TEATRO: Reseña de «Antígona en el baño»

Por Matías Vitali
Fotos: Primates Visual

Desde Revista Meta quisimos echar un ojo a esta obra que viene cosechando desde hace mucho tiempo elogios, nominaciones, y un “boca en boca” estupendo. 

Siempre ir a ver lo que hace en el escenario la exquisita Verónica Llinás es un muy buen plan, pero hacerlo en esta obra en particular es directamente una cita obligada. 

La premisa es interesante y prometedora: Una actriz diva de la televisión, entrada en años, debe interpretar nada más y nada menos que a uno de los personajes más clásicos de la dramaturgia universal, pero una especie de ataque de pánico escénico, cuya raíz explorará el desarrollo de la obra, se adueña de ella por completo y decidirá cancelar el estreno. Esta desmedida acción, pondrá en juego muchas cosas entre ella y su asistente o representante, o mayordomo, o chofer, o todo eso junto. Entre otras cosas, pondrá en juego el vinculo personal y laboral que los ata. 

La pieza, cuya narración es clásica y lineal, se encargará muy bien, en una primera y extensa parte, de poner sobre la mesa quiénes son estos dos protagonistas. Un despacho de acciones relacionadas al maltrato y el abuso nos mostrarán la jerarquía reinante en este vínculo. Al principio, llama la atención que la obra haga tan extensa su parte expositiva o introductoria, pero a medida que avanza el relato y, sobre todo, cuando el personaje descubre y confiesa la raíz de su estado nervioso, aquella decisión dramatúrgica cobrará sentido. Además, resulta necesaria para que dramáticamente funcione ese giro desconcertante que provoca dicha confesión. 

Una vez que la obra toma ese nuevo rumbo, se pone cada vez más y más interesante, rompiendo una estaticidad imperante hasta entonces en la puesta en escena, complejizando la trama, y desnudando (literal) a los personajes en sus distintas capas. Todo concluye con un más que satisfactorio desenlace que nos deja algunas preguntas y que no le esquiva a la reflexión. Su punto más fuerte, y que hace sistema dentro de un todo, es la naturaleza de la tragedia. Aquella que está ahí, que la vemos venir, pero que decidimos ignorarla. ¿Cuál es la verdadera tragedia? se pregunta la obra. Y su posible respuesta generará a más de a uno, una inevitable identificación. O catarsis, en términos griegos, ya que estamos. 

Las actuaciones son todas excelentes. Destaca la inmensa y arrolladora capacidad escénica de Llinás y sus infinitos recursos expresivos, tanto para la comedia que está presente desde el minuto uno hasta el final, como para aquellos momentos más íntimos. Nunca repite un recurso, despliega juegos actorales constantemente y hace de su personaje uno bien dinámico y tridimensional. Otro trabajo que llama la atención es el de Darío Lopilato, que abandona lo efectista de su labor más reconocida, para comprometerse en la verdadera composición de un personaje. También apela a recursos que demuestran lo buen actor que es.

Antígona en el baño, es la cita perfecta de calle corrientes, donde abundan obras que se resignan con simpleza a lo efectivo y no ofrecen nada más. Acá encontraremos una obra capaz de invitar a un humor accesible, entendible, inclusivo, pero que no abandona otras capas, y que dialoga con más de un público objetivo. Excelentemente actuada, dramatúrgicamente hábil, con una puesta acorde, que mantiene al espectador entretenido en todo momento. Verónica Llinás, y su “no Antígona” es imperdible. 


FICHA TÉCNICA

DIRECCIÓN Laura Paredes – Verónica Llinás
ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Sabrina Arias
ESCENOGRAFÍA: Julieta Ascar
VESTUARIO: Sofía Di Nunzio
ILUMINACIÓN: Eli Sirlin 
PRODUCCIÓN GENERAL  Juan Manuel Caballé – Ricardo y José Luis Gallo

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