MÚSICA: Simón al Diván de Dolina

Por Nicolás Granato

En medio de un contexto agobiante de pandemia y crisis económica, hay un pibe que, como tantos otros, está sufriendo y va a terapia para “ver” cómo puede mejorar su situación, batallando con los monstruos que su mente construyó y que le han construido.

Su historia nos es contada en “Simón dice”, álbum de El sable de Simón, una banda nacida de la escena under platense en 2012. Con cuatro discos en su haber, en febrero lanzaron este último trabajo de forma independiente. Es una obra conceptual y ópera rock que recrea la terapia psicoanalítica de este personaje ficticio, atravesando todo el proceso a través de música, poesía y filosofía. Uno de los elementos más interesantes es el actor que encarna al profesional que ayudará a Simón: el mismísimo Alejandro Dolina. Sorprende, ya que no es una figura fácil de conseguir. La banda cuenta que a través de un conocido le hicieron llegar el guion y, luego de hacerles una sugerencias, gravó todas sus líneas. Para Dolina, con tantos años de experiencia estimulando la imaginación en la radio, por su voz y su forma de hablar, le fue fácil encarar un papel de persona con sabiduría que puede guiarlo en el camino y su vez funcionar como narrador.

El Psicoanalista sirve como introducción y cierre de cada una de las once canciones que son como episodios de una serie. Incluso pueden escucharse por separado y entenderse, porque cada pieza trata de una temática específica: la angustia, los sueños, el romance, la resiliencia. Simón atraviesa su psicoanálisis en medio de la pandemia, por lo que el encierro será un factor recurrente que aparece. El trabajo está muy bien logrado porque estuvieron a cargo dos personas que saben del tema. Por un lado Pablo Barrenengoa (guitarra y voz) tiene una formación en psicología; y por otro José Eduardo Moreno (también guitarra y voz) es un sociólogo y novelista con obras como “Código Tripa Gorda” y “Protocolo Proctólogo”. Así es que dos de las patas del disco (psicología y literatura) se unen a la tercera: la musical. Es lo que termina de englobar la idea de que es una ópera rock. Porque cada melodía está pensada para que acompañe el momento de la historia que se está narrando, desde el drama hasta las transiciones y reflexiones. Pero lejos de ser un disco donde se escuchan las mismas sonoridades, durante los 44 minutos se pueden apreciar como distintos géneros se relacionan y se amalgaman para ahondar en la idea de que la mente humana es un lugar donde muchos elementos se mezclan creando nuevos sentidos.

«El fantasma de Simón lo agrieta, algo lo angustia y lo pone en jaque. Simón dice que no puede más”, introduce Dolina en “Vacilación fantasma”. En esta primera canción, cuerdas dramáticas dan lugar a solos de guitarras propios del metal y sintetizadores, adelantando la variedad sonora que está presente a lo largo del disco. La viola acústica es protagonista en “Espiral”, donde nuestro personaje cuenta sus miedos e inquietudes que lo giran en su lugar sin poder parar, no avanza a ningún lado. Sigue “App” la más experimental: comienza con audios que parecen ser sacados de noticieros, luego momentos emblemáticos de la Tv argentina, un rapeo y el estribillo con coros de niños siniestros que nos hablan de un circo donde los payasos solo lloran. Ese circo es el mediático, lleno los periodistas impunemente mentirosos, en tiempos de smartphones y tildes celestes que generan tanta ansiedad. Una base electro-pop da lugar a “Esquisoamor” y la, derrotada, dice que quiere exorcizar ese sentimiento que aún lo lastima. En “Frívola”, acompañada de un rock rolinga”, Simón relata cómo le afecta lo que le pasó a su prima. Ante la presión por pertenecer, ella parece no haber terminado de le mejor manera.

El mundo onírico es un elemento clave en el psicoanálisis y no podía faltar en esta obra. “Sueño” se llama la sexta canción que habla sobre ese lugar donde se manifiesta lo que no puede ser dicho. Balada que remite a los años setenta y ochenta con nuestro protagonista relatando su sueño lleno de oscuridad, oprimido por la mirada de la sociedad y con el miedo de no ser recordado cuando deje este mundo. Continua “Al filo del espejo” que se mueve entre un heavy metal y un reggae, es decir entre la agresividad y la relajación, mientras Simón duda su autorreconocimiento frente al espejo. Llegando a lo que podemos definir como tercer acto, el paciente decide enfrentarse a sus “fantasmas” y cerrar el ciclo de sufrimiento, acompañado de una pianola, vientos y un Dolina que dice “Temer también es la antesala de la valentía”. Y lo reprimido por Simón sale a la luz en “Jay Di”. Su masculinidad deja de presionarlo y comienza a asumir que puede ser interpelado emocionalmente por otros hombres. Con una música que invita a la desinhibición, la letra fluye en el amor libre de prejuicios siendo el momento más romántico del disco.

Ese sonido suave continua en “Gen y contradicción” acompañando la búsqueda de reorientarse, encontrar otros caminos, pero sin dejar de hacerse preguntas. Y cuando parece que el disco cerrará así, relajado, con un reggae, de repente “Kinético” se transforma en un rock se te sacude con ritmo de reggaetón y elementos tropicales. “Cuídese Simón, vaya” le dice el psicoanalista terminando la sesión con una guitarra de fondo. “Solo vos sabés que te vas a marear” se dice Simón. Pero Dolina responde “Dejamos acá”. Porque el álbum fue el fin de una parte del proceso que seguirá. En poco más de cuarenta minutos la música de “Simón dice” atraviesa tu cuerpo. En ese trance, es imposible no sentirse identificado o empatizar con esos sentimientos evocados por el desdichado protagonista. Eso se debe a que todos los seres humanos vivimos en estos tiempos donde nos extrañamos del mundo y de nosotros mismos. Entonces llega un álbum que nos relata la historia de una persona que también está perdida, pero busca encontrarse a sí misma. Simón somos un poco todos.


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