TEATRO: Crítica de «TÓXICO»

Cosas que perdimos en el fuego

Por Marcelo Cafferata

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Ella espera. Él finalmente llega: recibió un mail informando de un evento en
particular y no quiso eludir la convocatoria. Parece que los demás, irán
llegando más tarde.

Mientras tanto, ellos irán conversando, incómodamente por cierto, y a poco de
iniciado el diálogo, sabremos que fueron pareja, que un día él decidió dejar el
hogar y no volver a tomar contacto nunca más, sin ningún tipo de explicación.
Fue un 31 de Diciembre de hace ya alrededor de diez años. Una fecha
particular que ha quedado marcada a fuego, sobre todo para ella, que parece
seguir necesitando los motivos, las razones que ocasionaron ese abandono.
Juntos comparten un profundo dolor. Otro acontecimiento que también los ha
dejado quebrados, esas circunstancias vitales en donde nada volverá a ser lo
mismo y sin embargo, ambos siguen de pie, vivos, aún con sus lastimaduras,
sus reproches y sus dolores a cuestas, pero en un tiempo presente que
intentarán reescribir juntos.

La dramaturga holandesa Lot Vekemans disecciona el dolor de una pareja pero
lo hace de una forma notablemente positiva. Sin caer en los gritos, en los
vómitos de reproches, en seguir revolviendo placenteramente el dolor con
agresiones, lo que podría ser un profundo melodrama atraviesa esos
momentos de tensión de una forma sumamente particular. Este texto, que
adaptado libremente para el cine tuvo su versión de la mano de Isabel Coixet
con “Ayer no termina nunca” con protagónicos de Javier Cámara y Candela
Peña, encuentra una potente versión de Ronald Browuer que bajo el título de
“TOXICO” pone en escena a Javier Perdersoli y Mara Bestelli como estos dos
seres diezmados por el pasado que intentan tomar las riendas de sus propias
vidas, y lo hacen desde dos puntos de vista completamente diferentes.
Hay, como es esperable, algunos momentos de catarsis, de dardos
envenenados por cuentas pendientes y pequeñas ironías punzantes. Pero el
secreto que esconde Vekemans en su texto es que no son justamente esos
momentos los más interesantes de la obra, sino que sólo preparan a los
personajes para lo que verdaderamente “TOXICO” tiene para contarnos.
Ella sigue esperando las razones del abandono y quizás después de todo este
tiempo transcurrido, él recién ahora pueda empezar a expresar lo que le
sucedió cuando ocurrió la tragedia, lo que antes no pudo poner en palabras ni
tratar de resolverlo juntos.

¿Qué hacer cuando un hecho tan contundente irrumpe insospechadamente y
arrasa con todo a su paso?

Ella no ha podido más que ir sobreviviendo y, en cambio, él ha podido
comenzar a trazar un camino nuevo con algunos momentos de felicidad, si es
que se puede definir esos momentos de algún modo. ¿Eso implica el olvido?
¿Quedarse aferrado al dolor implica tenerlo más presente?

No solamente el texto de Vekemans moviliza e interpela al espectador en estas
cuestiones, sino que dentro del esquema esperado para un texto de dos
personajes frente a esta problemática –que ya ha sido transitada de alguna u
otra manera en teatro por “Lo que nos une / Rabbit Hole” o en cine en “La
habitación del hijo” de Nanni Moretti por citar solo algunos ejemplos- habilita un
tratamiento muy diferente, alejado del estereotipo masculino. Le permite
mostrar su dolor, saber que recuerda cada detalle de lo ocurrido y que a pesar
de haber seguido adelante, su emocionalidad está a flor de piel y disponible
para reparar y sanar lo que sea necesario.

Javier Pedersoli compone un personaje que le da la posibilidad de mostrarse
tan optimista frente al presente como atravesado por el dolor de ese pasado
que sigue, de alguna manera, vivo en cada uno de ellos. Su composición tiene
vigor, tiene fuerza pero también transita la calma, la sensibilidad y la calidez.
Pedersoli transita cada uno de esos estados del personaje sin exaltaciones,
simplemente componiéndolos con sutileza y poniéndole el cuerpo a un texto en
apariencia simple pero con una huella compleja.

A su lado, Mara Bestelli también brilla en un personaje atrapado en el dolor, en
el pasado, en ese momento donde todo era diferente y la vida le proponía otra
mirada, en esa permanente añoranza del paraíso perdido.
En ese encuentro, deseado y temido en partes iguales, ella comenzará a
desatar los nudos para intentar decidirse a tomar las riendas de su vida y poder
ver las cosas desde una concepción diferente. Bestelli acompaña a su
personaje a transitar esas contradicciones, con una particular mirada plena de
ternura hacia su ex pareja frente a lo perturbador de ese reencuentro, que ella
misma ha convocado.

“TOXICO” funciona como una pequeña pieza de cámara para dos intérpretes,
donde realmente ambos se lucen bajo la dirección de Pablo Di Paolo, que
siguiendo la propuesta del texto, evita todo trazo grueso y, en cambio, deja que
la esencia de la obra, discurra serena y se evidencie claramente uno de los
fuertes disparadores del texto: “Somos dos personas que se amaron, que se
perdieron el uno al otro y, más tarde, a sí mismos”

“TOXICO”
De Lot Vekemans
Versión de Ronald Brouwer
Con Javier Pedersoli y Mara Bestelli
Dirección: Pablo Di Paolo
Teatro El Extranjero – Valentin Gomez 3378 – C.A.B.A – Viernes 21.00 hs.

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