TEATRO: Crítica de «TODO PIOLA»

Por Damián Aspeleiter
Foto Eleonora Pascual


Todo Piola, es una obra nacida a partir de un poemas Mariano Blatt que cuenta con actuaciones de Eddy García, Carla Di Grazia y Guadalupe Otheguy; la dirección es de Gustavo Tarrío y el guión del mismo Tarrío y Eddy Garcia. Esta obra cuenta con música de Guadalupe Otheguy y que se presenta los sábados a las 23:15 en Timbre 4 y que tiene una duración de 102 minutos.

Es difícil hacer el análisis de una obra, sobre todo cuando esta te obliga iniciar la redacción diciendo que es difícil de analizar. Todo Piola es una obra que te hace sentir varias sensaciones encontradas a partir de su estética anticlimática y minimalista pero inmediatamente uno comprende que la puesta en escena es solo una apuesta a darle espacio a los actores para poder moverse y jugar con sus cuerpos y sus voces.

El escenario muestra el despojo propio del teatro under que necesita de la interacción de las luces y la música para crear la necesidad de imaginar y llenar los espacios vacíos por parte del público. El argumento demasiado pequeño, tan pequeño que a los pocos minutos pierde su razón de ser para convertirse en una mera excusa para lo que vendrá. Si existe un argumento puede reducirse a: dos pibes del conurbano se encuentran, se gustan y se seducen.

Desde su inicio la obra entra en un proceso de «irse al carajo » ocasionando un caos que resulta agradable por momentos y grotesco por otros. La obra te invita a sentirte imbécil por instantes, a burlarte de tus propias convenciones y restricciones estéticas. Para empezar tenemos a una mujer con los senos al aire, nada más ¿qué le da derecho a un hombre a caminar con el torso desnudo y a una mujer no? al fin y al cabo solo son tetas y no dañan a nadie. Carla se queda en tetas y estamos bien, no pasa nada, el mundo no se va a caer por eso. Así Todo piola te hace entrar en su código y aceptarlo. De a poco la obra va girando hasta transformarse en dos cuerpos chocando, rozándose, besándose, puteandose, escupiendose y chupándose hasta los codos. Todo se fue al carajo y la obra sobre un romance de dos pibes del conurbano es otra cosa.

Pasamos a un monólogo que no es más que una serie de consignas, relatos y asociaciones libres que se transforma en la ausencia de texto, en cuerpos bailando, girando, rozándose, amándose, cerca del público, contra el público, sobre el público y de alguna manera con el público. Se rompió la cuarta pared y la obra ha convertido a todos en cómplices y participes necesarios del descontrol.

Solo la música virtuosamente interpretada por Guadalupe Otheguy nos indica que seguimos en la obra; la música y la certeza de que esa pantomima de sexo que nos muestran eso cuerpos desnudos están jugando, solo jugando, y si, los actores se desnudan y juegan con su falta de inhibiciones, provocando las inhibiciones y prejuicios del público. Vale decir que el desnudo anunciado desde el comienzo no es lo que provoca el choque y la risa incómoda en algunos sino lo artificial y efectista de esto. El gran logro de los actores es hacer sentir que se está en presencia de una ceremonia sexual que es íntima pero que les pertenece a todos. A esa altura el argumento del romance de dos pibes del conurbano ya no tiene sentido, como lo anunció Eddy minutos antes. Todo es juego, danza y locura hasta llegar al éxtasis y el bajón.

Todo Piola es una obra de argumento pequeño, que justamente por su pequeñez debe expandirse a otros mundos y otros espacios, convirtiéndose en una suerte de manifiesto, ya que podría ser eso, un manifiesto teatral de no ser que pretende en demasía trascender y englobar en su discurso todas las causas correctas, en definitiva las buenas intenciones no disfrazan lo artificial del shock que quieren crear.

Es una obra que choca pero no asusta y que para quienes tienen más de cuarenta hasta puede resultar naif, por lo directo y falto de poesía de su discurso pero al mismo tiempo es una obra que le habla a su generación, que los convierte en cómplices dándoles la satisfacción que fueron a buscar, a pesar de las limitaciones y excesos de la obra.

7 de 10


Ficha técnica
actúan: Eddy García, Carla Di Grazia, Guadalupe Otheguy
diseño de iluminación: Agnese Lozupone
vestuario: Cristian Bonaudi – Ana Press
gráfica: Maxi Sosa
fotos: Leandro Bauducco
asistente general: Florencia Siaba
asistencia de dirección y diseño de movimiento: Virginia Leanza
producción ejecutiva: Alejandra Menalled
canciones: Guadalupe Otheguy
guión de Gustavo Tarrío – Eddy García
dirección: Gustavo Tarrío

TIMBRE 4
México 3554
Capital Federal – Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4932-4395
Web: http://www.timbre4.com
Entrada: $ 400,00 – Sábado – 23:15 hs – Hasta el 23/11/2019

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1 Comment

  1. Senti sinceramente eso que describir, para algunos jovenes que no han vivido las épocas del Parakultural o ese movimiento teatral ochentoso que realmente resistía y marcaba una gran diferencia, este pastiche les puede parecer osado. Los que ya vimos a «Gambas al Ajillo» cuando Llinás, Flechner, Maria Jose Gabin y compañía, realmente rompian con todos los prejuicios de la época y montaban un teatro de vanguardia cuando nadie, absolutamente nadie se animaba. Los que vimos a Urdapilleta y Tortonese. Los que vimos a Batato. Los que pudieron vivir las épocas del Di Tella: para todos ellos esto ni asusta ni plantea nada nuevo mas que dos actores que intentan hacerse los vanguardistas, ponerse en pelotas y refregarse en la platea, jadeantes, desbordantes, intentando incomodar al publico.
    Cuando presencie la obra el actor dijo «al que no le gusta que se vaya, porque todavia falta lo peor», no solo sentenciando con una frase de mal gusto y maltratando al espectador que pago su entrada sino haciendose sentir al publico «atrapado» porque no habia forma de salir de la sala sin pasar por al lado del actor y entregarse a su posibilidad de mofa frente al publico.
    Cuando voy al teatro disfruto el texto, la puesta, las actuaciones, las nuevas ideas, que me respeten como espectador y que respeten mis ganas de participar o no en la obra. Romper la cuarta pared ofendiendo al publico, molestando, incomodando no es una forma de provocación. A mi me provoca muchisimo mas una buena idea, un texto brillante, una actuación inolvidable. «TODO PIOLA» tiene toda la irreverencia cuasi adolescente de creer que están innovando y planteando conceptos nuevos cuando es evidente, entonces, que vieron poco teatro y TODO, absolutamente TODO lo que hacen fue hecho anteriormente y obviamente, mucho mejor.
    Una pena

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