AMARGO RETRATO DE DESAMOR CONYUGAL
Por Paola Jarast
Dos hermanos y sus respectivas esposas se reúnen en casa de uno de ellos tras la ceremonia de cremación de su madre. Durante la reunión se suscitarán antiguos rencores y aflorarán sus miserias más profundas. Se desatará un conflicto familiar feroz que sendas mujeres intentarán aplacar.
La acción transcurre en el living de la casa de la pareja de Alan (Walter Jakob) y Charlotte (Pilar Gamboa), que encarnan con gran verosimilitud a una de esas parejas que permanecen juntas pese a no prodigarse afecto. Charlotte ha invitado a su cuñado John (Luis Machín) y su esposa (Mara Bestelli) a pasar la noche a su casa. Los hermanos no han permanecido en contacto luego del fallecimiento de su padre hace cuatro años. Y a Alan no le caerá en gracia la invitación de su mujer.
Alan y John desprecian abiertamente a sus esposas. Charlotte se rebela ante el maltrato, al tiempo que Mónica lo recibe de modo más sumiso.
El momento de confesiones íntimas que comparten las mujeres hacia el final de la pieza constituye uno de los puntos más altos de la misma. Machín entrega una clase magistral de teatro con su composición de un obsesivo grave, impiadoso con su esposa y destructivo del resto de sus vínculos afectivos. Y logra este cometido con gran comicidad.
Pilar Gamboa, dotada de una fuerza irreprimible, interpreta a una mujer de una sexualidad desenfadada, y una vez más supera con creces un desafío interpretativo.
La pieza del sueco Lars Norén fue estrenada por primera vez en 1985, y 30 años después, la temática que aborda tiene vigencia plena.
Algo para objetarle: la duración un tanto excesiva, y el uso del jarrón portador de cenizas como disparador de chistes demasiado vistos. Por lo demás, los diálogos filosos no dan respiro. Y el humor que atenúa la dureza de los desgarramientos sufridos (sobre todo por las dos mujeres) se agradece.
