TEATRO: Reseña de ‘MARMOL»

Por Marcelo Cafferata

Entramada en un disparador tan importante como son los sueños –y mucho más sin en ellos hay un contenido explícitamente sexual, erótico, pulsional-, “MARMOL” la nueva obra de Marina Carr (una joven dramaturga irlandesa que ya ha escrito más de treinta obras teatrales) es el fiel reflejo de una sociedad que, de acuerdo al pensamiento de la autora, sobrevive al trauma de sentirse vivo.

Un hombre le confiesa a su amigo que ha soñado que hacía el amor con su mujer. Recuerda ese sueño vívidamente, con lujo de detalles, con tanta precisión que se torna desequilibrante para ese vínculo de amistad. Para que la propuesta sea aún más perturbadora, la mujer le confiesa haber soñado que hacia el amor con el amigo de su marido. Cuando ella comienza a describir el ambiente, los recuerdos, los detalles, asombrosamente los relatos son coincidentes, parecen tener una conexión que va mucho más allá de lo que se pueda explicar.

La dramaturgia de Carr, proveniente del teatro irlandés que reflejó los cambios sociales producidos en plena década de los ´90 (movimiento del que el director Oscar Barney Finn ya ha dirigido “La reina de la belleza”, un texto voraz de Martin Mac Donagh) se basa en una mirada oscura de la sociedad, de sus vínculos en crisis y de los deseos que se lanzan al vacío.  

Su pluma pone a los cuatro protagonistas en duelos que se van enhebrando de dos en dos (dos amigos, dos esposas, dos matrimonios, dos hijos en cada uno de los matrimonios, dos sueños) como un mecanismo de simetría pero también de oposición y enfrentamiento, de piezas que se van moviendo y que en cada movimiento repercuten sobre las otras. Un sueño, que parece reverberar en la otra orilla, en la otra pareja, los pone en crisis y los enfrenta a verdades y deseos íntimos que cada uno de ellos no sabe cómo expresar.

Las palabras que Carr pone en boca de sus personajes carecen absolutamente de complacencia, son más bien ascéticas y cargadas de dureza: son cuatro personajes con dolores y angustias escondidas que van saliendo a la luz a medida de estas revelaciones en donde se descubre lo que subyacía y que no podían ver.  

La puesta en escena de Barney Finn, como ya nos tiene acostumbrados, es exacta, exquisita. Aún con un espacio que apela al minimalismo, con un escenario prácticamente despojado que se sirve sólo de algunos elementos, los personajes se irán dando cita en las escenas que, jugadas de a pares, generan una precisa tensión dramática que  recuerdan otras propuestas que apelaban fuertemente al binomio texto-actuación como sucedía con un clásico como “Situación Límite”.

Las cuatro actuaciones de Cecilia Chiarandini, Diego Mariani, Pablo Mariuzzi y Alexia Moyano forman un equipo muy compacto sobre el escenario y el texto de Carr le da la posibilidad de lucimiento a cada uno de ellos de acuerdo a los momentos que sus personajes atraviesan, aún con algunos momentos y derivaciones que son algo previsibles pero que, de todos modos, la puesta sabe resolverlos positivamente.

Del elenco, Cecilia Chiarandini se destaca con una composición precisa y con un papel que le permite una mayor posibilidad de matices y quiebres en el arco que su personaje recorre, reflejando la vulnerabilidad y la fragilidad que tenemos frente a lo que (nos) sucede al interior de cada pareja, al interior de cada mundo.  


Dramaturgia: Mariana Carr
Dirección: Oscar Barney Finn
Con Diego Mariani – Pablo Mariuzzi – Cecilia Chiarandini – Alexia Moyano
TEATRO EL TINGLADO – Mario Bravo 948 – Jueves 20:00 horas.

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1 Comment

  1. La autora no es joven, tiene más de 50 años. Y la obra es un embole. Cuatro personajes que hablan sobre lo qué pasa, mientras pasa nada. El teatro se ha desahuciado y no hay quien lo rescate. Crítico de bosta.

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