LO VIEJO FUNCIONA
Por Damián Aspeleiter
Misión Imposible es, tal vez, la saga de acción más sólida de los últimos treinta años. Al igual que Bourne o 007, se sostiene sobre su figura principal: resulta difícil imaginar Misión Imposible sin Tom Cruise, del mismo modo que cuesta aceptar una saga de Bourne sin Matt Damon, o pensar en un nuevo James Bond después de la interpretación casi perfecta de Daniel Craig (quien eclipsó a sus predecesores y dejó la vara altísima para sus sucesores).
Misión Imposible: Final Reckoning suena a despedida, a fin de una era, pero no se limita a darle un cierre digno a Ethan Hunt. Más bien, se enfoca en contar una historia —y principalmente en cerrar varias— respondiendo preguntas que quedaron abiertas en entregas anteriores y profundizando en lo iniciado en Dead Reckoning. Una vez más, Tom Cruise decide enviarle una carta de amor al cine de acción —al cine, en general— con una película en la que deja el alma en cada escena, donde se siente el peso real del cuerpo puesto en riesgo para brindar un espectáculo inolvidable.
Cruise sigue apostando por la autenticidad: prefiere ejecutar él mismo las escenas de riesgo y minimizar al máximo el uso del CGI. En esta última misión, el relato se desarrolla en un clima apocalíptico y contemporáneo. The Entity, la inteligencia artificial presentada en la entrega anterior, amenaza con desestabilizar el orden mundial: manipula la verdad, derrumba gobiernos y pone en jaque el futuro del planeta. Si nos permitimos un momento conspiranoico, el «primado negativo» nos sugeriría que la única forma de arreglar este mundo es deshaciéndose de la humanidad. En ese contexto, Ethan Hunt se presenta como la única esperanza: un héroe clásico, sin doble agenda, dispuesto a evitar la catástrofe sin obtener nada a cambio.
En un mundo digital donde los algoritmos pueden predecirlo y controlarlo todo, lo único capaz de detener a la entidad es un dispositivo analógico. Y como todo lo analógico, su uso implica exponer el cuerpo. Esa es la excusa perfecta para que Cruise, una vez más, arriesgue el suyo.
Aunque al principio la película puede parecer lenta —se toma la primera hora para explicar y recapitular las conexiones con las entregas previas—, una vez que la acción comienza, el ritmo se vuelve dinámico e inteligente. Al finalizar, uno comprende que acaba de ver una película de casi tres horas a la que no le sobra ni un segundo: todo encaja, y los momentos de construcción dramática están al servicio de las escenas de acción y tensión.
Misión Imposible: La sentencia final no puede compararse con lo que ofrecen otros blockbusters. Aquí no hay abuso de pantallas verdes ni efectos digitales. En su lugar, se nos ofrece vértigo real, sudor, velocidad, altura y riesgo. The Final Reckoning es una película efectiva, bien contada, que respeta al espectador. Tal vez peque de tomarse demasiado en serio, pero lo hace con la autoridad de quien se apoya en una construcción sólida.
No es solo una película de acción: también es una película de personajes. Uno entiende las relaciones entre los protagonistas y comprende que, aunque existan atajos, el héroe jamás los tomará. Porque lo que se ha construido con Ethan Hunt es precisamente eso: un héroe dispuesto a sacrificarse por aquellos que jamás conocerá, pero que lo necesitan.
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Amo Mision Impisble, más que James Bond.
Excelente reseña Damián. Gracias Revista Meta. Por compartir.