29/7/16
Por Fer Casals
La primera conclusión que surge luego de ver la versión animada de «Batman: The Killing Joke» (Moore/Bolland, 1988) es que no alcanzará el estatus de clásico de la novela gráfica en la que se basa. Simplemente porque no es tan buena.
Para ser claros, el largometraje funciona bien solamente cuando se apega al material original. El intento en la introducción de explicar mejor las motivaciones de Barbara Gordon, termina mostrando a la víctima aún más desechable que antes.
La película le presta la voz narrativa a Batgirl y vemos como lucha para llegar a un acuerdo con Batman sobre su papel en la lucha contra el crimen. Una dinámica que se hace cada vez más complicada ya que los dos investigan a un mafioso que intenta tomar el control del negocio de su padre. A medida que aumenta el nivel de amenaza para Batgirl, Batman trata de protegerla. Pero… las decisiones de Batman se ponen en duda cuando la relación de «socios» se convierte en algo más… en un intento de humanizar aún más Barbara, ellos tienen sexo.
Es fácil imaginar por qué el guionista Brian Azzarello y el director Sam Liu usarían este artilugio -además de para extender el metraje- Bárbara no es mucho más que eso en la novela gráfica original; un plot device que se convierte en un factor motivador para que su padre pueda justificar lo que sea que Batman haga en ese final brillantemente ambiguo.
Se puede argumentar que los temas que trataba la novela gráfica son lo que importa, y la película los toca en su mayoría. Sin embargo, las adiciones cargan de confusión al mensaje general. No es Batman el hombre ordinario siendo empujado a sus límites, es apenas imperfecto, pero demasiado desconectado del conflicto central de la historia de Moore.
Mientras que el material de origen se conserva clásico y eterno en las palabras de Alan Moore y los dibujos de Brian Bolland, esta versión se diluye en un Batman, Joker, Barbara y el comisionado Gordon que carecen del peso y el pathos icónico de la versión en papel. No alcanzó.
5 de 10
