Oscars 2025: Reseña de «UN DOLOR REAL»

Por Matías Vitali

«Un dolor real» es la nueva película escrita, producida, dirigida y actuada por Jesse Eisenberg. Kieran Culkin complementa la dupla protagónica. Dos primos, que son el agua y el aceite, emprenden un viaje hacia Polonia, y lo hacen junto a un grupo coordinado por un guía turístico. Estos primos se reúnen luego de la muerte de su abuela polaca, y lo hacen precisamente para honrar la memoria de ella.

Durante el viaje se irán abriendo las heridas de lo peor que nos haya pasado como
humanidad, como lo fue la segunda guerra mundial y el holocausto y sus campos de
concentración. Y a medida que estas heridas de la historia renacen, también lo hacen las
heridas del pasado de estos dos personajes, amenazando así con estropear el proyecto que los convoca.

Eisenberg demuestra una verdadera sensibilidad para abordar estos temas y lograr
tamizarlos con un humor muy preciso y efectivo. Sin caer en ningún momento en
solemnidades oscuras, y evocando lo mejor del cine de Woody Allen, la pieza fluye desde un
inicio, ininterrumpida, en una tensión que crece sutilmente minuto a minuto hasta su
desenlace. No hay pretensiones remarcadas ni ambiciones narrativas, la película funciona en
su minimalismo, enfocando la atención en la dinámica vincular de estos dos primos a quienes desde su primera interacción ya se les puede adivinar la incompatibilidad.

Uno (Jesse) es un hombre estructurado cuya felicidad radica en el éxito del modelo
moderno de familia de clase media. Padre, esposo y ciudadano de New York. El otro (Kieran), es una persona que no trabaja, vive en una ciudad muy chica, y no encaja en modelos tradicionales. Este último, no logra encontrar la satisfacción en una sociedad cuyas
superficialidades anestesian los sentidos. El choque entre ambos es inevitable. Una fuerza
intentando ordenar a otra fuerza que no hace más que cuestionar y desestabilizar. Esa
dinámica logra secuencias realmente tensionantes (y al mismo tiempo graciosas) y genera
pequeñas perlas memorables como la escena en el tren o la del cementerio.

Es interesante el procedimiento del guion que hace que los personajes estén siempre
permeables a su entorno: todo lo que ocurre con el grupo, con la ciudad, y la historia de
Polonia repercute en diferentes niveles en los estados de ellos, y por ende en la progresión del propio conflicto de estos dos primos. Es como si la experiencia de la travesía fuera
modificándolos constantemente.

En los aspectos técnicos está muy bellamente filmada. Hay un par de planos y
travelings muy interesantes. Sin embargo, se destaca que muchas veces la cámara deja su
funcionalidad narrativa para desplazarle esa tarea al espectador. Hay pequeños signos que la
cámara no remarca, y que están a disposición de un ojo activo que va completando con su
propia percepción. Un claro ejemplo de esto, son los detalles del vestuario del protagonista en las primeras tomas. La elección de que se nos muestre casi todo el tiempo a una Polonia
nublada, sin sol, sin brillo, agrega un atractivo desde lo visual que remarca sutilmente la
atmosfera general de lo que subyace detrás de lo que está ocurriendo en aparente
tranquilidad.

Las actuaciones son impecables y es lo actoral lo que sostiene y hace funcionar una
obra que apela a lo sutil y minimalista. Jesse, a pesar de estar en su lugar de actuación de
comodidad, logra destacar. Mención aparte el trabajo de Kieran que logra aprovechar las
virtudes de juego de su personaje para realmente encarnarlo y lograr incomodar. Genera una mezcla de ternura, compasión y rechazo. Incluso el reparto está muy sólido en sus actuaciones, logrando diferenciar a cada personaje del montón. Will Sharpe, en su rol de guía turístico, es tan buen actor que cuesta recordar que fue ese millonario que nos dejó tantas sensaciones desencontradas en «The White Lotus». Se nota que probablemente hubo una profunda dirección actoral preocupada por los detalles interpretativos.

No debería contar mucho más, pues la película se cuenta sola. Fluye excelente, está
muy bien actuada, y dentro de los márgenes de su planteo estético, destaca como una
propuesta solida que bien merece estar ganando los premios que está ganando. «Un dolor real» estrena a mediados de enero de 2025 y se recomienda mucho verla.

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