Crítica: LE CONFESSIONI

24/11/16

Por Ailín Escolá

“Cuando en el cielo un ángel no hace lo que tiene que hacer, el señor lo encierra en una celda oscura” Recita Saulus, interpretado por Toni Servillo. Con esta cita, entre otras comienza “Le Confessioni”.

En este film Roberto Andó, director de «Viva la libertá», recrea un encuentro entre los exponentes de la economía más importantes del mundo. Por supuesto que si se habla de economía importante y del mundo, no se habla de Latinoamérica ni de África, por eso van ministros europeos, un rockstar internacional y demás figuras poderosas.

Una convención que tiene lugar en un lujoso hotel de la costa alemana. Aquí llega Saulus, el monje italiano que viene a desestructurar toda la extrema formalidad del encuentro. Roche, el director del FMI, lo convocó para confesarlo esa misma noche. Una noche como la que en «I confess» de Alfred Hitchcock, el padre Logan confiesa a Keller, pero este último es el asesino. Cita que se hace explicita en el relato de Roberto Andó. Roche, que es quien se confiesa es, quien a la mañana siguiente aparecerá muerto.

En este punto la película hace un interesante giro hacia una problemática más interna, que se intenta develar desde allí. Con las copas y la comida de primer nivel, que se entrelazan con unos diálogos inteligentes, agudos y críticos, contra el sistema capitalista y la desigualdad que se da en el mismo.

Con una buena actuación de Toni Servillo con expresiones constantes que se mantienen a la altura del personaje, que por momentos salva los altibajos temporales del film.

La fotografía acompaña los climas y los movimientos de cámara, que son correctos. Film que critica desde adentro, desde lo más alto del lujo y la comodidad, las desigualdades y miserias que viven los demás. Veremos que celda oscura les toca a estos angelitos del señor.

7 de 10

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