TEATRO: Crítica de «QUINTO ROUND»

Por Marcelo Cafferata

Cuando vamos al teatro: ¿Qué es lo más potente? ¿Las actuaciones, el texto, la puesta en escena?

Es probable que en el cine, algunas películas que no funcionan completamente, se vean mejoradas por efecto de la técnica, del adicional que puede significar una buena fotografía, una buena banda de sonido o algún efecto especial: “distractores” que, en cierto modo, elevan el promedio de la propuesta.

¿Sucede lo mismo en teatro?

Creo que en teatro, la fuerza del texto, la dramaturgia llevada a la escena, es lo que marca el ritmo y la calidad de la obra. Excelentes actuaciones pueden verse opacadas cuando el texto no genera la química precisa que debe darse en el hecho teatral.

Algo de eso sucede en “QUINTO ROUND” la obra escrita por Pacho O’ Donnell que, con puesta de Gerardo Otero, se presenta en Timbre4.

La puesta de Otero nos sumerge desde un primer momento en el ambiente del boxeo y nos zambullimos de lleno a la historia: cuando ingresamos a la sala, casi a media luz, podemos ver a Renato, ya en pleno entrenamiento. Se prepara intensamente para su revancha con el Ninja, un boxeador con el que algunos meses antes ha perdido una pelea que lo dejó marcado y que ha significado un fracaso importante dentro de su incipiente carrera.

En un modesto gimnasio – vivienda, con aires del conurbano, Renato comparte no solamente su entrenamiento sino que también convive con su entrenador, Sócrates, un hombre que parece quebrado por las circunstancias pero también esperanzado de que algún hecho positivo pueda marcar un nuevo rumbo en sus vidas. Ellos son dos personajes unidos por el deseo de tomarse revancha, que encuentran en esta nueva pelea, una posibilidad de generar algún ingreso económico y de esta forma, el progreso.

QUINTO ROUND” completa el cuarteto de personajes con Mili, la amante del boxeador que es la que sostiene su estadía en la pensión con algunos billetes que le deja en cada encuentro y Pascarolli, el representante de Renato, quien irrumpe en escena con una propuesta de arreglo para la pelea.

Esto por un lado, significará un ingreso seguro de dinero pero, al mismo tiempo, los enfrenta con sus propios valores y sus dilemas morales.

La propuesta de Pascarolli viene a romper con ese delicado equilibro que sostiene a los personajes: los obliga a lidiar con la disyuntiva de lo que cada uno de ellos está dispuesto a resignar por sus sueños y hacer que la suerte cambie de una vez por todas. Y que, alguna vez, los que jamás han podido ganar, encuentren su propio espacio y tengan su propia revancha fuera del ring: en la vida misma.

La premisa de “QUINTO ROUND” es interesante y presenta muchas aristas para poder ir buscando respuestas a las preguntas que se generan ante un hecho disparador que los enfrenta con sus propias miserias, su sentido de la ética y los límites que les imponen sus propios principios.

El texto, lamentablemente, se queda en la superficie, como sentenciando a sus propias criaturas a la falta de vuelo, confundiendo la simpleza de su accionar con cierta chatura en la que están atrapados.

Los vínculos que la dramaturgia establece entre ellos son previsibles, trazados en base a lugares comunes y estereotipos (que se ven más fuertemente representados en la amante que tiene que se impone como una mujer exuberante, que desborda sexo y mantiene económicamente a su hombre que le provee lo que su marido ya no puede darle) que no benefician al trabajo de los actores que tienen que resolver en base a un texto al que le faltan repliegues y matices.

Todo está puesto en un mismo tono, en un mismo orden de cosas y cuando el conflicto se dispara, las reacciones de los personajes suenan esquemáticas, básicas, sin carnadura.

La puesta en escena que genera Gerardo Otero es funcional y recrea perfectamente el clima y el espacio necesarios para que se desarrolle la obra.

Ramiro Martínez (a quien también se lo puede ver en “El Marginal”), en el rol del boxeador, está en permanente movimiento y sale airoso de todas las exigencias que implican construir este Renato, un papel que le permite un gran lucimiento.

Osvaldo Santoro pone absolutamente todo su oficio en escena y logra que Sócrates, aun con todas sus contradicciones, sea un personaje querible.

Juan Carlos Ricci, en el papel de Pascarolli, será quien genere el desequilibrio entre los personajes, con esa decisión que deben tomar frente a su propuesta. Tanto el texto como la puesta, lo reduce a entrar y salir de escena repitiendo reiteradamente un mismo esquema y por lo tanto, su personaje, no le permite crecimiento alguno.

Cierra el cuarteto una explosiva y enérgica Mili a cargo de María Lía Bagnoli que aún con todas las obviedades con la que el texto construye a su personaje, sabe sacar provecho y generar una atracción diferente.

QUINTO ROUND” huele al teatro de principios de los ochenta, cuando Oscar Viale encontraba en estos personajes costumbristas toda una plataforma para hablar de lo que nos sucedía como sociedad. Hoy por hoy, este tipo de textos, sin un correcto aggionamento, quedan anacrónicos en escena y necesitan de todo un trabajo de relectura para que puedan hablar de lo que nos pasa, con un lenguaje de pleno siglo XXI.


QUINTO ROUND

De: Pacho O’Donnell
Dirección: Gerardo Otero
Con: Ramiro Martínez, Osvaldo Santoro, Juan Carlos Ricci y María Lía Bernardi
Escenografía: José Escobar
Asesoramiento en boxeo: Pablo Paoliello
Asistente de Dirección: Ana Sancho
Teatro TIMBRE 4 – México 3554 – Domingos a las 19:00 hs

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