La cita renovada de todos los años, la feria y los lectores en el predio de La Rural. Un clásico argentino.
Este año copada por los booktubers Fátima Orozco y Javier Ruescas y sus fans, la feria tuvo un cariz menos artístico, una tendencia que viene en crecimiento en los últimos años. A las novedades editoriales que en general son pocas ya que los best-sellers ya fueron lanzados antes de la feria, se suma cierto descontento del público que busca una oferta en mesas de «ofertas» que no son tales, basta caminar la Av. Corrientes cualquier dia del año para encontrar mejores precios. El sábado 10 hubo una convención de blogueros donde se debatió la plataforma, no, no fue en 2002, fue este año.
Los primeros reportes de las editoriales al finalizar la feria hablan de un «moderado» crecimiento de ventas, una manera elegante de disfrazar lo que fue una edición con poco lustre y pocas ventas. Las pequeñas editoriales que hacen un esfuerzo por llegar a la feria -Planeta y Random House tienen el 50% del mercado- y destacarse siempre son las más golpeadas. Las salas más grandes vieron su capacidad colmada sólo en contadas ocasiones, con autores de popularidad como Arturo Pérez-Reverte, Anna Todd y Cielo Latini.
A las más de mil actividades que se ofrecieron en la feria asistió muy poco público -un promedio de 30 personas- sumado a que hubo problemas con la organización, los programas estaban mal impresos y los horarios de las presentaciones no coincidían dejando a los asistentes deambulando desorientados de pabellón en pabellón.
El dispar asistente a la feria se divide entre quienes no compran un sólo libro durante el año y se llevan un par, los que comprar el libro de moda y lo que les dicta la TV, el que compra el libro «status» que no lee pero muestra socialmente y ese minúsculo grupito de inocentes que va en busca de un gema de un autor ignoto. Este último grupito difícilmente vuelva a pagar una entrada para ver los libros de Luis Ventura y Santiago Del Moro en primer plano.
Los organizadores deberían repensar el modelo actual de la feria más allá de las ganancias que obtienen ya que si bien es verdad que todavía hay un público que los acompaña pueden matar a la gallina de los huevos de oro si el evento pierde relevancia. – Fer Casals
El libro más vendido de la feria fue Almanegra de Florencia Bonelli, la autora más exitosa del subgénero novelas románticas de ambientación histórica. Que tiene un público cautivo de mujeres de más de 50 años.
Fotos: Fer Casals y Valeria Massimino