TEATRO: Crítica de «La vida puerca»


Por Guadalupe Farina


El juguete rabioso, de Roberto Arlt, es una de las novelas imprescindibles de la literatura argentina. Las desventuras del adolescente Silvio Astier en la Buenos Aires de la década del ’20 dan cuenta del empobrecimiento de la clase media y las distintas estrategias a la que ésta apela para sobrevivir en un mundo hostil. Ayer como hoy, si la crisis afecta a toda la sociedad, sus víctimas principales son los jóvenes. Sin trabajo, rechazado por su novia por pobre y por su propia madre por ser incapaz de proveer, Silvio es arrojado a la calle como un buscavidas que deberá hacer frente a la explotación, a las injusticias y codearse, incluso, con el delito.

Cuando en 1926 Arlt le presentó a su amigo Ricardo Güiraldes la novela concluida, éste le recomendó que le cambiara su título original por considerarlo demasiado fuerte. Así, del naturalismo más crudo que expresaba el nombre La vida puerca, Arlt viró hacia el simbólico El juguete rabioso. A más de 90 años de ese lanzamiento, el director Alfredo Martín retoma la obra del escritor cercano al grupo de Boedo para llevarla a la escena y lo hace con el primer título con el que el autor había bautizado su creación.

El naturalismo y el grotesco se dan la mano en la puesta de Martín, dejando en un segundo plano los rasgos expresionistas arltianos. En el acordeón de Quique Sosa, que interpretando a un músico callejero ciego acompaña con su música las distintas escenas, se hallan recursos del sainete criollo.

Quizá el desafío más grande al que se enfrenta Martín sea la transpolación de géneros, de novela a texto teatral. Si en la novela el autor puede extenderse, en el texto dramático debe buscarse la condensación. En esta adaptación que se presenta en Andamio 90, se respetan los cuatro capítulos del libro, transformados cada uno de ellos en una escena distinta. Una puesta en escena dinámica a través de algunos movimientos coreografiados de los personajes y la utilización de absolutamente todo el espacio escénico e incluso de los pasillos que llevan a la salida de la sala contribuyen a hacer más amena cierta monotonía en la que el texto cae en algunos momentos. También contribuyen positivamente al ritmo las interpretaciones de los personajes secundarios, todas más que destacables.

Con mucha influencia del grotesco, sobresale la magnífica construcción de Don Gaetano, el italiano explotador dueño de la librería donde Silvio se emplea, que realiza Marcelo Bucossi. Las situaciones con su mujer, Doña Carmen (Rosana López), alcanzan altos grados de hilaridad. De hecho, esa escena que en el libro constituye el capítulo “Los trabajos y los días” es la que alcanza los mayores niveles de teatralidad y la que se desarrolla más a fondo.

Una mención aparte merece la escenografía con la biblioteca siempre presente. Más allá del uso imprescindible en la escena de la librería, puede interpretarse a lo largo de la puesta como un símbolo de los conocimientos de Astier (Mariano Falcón), conocimientos que no son valorados en ningún ámbito: ni en su casa con su madre menospreciando sus lecturas de Rocambole, ni en la Escuela de Aviación donde no toman en serio su faceta de inventor. Ese menosprecio a su formación es lo que termina siendo el origen de su cinismo, que lleva al desenlace de la historia.

En definitiva, La vida puerca es una buena propuesta para acercarse al universo de Roberto Arlt. La sordidez que caracteriza al escritor está bien lograda en una puesta donde la mayor fuerza está en la potencia de las actuaciones. Seguramente, los amantes del también autor de Los siete locos sentirán la necesidad de volver a releer su obra.


La vida puerca se presenta los sábados a las 22:30 horas en Andamio 90 (Paraná 660 – CABA).

Ficha técnico artística

Autoría, dirección y puesta en escena: Alfredo Martín

Sobre textos de: Roberto Arlt

Actúan: Luciana Bava, Julian Belleggia, Ángel Blanco, Marcelo Bucossi, Laura Canteros, Marcos Díaz, Mariano Falcón, Daniel Goglino, Rosana López, Martín Portilla D’arcangello, Luciana Procaccini, Francisco Ramirez, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Camila Truyol

Vestuario: Jessica Menéndez

Escenografía: Fernando Díaz, Marcelo Jaureguiberry

Iluminación: Fernando Díaz, Marcelo Jaureguiberry

Diseño de objetos: Gustavo Reverdito

Video: Ignacio Verguilla

Música: Quique Sosa

Fotografía: Gabriel Oscar Perez

Diseño gráfico: Gustavo Reverdito

Entrenamiento corporal: Armando Schettini

Asesoramiento artístico: Marcelo Bucossi

Asistencia de dirección: Laura Canteros, Julian Novoa

Prensa: Silvina Pizarro

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