Crítica: La herencia de Eszter

28/6/17

Por Rocio Florencia Duarte

El teatro Ludé, donde la magia ocurre, ubicado en calle Montevideo 842 de Capital tiene el privilegio de recibir en sus tablas a los grandes Thelma Biral y Víctor Laplace para encarnar a los protagonistas de La herencia de Eszter, basada en la historia del húngaro Sándor Márai, con la versión teatral de María de las Mercedes Hernando y bajo la dirección de Oscar Barney Finn.

En una excelente interpretación, Thelma Biral da vida a Eszter, una señora mayor, soltera, que vive en la vieja vivienda familiar heredada de sus padres junto a su anciana pariente.

Eszter lleva una vida tranquila en la gran casa en la que también habitan muchos recuerdos de su infancia y adolescencia, disfruta la visita de su hermano y amigos, los encuentros a almorzar y cenar, las charlas, la lectura, el gran jardín de su casa.

Veinte años han pasado de la muerte de su hermana cuando Eszter recibe un telegrama que alborota a los habitués de la gran casa. El viudo de su hermana, Lajos, interpretado por el tandilense Víctor Laplace, la visitará junto a su hija. La noticia destapa una serie de situaciones y recuerdos en los que Lajos es descrito como un gran canalla y traicionero, sin embargo, Eszter lo recibe conmovida, sentimientos muy contradictorios la invaden. 

Lajos, quién más de veinte años atrás declaró su gran  amor a Eszter, terminó casado con la hermana de ella. En una excelente interpretación, Laplace logra que el público sienta cierta empatía, a pesar de ser Lajos un personaje traicionero, vividor, sinvergüenza y mentiroso. Siempre emociona ver dos grandes sobre las tablas.


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