TEATRO: Reseña de «Hombres y Ratones»

Por Marcelo Cafferata

Un clásico de John Steinbeck (premio Nobel 1962, autor de “Al Este del Edén” “Viñas de Ira” o “El invierno de mi desazón) llega a la cartelera porteña en una adaptación que traslada a sus míticos personajes campestres –que en su versión cinematográfica habían sido interpretados por John Malcovich y Gary Sinise-, pasando de la California de la Gran Depresión, a la Pampa argentina a fines de los años ’60.

Atravesando estos campos pampeanos vemos entonces a Jorge y Lito, dos peones, errantes trabajadores golondrina que van en busca de un nuevo trabajo, huyendo del anterior por ciertos problemas que se generaron a partir de la torpeza con la que Lito se condujo.

Lito encierra la inocencia y la pureza que le da su “retraso” mental, pero también tiene la fuerza bruta y la potencia que, al no poder manejar sus impulsos, hace que sus actos quedan tergiversados y se generen malos entendidos.

No sabe controlarse, no puede medir su fuerza y es así que cuando quiere acariciar el vestido de la mujer de su patrón anterior, todo se confunde con un intento de violación y creerán más conveniente darse a la fuga y tratar de encontrar un nuevo trabajo.

Jorge, por el contrario no tiene la fuerza laboral única que tiene Lito, sino que representa la parte más pensante del binomio, es un hombre inteligente, hábil, que está atento a cada uno de los detalles, aunque es un peón de campo sin formación.

Juntos forman un buen equipo, se tienen el uno al otro y se complementan efectivamente. Sueñan con un futuro donde puedan tener su propia granja, alejados de los mandatos de cualquier patrón y en donde Lito sueña con criar conejos y poder acariciarlos y ser felices.

Adaptar un texto de Steinbeck no es para nada tarea fácil y la titánica tarea emprendida por Lisandro Fiks (quien también tuvo a cargo la traducción y adaptación de “Un enemigo del pueblo” el clásico de Ibsen actualmente en cartel con la actuación de Juan Leyrado, Edgardo Moreira y Raúl Rizzo) sabe transmitir la contundencia de un texto clásico, logrando sintetizar la historia, restando algunos personajes secundarios sin perder la esencia y el clima del original.

Por otra parte, la dramaturgia presenta algunas imprecisiones en las referencias de tiempo y espacio. El lenguaje propio de la época que se quiere representar y más aun girando en torno a un espacio tan particular como el campo (en donde la manera en el decir y la precisión en la elección de las palabras son fundamentales en esta tarea de adaptación), no siempre se ve respetado en la dramaturgia y provoca cierta disonancia que podría mejorarse.

No obstante, la adaptación sabe transmitir claramente la crisis por la que atraviesan los personajes, sus sueños, sus frustraciones, sus imposibilidades y la actitud de cada uno de ellos frente a una situación extrema. Al mismo tiempo, la dirección del propio Fiks y de Gustavo Luppi, acierta en la utilización del espacio escénico que brinda El Portón de Sanchez, en donde pueden jugar con la profundidad del campo traviesa y al mismo tiempo con la intimidad de una pequeña habitación.

Las interpretaciones son el punto más alto de la puesta. Juan Luppi tiene a su cargo dar vida a Jorge, y a medida que avanza la tensión de la obra, vemos cómo va encontrándose con la esencia de su personaje, que por otra parte podría crecer en credibilidad ajustando esos problemas que presenta el texto (sus expresiones no se condicen con las de un hombre de campo, de clase baja, de fines de los ´60).

Lito está a cargo de Ramiro Mendez Roy que encuentra la forma perfecta de transmitir ese hombre-niño, esa candidez y esa inocencia propia de su personaje, contrastando con la desmesura y la brutalidad que encierra en sí mismo.

Mendez Roy le encuentra rápidamente el alma a su Lito, y con sus movimientos, su mirada, sus gestos construye una composición que con mínimos detalles logra dar forma a un personaje sumamente atractivo, eje central de la pieza, que quizás en la adaptación de Fiks no tiene tanta preponderancia.

El patrón de la estancia donde piden trabajo queda a cargo del propio Fiks, su esposa –quien coquetea permanentemente con la tragedia y es el motor del desenlace- es Sandra Criolani (a quien hace poco vimos en los films “El Kiosco” con Pablo Echarri y “No te olvides de mí” con Leonardo Sbaraglia) y se destaca como otro de los peones el notable trabajo de Christian Álvarez.

El elenco se completa con Gustavo Luppi quien merece ser destacado en una interpretación del anciano peón de la estancia, doblegado por las circunstancias y que tiene la sabiduría propia de la edad. Luppi juega un rol que le permite lucirse y crearlo con ciertos detalles corporales que enriquecen mucho más todavía su precisa interpretación.

Sorprende la vigencia del texto de Steinbeck donde representa en una misma geografía a diferentes clases sociales, sus dilemas morales, la ética de cada personaje y el sentido de la amistad en un mundo en apariencia tan individualista (amistad en la que, por otra parte, el autor deja siempre el halo de duda, que los propios personajes reafirman cuando dicen que no es común ver en el campo a dos hombres solos), sin empatía en donde el sueño de una granja propia parece toda una quimera.


Días y horarios: Viernes 23:00

Lugar: Teatro EL PORTON DE SANCHEZ, Sanchez de Bustamente 1034

Libro: John Steinbeck, versión de Lisandro Fiks

Vestuario y Escenografía: Micaela Sleigh

Asistencia de Dirección: Daniel Cáceres

Dirección: Lisandro Fiks y Gustavo Luppi

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