad y la desolación de los personajes de Joe Masteroff,



CABARET

De: Jose Masteroff
Dirección de actores: Claudio TOLCACHIR
Dirección Artística – Diseño de Escenografía y sala: Alberto NEGRIN
Vestuario: Renata SCHUSSHEIM
Coreografía: Gustavo WONS
Diseño de Sonido: Gastón BRISKI
Director Musical, Arreglos y dirección vocal: Gerardo GARDELIN

Con: Florencia PEÑA, Mike AMIGORENA, Juan GUILERA, Graciela PAL, Enrique CRAGNOLINO, Alejandra PERLUSKY, Rodrigo PEDREIRA, Sebastián VITALE, Cinthia MANZI, Florencia VITERBO, Romina GROPPO, Mariano CONDOLUCCI y Facundo MAGRANE.

Teatro LICEO – Av. Rivadavia 1499

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