La Chica Danesa

LA PREVALENCIA DEL AFECTO POR SOBRE TODAS LA COSAS

Inspirada libremente en la novela homónima de David Ebershoff, «La Chica Danesa»  narra el derrotero de la pintora danesa Lili Elbe, la primera mujer transexual que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo.

El joven matrimonio compuesto por Gerda (Alicia Vikander) y Einar (Eddie Redmayne), refinados pintores de la Copenhague de 1926, transita una vida apacible. Comparten el amor por la pintura y por su obediente can (que de tan dócil hasta posa para los retratos). Einar ha obtenido reconocimiento gracias a sus representaciones de los paisajes de su pueblo natal, al tiempo que Gerda aún busca posicionarse como retratista.

Están intentando tener hijos, anhelo que parece más propio de Gerda que de Einar. Cuando Gerda precisa un reemplazo para retratar a su amiga bailarina, le solicita a su marido que tome su lugar y se calce las medias de seda, el vestido y la peluca que tenía preparadas y este accede, Einar descubrirá una sensación placentera que estaba adormecida. Y esta secuencia marcará el primer acercamiento de Einar al descubrimiento de su identidad sexual, ya que lo que comienza como un juego inocente  y una concesión amorosa al pedido de su mujer rápidamente adquiere otro cariz.  A partir de la toma conciencia del placer por el contacto con elementos propios de la femineidad, el rechazo de Einar de su masculinidad será cabal.

Vikander compone a una mujer compasiva, dueña de una solidaridad inigualable, dispuesta a acompañar a su esposo en su transición de género y la  realización de su anhelo más profundo (pese a saber que la concreción del mismo la alejará de él para siempre). Gerda defenderá con ferocidad a Einar del enjuiciamiento de los médicos que lo atienden, cuya mirada es severa y no comprensiva del padecimiento de su paciente (y es antitética a la ternura de la de Gerda).

Cabe recalcar la delicadeza de la fotografía a cargo de Danny Cohen, así como una  acabada recreación de época.

La dupla protagónica logra transmitir con creces la profundidad y solidez del vínculo que los une, que persiste pese a los drásticos cambios que atraviesa. Si bien Redmayne transita la complejidad afectiva de su personaje con una expresividad notable, cae en excesos que determinan cierto corrimiento de la sutileza. Un gran mérito del film reside en las interpretaciones, especialmente la de Vikander, que conmueve con su recorrido emocional desde el impacto que le provoca descubrir que su marido ya no se siente un hombre a su gradual y dolorosa aceptación de la nueva realidad. –Paola Jarast

8 de 10

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GÉNERO: OSCAR BAIT

El problema de «La chica Danesa», (el retrato de Tom Hooper de las artistas Gerda y Einar -luego Lili- pionera del cambio de sexo) es su estructura complaciente para adaptarse a un ideal: la biopic amable lista para la temporada de Oscars.

Si el guión cambiaba la transexualidad por la adicción a la heroína o el siempre efectivo cáncer, el film continuaba siendo el mismo. Hay visitas al médico, desesperadas súplicas de cambio en la relación y claro, la aceptación. El año pasado, Eddie Redmayne ganó como mejor actor actuando en la misma película con otro título «La Teoría del Todo».

Redmayne interpreta a Lili como una santa inocente. Y confunde feminidad con afeminado. La gran actuación del film es la de Alicia Vikander que nos obliga a ser testigos de lo mucho que Gerda pierde para dar vida a Lili.

Al principio, Einar no puede articular su confusión, luego traduce los impulsos de Lili en una persistente atracción por vestidos de seda, lo que sugiere que la película no entiende sus necesidades más profundas y coloca la idea de feminidad en lo exterior. Ni siquiera se maneja con sutileza la manera en la cual ella descubre la mirada masculina en una serie de escenas que parecen sketches.

El pasado aquí sólo existe como una esfera nebulosa y sentimental en el que Lili compartió una vez un beso con su mejor amigo. Hooper parece más obsesionado con el proceso de Gerda, pero los tormentos que informan sus pinceladas prosaicas también permanecen ajenos al espectador. El interés de los realizadores en el trabajo de Einar y Gerda comienza y termina con la crisis de la identidad.

Ambos actores están a merced de un guión que con rigidez, agresivamente insiste en señalar a los temas de identidad y confusión en cada línea de diálogo («Fue como besarme a mí misma«, Gerda recuerda cuando besó a Einar).

Hooper cree que la belleza andrógina de Redmayne es suficiente para hacer alusión a la disforia de género de Lili. Visto con ojos del políticamente correcto siglo XXI la película sólo busca resaltar -como sea- la determinación de su lucha, y «como sea» es la manera que tiene Hollywood de repetir una fórmula. –Fer Casals

4 de 10

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