TEATRO: Reseña de ‘COME FROM AWAY’

Por Matías Vitali

Come from away es una obra musical de gran éxito en Broadway, y en Buenos Aires estrenó su cuarta temporada, luego de una fructífera gira por Europa. Asistimos a una función y entendimos perfectamente por qué es un éxito.

Basada en hechos reales, la historia cuenta las peripecias de un numeroso grupo de viajeros provenientes de todas partes del mundo que tuvieron que aterrizar de emergencia en el pequeño pueblo de Gander, Newfoundland, Terranova. Los fatídicos sucesos del 11 de septiembre de 2001 obligaron a aquellos vuelos en curso a desviar su trayectoria hacia ese diminuto pueblo canadiense que, a raíz de esto, vio triplicada su población de un minuto a otro. La obra va desarrollando cada una de las inimaginadas dificultades que implica albergar y dar refugio a más de siete mil personas en ese contexto.

El valor de esta pieza está no solo en la originalidad del relato, sino en la forma en que está contada. A través de una astuta puesta en escena que desafía a los intérpretes —quienes deben cambiar de personajes constantemente a la vista del espectador— y que entrelaza narración con acción. La obra logra un equilibrio perfecto entre diálogo y canción. Es un musical que pareciera hecho a medida de aquel espectador al que no le gusta el género, porque me atrevería a decir que hasta el más descreído del musical como hecho artístico va a poder disfrutarlo. Paso a explicar por qué:

Primero que nada, el foco está puesto en la actuación y la voz hablada, convirtiéndola más en una obra de texto con canciones y apoyo musical que en una que desafía constantemente el verosímil con el diálogo cantado. Luego, esta obra se encarga de utilizar un humor genuino, construido alrededor de diferentes tensiones en la escena, y no por el maniqueísmo ni el gesto vacío. En tercer lugar, la música es exquisita, melódicamente hablando, pero también en su ritmo: acompaña el relato, lo acelera en los momentos justos y se detiene donde realmente se necesita. La banda suena espectacular, la instrumentación te transporta directamente a ese pueblo, y casi nunca se detiene. Todo el tiempo te mantiene en vilo y en suspenso. Carla Calabrese hace un gran trabajo integrando la banda a la acción. En cuarto lugar, las coreografías no son despliegues complejos e innecesarios: son más bien espaciales y “actorales”. Sirven para situar el lugar de la acción, la intensidad de los hechos y las circunstancias de cada personaje. En este caso, una perfecta coordinación de unas cabezas moviéndose de un lugar a otro funciona más que un cuerpo de veinte bailarines corriendo de aquí para allá. Y podríamos enumerar muchísimas más razones por las cuales este musical se diferencia de sus convivientes en la cartelera porteña, pero haríamos demasiado extensa esta reseña.

Todos (¡todos!) los trabajos actorales están muy bien. Cada actor encarna diferentes roles, de un instante a otro, mostrando virtuosismo para responder a una maquinaria formal que contiene todo el relato, sin por eso perder interioridad, sensibilidad ni una carga emotiva que va creciendo hasta su clímax. Quisiera destacar, sin embargo, al genial Edgardo Moreira, que pone de manifiesto todo su oficio marcando la diferencia en los detalles. Párrafo aparte merece Mela Lenoir, referente de la escena musical en nuestro país, y a quien escucharla cantar con tanta verdad transforma una buena experiencia en una excelente. Verla en un musical equilibrando tan bien su plasticidad para las coreografías, su histrionismo vocal y sus habilidades actorales es un gusto que hay que darse en vida.

Cuando llega el apagón final, uno siente ganas de aplaudir de pie. Porque en todo ese viaje uno se rió genuinamente (y a carcajadas, por momentos), se emocionó con lágrimas en los ojos, escuchó bellísimas canciones y voces, se comprometió con cada personaje y descubrió una historia real no tan conocida. En el contexto de un mundo tan ocupado en el mal, el consumismo, las guerras, y en quitar más derechos que otorgarlos, Come from away se siente como esa bocanada de aire puro que uno necesita para sobrevivir a la asfixia cruel de la apatía. Para seguir creyendo que, aun como pueblo, podemos encontrar una salida. Solo es cuestión de entender: la salida es colectiva.

Aconsejamos disfrutar del espectáculo desde las ubicaciones centrales, ya que es desde donde mejor se aprecia la puesta. Desde los laterales o palcos se pierden muchas cosas. No obstante, recomendamos ver el espectáculo. Verlo. Sí o sí. Punto final. IMPOSIBLE NO SALIR TRANSFORMADO.


“COME FROM AWAY”

PRECIO DE LA ENTRADA

Desde 15.000 pesos

FUNCIONES

VIERNES a las 20:30 horas

SÁBADO a las 20:30 horas

DOMINGO a las 19:30 horas

TEATRO MAIPO

Esmeralda 443

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