TEATRO: Reseña de ‘EL JEFE DEL JEFE’

Por Valeria Massimino

Paseo La Plaza – Sala Pablo Neruda. Sala llena, como siempre. No es casualidad: estamos frente a una de las obras del año. Una comedia inteligente, afilada, que combina risas con vértigo existencial y el inconfundible cinismo de Lars von Trier.

¿De qué va?
Gabriel (Federico D’Elía) fundó una empresa, sí, pero también fundó un jefe ficticio. Una figura inexistente para cargar con las decisiones incómodas, las impopulares, las que hacen ruido. Hasta que aparecen unos posibles compradores extranjeros que insisten con algo tan vintage como reunirse “cara a cara con El Jefe”.

Entonces Gabriel, desesperado, contrata a Cristian (Diego Peretti), un actor desocupado, pero con mucho método, para que interprete ese rol imaginario. Lo que sigue es una locura progresiva: el actor se mete demasiado en el personaje y dinamita toda lógica corporativa.

¿Qué pasa en escena?
Un duelo entre dos actores que saben lo que hacen. Peretti y D’Elía se lucen con soltura y oficio. Se divierten. Aman el teatro y se nota. Aman esas tablas por donde van y vienen, y son libres. Javier Daulte, como director, los deja ser. Y eso se agradece.

La escenografía es mínima, funcional. Todo lo demás lo ponen los cuerpos con sus almas, las pausas, los estallidos. Peretti vuelve a demostrar ese don suyo para llevar el desborde al límite sin romper la escena. D’Elía lo equilibra con una sobriedad tan precisa como necesaria. Dentro de la locura, lo hacen muy bien, natural, no se siente nada forzado.
Y no están solos: Juan Isola, Ariadna Asturzzi, Andrea Lovera y Cristian Jensen completan un elenco sólido. No acompañan: son parte esencial del ritmo y el delirio.

¿Y el texto?
La obra es una adaptación de “The Boss of it All”, película de Lars von Trier (2006). Sí, von Trier en clave comedia. Pero con su veneno habitual: hay sátira, crítica al capitalismo, una mirada punzante sobre el mundo corporativo, y un humor que se vuelve espejo. (Somos humanos, por ahora, no somos Inteligencia Artificial, no deshumanicemos… aun…)

Aunque nació en Dinamarca, la obra se adapta muy bien a nuestro contexto: el cinismo del jefe ausente, la precariedad laboral, la oficina como escenario del sinsentido. 

La trama se dispersa un poco hacia la mitad, pero el último acto es lo mejor: caos, gritos, locura, verdad. Porque cuando se corre el velo, aparece lo que evitamos mirar: lo que implica estar en relación de dependencia, el miedo a decidir, la comodidad de no ser “el jefe”.

Una comedia absurda que hace reír, pero también incomoda. Una oficina que se vuelve teatro.
Una pregunta que flota en el aire: ¿realmente queremos ser jefes? (Peor es ser Jefe o peor es estar toda la vida en una oficina?)

Un dato más: siempre hay un empresario chino queriendo comprarlo todo.

📍 Paseo La Plaza – Sala Pablo Neruda
📅 Miércoles y jueves 20:15 | Viernes 20 | Sábados 19:45 y 21:45 | Domingos 19:15
⏱ Duración: 75 minutos
🎟 Con Diego Peretti y Federico D’Elía
🎭 Dirección: Javier Daulte

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1 Comment

  1. La vi el sábado 7 de junio, risas aseguradas de principio a fin, para distenderse un poco del yugo diario.

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