CJ RAMONE EN EL TEATRITO: FUERZA PARA AGUANTAR

Tras su paso por Bahía Blanca y Temperley, el último baluarte de Ramones cerró su gira argentina el pasado viernes en Capital Federal.

Crónica de Gonzalo Ciampa
Fotografías de Martín Rodriguez


“Muchas gracias, Buenos Aires. Por siempre Ramones”, dispara CJ a modo de cierre y saludo final. Y esas palabras, que también hubiesen sido perfectas para el comienzo del show, encuentran una lógica aún mayor al final del mismo, cuando la gente termina de cantar el famoso grito de guerra (“Hey! Ho! Let´s Go!”) que inmortalizó “Blitzkrieg Bop”. Pero aunque el último trazo de música estuvo compuesto por esos inoxidables temas que todos quieren escuchar, Christopher Joseph Ward supo pergeñar un concierto dinámico que entrelazó sus propias músicas con los hits ramoneros.

La antesala supo atrapar la atención de los primeros presentes que abordaron el moderno espacio de la calle Sarmiento para escuchar el punk rock que ofreció Más de lo Mismo y el histrionismo que mostró Juan Novoa en el rockero set de Pelea de Gallos, grupo que también acuña potencia con el tambor de Damián “Chino” Biscotti (Cadena Perpetua). Pero la noche y la expectativa comenzaron a despertar en los segundos previos a la salida del “pequeño” Ramone.

El arranque con Let´s Go (de su última placa, American Beauty) pudo sorprender -para bien o para mal- a más de uno, pero quizás sirvió para entender que se puede celebrar el pasado sin estar “atado” a él, a pesar de continuar utilizando el emblemático nombre artístico. “Yeah, Yeah, Yeah” y “You´ll Never Make Me Believe” -también de su último trabajo- sonaron al principio, junto a joyas como “The Crusher” y “Cretin Family”, que gestaron los primeros pogos. En el simple ejercicio de cerrar los ojos y sólo escuchar, puede que no se encuentren diferencias entre aquel joven bajista que en 1989 se calzó la chaqueta de cuero y le recargó energía a Ramones y éste, que en 2018 luce panza y canas -y que cada tanto goza de un pequeño respiro para tomar agua-. Su voz no acusa el paso del tiempo, y como ya no está Johnny para marcar los movimientos del escenario, CJ hace y deshace a su manera. Pero no hay que alarmarse porque la esencia está. Siempre. Hasta podría decirse que es inmutable. Si los Ramones solían clavar unos exactos 75 minutos, su último bajista roza los 80; pocas palabras deslizaba Joey, pocas dispara CJ. “One, Two, Three, Four!” y a seguir… “Judy is a Punk” sintoniza uno de los momentos más explosivos, en plena comunión con un público que canta de forma acelerada aquella joya que integró el primer disco de Ramones, ése que cambió todo.

Entre medio de “One More Chance” Y “Before the Lights Go Out”, la potencia de “Strenght to Endure” te retrotrae a 1992. La fuerza musical de aquella belleza punk que integró “Mondo Bizarro” -y que el grupo A.N.I.M.A.L versionó bajó el nombre de “Fuerza para aguantar” en 1998- sigue sonando con la frescura que siempre la caracterizó.

Aunque los temas de Ramones suenen con más “cuerpo” gracias a las guitarras de Dan Root y Nate Sander, el bajo de CJ cobra más notoriedad que cuando sólo acompañaba a la clásica guitarra Mosrite de Johnny. El joven Chris Eller mantiene el pulso de Marky Ramone, pero también destila fills propios que enriquecen las versiones del cancionero ramonero. Y aunque los Ramones solían tocarlas más rápido arriba de las tablas, CJ apela al tempo clásico para ejecutar los clásicos.

Más allá de los constantes recuerdos, “Three Angels” expresa un homenaje directo a Johnny, Joey y Dee Dee y “Won’t Stop Swinging” es dedicada a Steve Soto, el reconocido músico estadounidense que trabajó con CJ y que falleció en junio de este año. “Last Chance to Dance” invita a mover los pies al ritmo del rock and roll mientras que “California Sun” y “R.A.M.O.N.E.S” provocan un salto temporal de 18 años.

Ya en el final, la melódica “Baby, I Love You” y la icónica “I Wanna Be Sedated” le dan paso al histórico grito de guerra, ese que traspasó los años y que aún suena cuando otros grupos le rinden homenaje a los Ramones, porque, como dijo su último bajista, “Ramones Forever”.

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