TEATRO: Reseña «La maestra serial»


19/4/18


Por Guadalupe Farina


En clave de sátira inteligente y absolutamente intertextual, La maestra serial, cuya dramaturgia pertenece a Gonzalo Demaría, apunta directamente contra los prejuicios enclavados en la educación pública argentina.

La protagonista (Lucila Gandolfo) es la bisnieta de una de las maestras bostonianas traídas por Domingo Faustino Sarmiento para crear el sistema de instrucción estatal. Por sus venas corre sangre docente y, según dice, su único objetivo en la vida es educar, ya que sólo de esa manera podrá acabar con la barbarie. Pero desde el Ministerio recibe un telegrama anunciándole que por sus métodos arcaicos queda desplazada de las aulas. Entonces, decide no abandonar su vocación y hacer de la calle una gran escuela a cielo abierto. Su finalidad: que no quede un solo bárbaro sobre esta tierra. Para eso se vale de la palabra como arma. Arma literal, porque sus alumnos, bárbaros todos, no podrán soportar tanta civilización y morirán.

Por supuesto, la docente hará una fina selección de quienes serán sus educandos: todos aquellos que están por fuera de la vida civilizada, los que no tienen la “lengua culta”, como los cartoneros, o los que escapan a la “norma”, como las travestis. En definitiva, buscará que todos encajen en lo considerado correcto por la civilización. Y ahí la intertextualidad con los escritos de Sarmiento, especialmente con el Facundo, y también con la historia de la educación en la Argentina, ya que ese fue el objetivo primordial por el cual se creó hacia fines del siglo XIX el sistema de educación estatal, público y gratuito: para fundar una Nación unificando las diferencias en torno a una cultura civilizada que borrara la barbarie de los gauchos y de los inmigrantes españoles e italianos.

Aunque pasaron más de cien años, el racismo, el clasismo y el poco respeto por la diversidad, que abiertamente y con mucho humor expone el personaje creado por Demaría, aún persisten en las instituciones educativas tanto de gestión estatal como privada. ¿Quién no escuchó alguna vez a una docente decir, por ejemplo, “para qué gastarse en fulanito si nunca llegará a la universidad”, “o a menganito no le da porque vive en una villa y sale a cartonear”? En ese punto es donde la obra se vuelve profundamente crítica y corrosiva.

Gandolfo construye a la caricaturesca maestra desde su forma de pararse en escena, las inflexiones de su voz y el prolijo vestuario y peinado. La represión que busca llevar al afuera está inscripta también en su cuerpo. Durante la casi hora que dura el monólogo irá alternando distintos recursos vocales que, junto con sus acciones y lo hilarante del texto, mantendrán viva la atención del espectador. A su excelente trabajo actoral se suma la precisión de la dirección de Martín Blanco, que no deja nada librado al azar tanto en lo referido a la guía que realiza de su intérprete como a la composición espacial.

Todos esos recursos generan una teatralidad extrema que, conjugada con la crítica al concepto fundador de civilización o barbarie, hace que La maestra serial sea una de esas obras imperdibles de la cartelera porteña. Al que le interese el plano político, seguro le dará pie al debate; y al que no, se divertirá y gozará de una actuación excelente. Lo que es cierto es que a nadie dejará indiferente.


La maestra serial se presenta los sábados a las 21 horas en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444 – CABA).


Ficha técnico-artística
Dramaturgia: Gonzalo Demaría
Actriz: Lucila Gandolfo
Vestuario: Sofía Di Nunzio
Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova
Música: Hernán Vives
Fotografía: Claudio Larrea
Producción: Miguel Granado
Dirección: Martin Blanco


 

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