Brontis Jodorowsky, el niño del film de culto «El Topo», ha emprendido desde entonces su propio viaje como actor y director de teatro dejando su huella en las pantallas y en los escenarios del mundo. Revista Meta habló con el desde París sobre su carrera, la actualidad y -porque no- su alma.
Entrevista: Valeria Massimino
¿Quién es Brontis Jodorowsky? Si tuvieses que definirte, ¿podrías hacerlo?
Pregúntame eso cuando esté a punto de morir, y ahí lo sabré…quizás. «Conócete a ti mismo» dicen los griegos, ese es el camino de la vida, conocerte a ti mismo. Conocerte es también en la manera en que mueres: la manera en que murió David Bowie -por ejemplo- haciendo ese video de «Lazarus», fue maravillosa, artística e iluminó todo su transcurso por su camino.
Es como responder a «¿Qué es la vida?» No puedo contestarlo porque no la he acabado de vivir. Mi ego te respondería cosas horribles o maravillosas para definir mi personalidad, que después de todo es incompleta. O si te hablara de mi «ser esencial» tendría que describir lo que es mi alma, ¿pero como hago eso?
Hay un libro que se llama la Bhagavad-gita, de la mitología hindú, en él, el héroe Aryuna está en vísperas de una gran guerra contra todos sus hermanos del otro lado del valle, y está temeroso; entonces se le aparece Krishna y le dice tienes dos posibilidades: o te doy mi arco, con el cual ganas la guerra, o sólo conduzco tu carro, y Aryuna le dice «sólo conduce mi carro», luego Aryuna le pide a Krisna que le muestre su forma divina, y Krisna le dice que si se la muestra, será demasiado para él – «no podrías soportarlo, vas a estallar».
Lo bonito de ese libro es que, como es una mitología, le describe su forma divina, y es como lo que imagino sería un viaje de ayahuasca, o más. Por esa paginas, pero otros motivos también, recomiendo mucho la lectura de tan maravilloso librito. Pero yo no tengo el talento de la Bhagavad-gita para describirte lo que quizás tenga, lo que quizás estamos aquí para forjar y que se llama un alma.
¿Recordás alguna anécdota que viviste de niño que haya marcado tu camino en el arte?
Yo empecé de chico porque mi padre me puso en su película («El Topo», 1970); de niño hice también un par de películas con otros directores, pero luego quise ser veterinario, piloto de avión, psicólogo infantil, hasta que me di cuenta que quería estar en escena y trabajar en el arte cuando ya tenía casi 20 años, lo cual es tarde en comparación con otros actores. Lo que si siempre hice es escribir, desde niño. Eso siempre me gustó.
Te podría decir que me metí en el arte porque mis padres me tenían abandonado: ellos andaban todo el tiempo en el teatro, llevándome de un lado para el otro, en el fondo ocupados sólo de ellos mismos. Entonces en un momento dado, cuando tuve la oportunidad de estar en escena, era como si tratase de estar con ellos. Sería la versión triste de la historia del «pobrecito Brontis». (risas)
Un día, durante una obra había una intervención con el público, y hacían subir a algunos espectadores al escenario; pese a que yo conocía a los actores me dio un pánico tremendo que me fuesen a llamar a mí. Fue un gran terror; fue algo que te aterroriza, pero que también te llama: hay que enfrentar sus miedos para descubrir que hay detrás.
Mi padre fue director y actor, mi madre fue un tiempo actriz. Como las castas de actores y músicos de Asia, hoy en día eres el «hijo de…» pero antes era así. Los dentistas hacen dentistas, los abogados hacen abogados, porque uno está ahí, en ese medio y el ser humano aprende por el ejemplo, lo que ves que hacen. Si tus padres fuman y te dicen que el cigarrillo es pésimo ¡Tú fumarás! porque uno hace lo que ellos hacen; queremos pertenecer.
La versión feliz es que un sábado fui con unos amigos su clase de teatro, para no quedarme sólo esa tarde. Uno de los alumnos no vino y el profesor me pidió que lo remplazara, para que pudieran trabajar la escena. De inmediato sentí que el escenario era mi sitio, el punto a partir del cual podría descubrirme, ir al encuentro de la humanidad. Desde entonces no se ha desmentido el desafío y el aprendizaje que me ha aportado emprender ahí mi camino personal. ¡Le estaré eternamente agradecido a ese alumno anónimo que no se presentó ese día a la clase!
La verdad siempre está en un punto de equilibrio, a la frontera de las distintas versiones; en este caso la «triste» y la «feliz»: primero estuve actuando por mis padres. Tras haber buscado mi camino lejos de ellos, volví al teatro y al arte, ya no para estar con ellos, sino para encontrarme a mí mismo.
Sin darnos cuenta hacemos el mandato de los padres…
El mandato es el ejemplo, ¿por qué aprendemos a caminar? Porque vemos seres humanos que caminan, sino andaríamos en cuatro patas (risas).
¿Cómo te llevás con tus padres? Dijiste que te sentiste un poco abandonado…
Te dí una versión del «pobrecito», cuyo contrapunto es que me encantó hacer teatro y cine con ellos, ver a la gente que se maquilla y que se la pasa jugando todo el día; porque, ¿qué es actuar? ¡es jugar! ¿Qué es dirigir una obra de teatro? es encontrar un terreno imaginativo en el que te interrogas -con el público- sobre el mundo, sobre el ser. Es apasionante.
Tengo un padre que es una personalidad pública y una madre que era reconocida por un círculo mas reducido de personas. Ella falleció hace ya más de veinte años; un día contaré su historia. Con Alejandro, tengo al padre público y tengo al padre privado, también tengo el arquetipo paternal que ha viajado desde mi abuelo, desde mis bisabuelos, y que se sigue desarrollando en mí, ya que también soy padre. Por ende, es una relación distinta con el padre público y con el padre privado. Una, a través del arte; otra privada, con las altas y bajas que pueden conocer todo hijo y todo padre.
Estuviste haciendo teatro en Argentina hace unos años
Sí, una obra que hice con Alejandro, «El Gorila«, en junio del 2013, en el teatro Sarmiento.
¿Cómo sentiste al público de nuestro país? Algo que te haya llamado la atención…
Buenos Aires es increíble, es una ciudad fantástica para el teatro, la gente va a ver obras con mucha facilidad, más que al cine. Fue genial y la obra pegó mucho, estuvo lleno. Y el público sabe de teatro, sabe apreciar,y hay muchas obras distintas, van a ver de todo, comerciales y no comerciales. Hay teatros por todas partes. La gente está haciendo y yendo a ver teatro. Y eso me encantó. Me encantaría volver a la Argentina con otro proyecto.
¿Cómo es tu relación con la política? ¿Cómo ves al mundo hoy?
Todos sabemos que el mundo esta terrible, es una catástrofe. Es un momento muy malo, no sé si siempre fue así; yo crecí con la guerra fría, durante toda mi infancia yo tenía terror que algún loco de un bando o del otro tirase la bomba atómica y fuera la destrucción del mundo. Todos vivíamos con esa amenaza. Ahora estamos todos aterrorizados por el terrorismo, en cualquier momento alguien pone una bomba o un tipo loco me viene a acuchillar. Sube el racismo, sube el anti-semitismo. Estamos en un momento muy fuerte. Cuando se cayó la URSS se pensó que era el fin de las ideologías, el triunfo del capitalismo, pero nadie pensó en hacer un mundo mejor, todos pensaron sólo en ganar dinero. Creo que hemos llegado a una época en la que la gente está esperando otra cosa, de buena o mala manera.
¿Cuánto hace que vivís en Francia?
Casi 30 años, Alejandro vino aquí para hacer un proyecto, yo tenía 16 años y nos quedamos. Hice mi escuela, universidad y estudios de teatro acá. Yo soy francés y mejicano. Mejicano por nacimiento y francés por mi madre.
¿Te resulta difícil llevar a cabo tus proyectos? ¿Cómo hacés?
Es una mezcla de talento, perseverancia y suerte. Llevo 25 años trabajando como actor y director.
Poder vivir del arte es complicado, aquí en Argentina, por ejemplo…
Y aquí también. A medida que van pasando los años somos menos, los que no duran se quedan en el camino. Y creo que es un oficio que dura lo que tiene que durar, yo he tenido suerte hasta ahora, he podido pasar al cine, y me gusta mucho.
Hablando de cine, ¿qué opinás del cine de Hollywood actual? tantos superhéroes… etc.
Estoy bastante de acuerdo con lo que dice Alejandro, son unas películas que te entran por una oreja y te salen por la otra. No soy «anti»: la primera de Avengers («The Avengers«, 2012) me gustó, y me divertí. La segunda es pésima. Pero ambas las olvidé al salir del cine, no me aportaron nada. Para sentir que «algo» le da ese cine, la gente se llena de palomitas (pop-corn).
Me dirán que hay poco cine de arte, con profundidad? Falso, lo hay – inclusive americano. El problema viene de los distribuidores. La cosa con el cine americano, es que tiene esa política comercial con las distribuidoras que si compras «Batman» te obligan también a comprar la comedia romántica igual a todas y dos o tres estupideces más. Entonces los cines multiplex sólo pasan eso, porque compraron el paquete. Francamente, pienso que los grandes distribuidores desprecian al público y creen que sólo quieren caca.
Tengo otra teoría: la responsabilidad también es del público. Y tiene que ver con la piratería. Pasó con «La Danza de la Realidad«, que la gente la quería descargar y tenerla gratis de inmediato.
Mirá, si hoy existiera Fellini, la gente diría «¡Me encanta Fellini, soy su fan, quiero descargar su película!» ¿La quieres gratis? OK, entonces Fellini no recupera el dinero con el que hizo su film y no puede hacer más cine. Amás a Fellini y lo matás. Ahora con el streaming se paga dos o tres dólares para ver la película de Fellini y que pueda seguir filmando.
También pienso en los países a los que nunca llegan las buenas películas, por la misma cuestión de las distribuidoras. Creo que cuando un filme ya fue a donde pudo, tras un cierto tiempo, debería ser subido a la red gratuitamente por la productora misma, con buena calidad, dándole la oportunidad a todos aquellos que no la han materialmente podido ver. Desarrollo la idea en un par de post de mi Tumblr.
Para combatir la piratería, los grandes estudios de Hollywood dicen «Debo ganar en los cines la mayor cantidad de dinero en el tiempo más corto posible», porque saben que en una o dos semanas la película ya está pirateada. Y ya con las tazas, las toallas, los juguetes de «Iron Man 3» ya ganaron su dinero.
¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
Mirá, yo tengo un Facebook en francés, tengo un Facebook en español, tengo Twitter e Instagram, y me divierto mucho ahí. Depende que hacés con eso, son instrumentos.
Pero pueden ser adictivos…
Totalmente adictivos, se supone que es una ventana hacia el mundo, pero en realidad nos está aislando cada vez más. Toda esa virtualidad es falsa. Debo tener 80.000 seguidores en Twitter, de todos esos que me siguen ¿me leen? ¡Me contestan cinco personas! (risas)
Los amigos virtuales…
Sí, hace tiempo tenía una idea para un poster y en mi Twitter francés donde me siguen 5.000 personas puse: «¿Quién me quiere ayudar participando en esta foto?» Se anotaron 150 personas ¡Genial! los cité, todos vestidos de blanco y negro, nada de colores… Vinieron 20 personas y la mitad vestida con colores. Tampoco quiero entrar en la paranoia, sabemos que todas las redes sociales son gratis porque recolectan información para darte publicidad, pero bueno, a Big Brother le gusta hacerte creer que es Big Brother.
Me imagino que hubo alguna anécdota durante el rodaje de «La Danza de la Realidad»
Había que filmar una escena con un caballo: fuimos a este lugar donde el encargado nos mostró al enorme caballo semental, el rey de la caballería, mucho carácter. Era a la mañana y yo tenía que filmar con él a las dos de la tarde. El tipo me dice «El caballo se tiene que acostumbrar a ti, le vas a tener que demostrar que eres tú el jefe»: dos horas yendo a diestra y siniestra empujándonos el caballo y yo, para ver quién decidía del camino! Fue un juego muy viril, lleno de respeto y nos hicimos amigos.
Me gustó mucho filmar esa película, porque tuve que hacer muchas cosas que nunca había hecho: los desafíos te hacen progresar. A la tarde, cuando filmamos la escena donde corro con el caballo, improvisé con él ese baile, en completa confianza y en total conexión con él. Yo estaba muy seguro de mí, pero en el fondo, él me hizo el regalo.
¿En qué estás trabajando ahora?
Hice tres películas en 2015: en México, «Las Tinieblas» de Daniel Castro Zimbrón, y «El Elegido» de Antonio Chavarrías; en Chile, «Poesía sin fin«, que es la continuación de «La Danza de la Realidad«. Creo que las tres estarán listas para mayo, pensando en el festival de Cannes. Mientras tanto termino la gira de una obra de Marivaux y tengo una propuesta de hacer una web series producida por la TV francesa, donde actuaría de Charles Baudelaire. También estoy trabajando para llevar «El Gorila» a Mexico y le estoy dando los últimos toques a un libro que escribí bajo seudónimo, «El camino a la ganancia global«.
¿Una película?
La noche del cazador (Charles Laughton, 1955)
Si pudieses retroceder en el tiempo ¿qué cambiarías?
(largo silencio) … este momento de silencio que acabo de hacer.
Hay dos sobres, sólo puedes elegir uno: uno de los sobres dice el día exacto en el que vas a morir, el otro la forma ¿Cual eliges?
(Risas) Como creo en los buenos modales, nunca abro correo ajeno.
Además, de abrir uno u otro sobre, dejaría de vivir en ese mismo instante.
¿Lugar ideal para vacacionar?
Los brazos de mi amada.
¿Creés en la psicomagia?
Hasta cierto punto.
¿Qué te indigna?
El sexismo, el racismo, los padres que creen que por ser padres tienen el derecho de maltratar a sus hijos, el desprecio hacia los demás apenas alguien olvida que el poder que tiene se le ha sido confiado para justamente lo contrario, la traición, la ignorancia voluntaria, la desconsideración hacia la naturaleza… ¡Hay tanto de qué indignarse! Lo bueno sería hacer algo de esa indignación.
Si pudieses viajar en el tiempo ¿a qué hecho histórico irías?
Iría a una función del teatro El Globo de una obra de Shakespeare, o a la corte francesa a ver una de Moliere, hecha por ellos. «Tartufo» por Moliere, me hubiese encantado. Yo actué en esa obra, el papel que actuaba Moliere: Orgón. Los grandes autores te enseñan tu oficio.
¿Qué te inspira?
Saber que un día expiraré.
¿Un director de cine?
No todas las películas de un director son buenas. Me gustan más las obras de arte que los artistas. Pero te puedo citar algunos: el Elia Kazan de «America, America«, el Chan-wook Park de «Oldboy«, el Kim Ki-duk de «Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera«, el Derek Cianfrance de «The Place Beyond the Pines«… Bueno muchos más. Me encanta el cine.
¿Cine o teatro?
Cine y teatro… ¡y ópera!
¿La mejor escena en una película?
No tengo favoritos, tener favoritos es limitar tu existencia.
¿Una mujer?
¿Una? ¡Dios mío! la mitad de la humanidad son mujeres, ¿tu pregunta quiere decir que son todas iguales, o todas distintas? No las conozco a todas, todavía.
¿Creés en Dios?
Más o menos, lo que es imposible. Cuando mis hijas me preguntaron si Santa Claus existía, como no quería mentirles, les dije que mientras creyeran en él, existiría. Yo ya no creo en santa Claus, pero Navidad es una bonita fiesta.
Filmografía
1970 El Topo (Alejandro Jodorowsky)
1971 Pubertinaje (José Antonio Alcaraz)
1974 El Muro Del Silencio (Luis Alcoriza)
1981 Black Mirror (Pierre-Alain Jolivet)
1989 Santa Sangre (Alejandro Jodorowsky)
1999 Gialloparma (Alberto Bevilacqua)
2005 J’ai Vu Tuer Ben Barka (Serge Le Péron)
2007 Le Voyageur De La Toussaint (Philippe Laik)
2010 A Season Of Jodorowsky (Tom Cottey)
2012 Táu (Daniel Castro Zimbrón)
2013 La Danza De La Realidad (Alejandro Jodorowsky)
2013 Jodorowsky’s Dune (Frank Pavich)
2015 Anton Tchékhov 1890 (René Féret)
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