Crítica: ALIEN: COVENANT

13/5/17

Por Fer Casals

Sexta «Alien» y todo es demasiado familiar. Dirigida al igual que su precuela inmediata Prometheus y la Alien original, por Ridley Scott, Covenant toca cada uno de los tropos del género que reinventó en 1979, reciclaje de la trama incluído.

Tres secuelas, y ahora, dos precuelas, que ofrecen la misma cosa: los seres humanos se infectan, algunos mueren, y hay corridas por los pasillos. Agotador.

A diferencia de Prometheus (2012), los ecos del ’79 abundan. Desde el score icónico de Jerry Goldsmith hasta, por supuesto, los estallidos de pecho (aunque en esta ocasión la «creatividad» de los guionistas hizo que algunos alien salgan por la espalda).

Covenant es un viaje largo, plano, sin variantes ni sorpresas a pesar de sus sacudidas sangrientas. Aunque será de gran interés para los fans dedicados, parece poco probable que colonice nuevas audiencias.

La película se siente menos como una secuela y más como una corrección tardía de Prometheus. La atmósfera pesadillesca y asustadiza está pero Covenant a menudo juega a lo seguro de una manera que Prometheus, con todos sus defectos, rara vez lo hizo.

Establecido una década después de los eventos en Prometheus, la historia se centra en la tripulación de 15 miembros de la nave colonizadora Covenant, los pioneros son responsables de transportar a 2000 pasajeros al planeta Origae-6. Después de interceptar una señal de un planeta ignoto un grupo baja para investigar.

Entre sus filas está el primer problema del film Katherine Waterston que interpreta a la insufrible Daniels. Años luz la separan de la Ripley de Sigourney Weaver, Daniels se pasa el primer acto de la película llorando a su novio, el segundo cometiendo errores de decisión (algo que comparte con el resto del equipo de científicos y soldados supuestamente inteligentes y entrenados) y el tercero simplemente aterrorizada al borde de la parálisis. En un film donde no podemos empatizar con los humanos, Michael Fassbender en un doble rol como robot, termina resultando lo más convincente.

Las sorpresas que los guionistas John Logan y Dante Harper preparan hacia el final, se adivinan media hora antes que sucedan. Sólo los profundamente crédulos o cinematográficamente inexpertos no lo verán venir. La belleza biomecánica de H.R. Giger se abarata en Covenant, el «bicho» tiene mucho metraje (todo lo contrario del original) se lo muestra torpe, más animalito que alienígena y se ha sustituido el hombre disfrazado por un CGI genérico.

Una secuela ridículamente ilógica que se basa en la amenaza secundaria que siempre existió en el universo «Alien». Supuestamente no es un monstruo sin ojos lo que tenemos que temer, sino a la tecnología creada por el hombre.

Alien Covenant sufre por una galería de personajes tontos, opciones narrativas desconcertantes, las forzadas citas al original, y el hecho que el guión se hace preguntas que no sabe cómo responder.

5 de 10


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