CINE: Crítica de “ANNA: EL PELIGRO TIENE NOMBRE” – Una nostalgia que se burla de sus propios orígenes

Por Lucas Manuel Rodríguez

Para noviembre de 2017, apenas finalizadas las ruedas de prensa sobre su penúltimo film, el director y guionista Luc Besson ya había comenzado el rodaje de ‘Anna: El peligro tiene nombre’, una producción francesa de habla inglesa. Así las cosas, el elenco está compuesto por tres estrellas angloparlantes –Helen Mirren, Luke Evans y Cillian Murphy- y, en el rol de Anna, la actriz y modelo rusa Sasha Luss, quien ya había actuado como la princesa Lihö-Minaa en ‘Valerian y la ciudad de los mil planetas’.

Estamos ante un thriller de espías, situado contextualmente en los finales de la Unión Soviética y, por lo tanto, de la KGB, la mítica agencia de espionaje. Sin embargo, ‘Anna…’ es una película que no pone dicha representación por encima de lo que narra, y mucho menos se reduce a contarnos la historia de una protagonista que, en apariencia, es una muchacha en vistas de volverse mujer. Podemos considerar a esta obra como una auto-remake bessoniana de ‘La Femme Nikkita’, pero a no confundirlo, lectores, con un absurdo plagio de los inicios cinematográficos de su realizador. Acá estamos bien lejos de un torpe copy/paste que no se enriquece con el conflicto, político y verídico, planteado, ni se olvida de la demarcación en los recursos electrónicos de la época; todo lo contrario.

Nos negamos a ofrecer, como solemos hacerlo en este espacio, una breve guía del rol que ocupa cada actor y actriz en la trama propiamente dicha, pero nos basamos en una buena causa: similar a lo que hizo Guy Ritchie con ‘El Agente de CIPOL’, Luc Besson juega constantemente con los tiempos de su relato en relación a los tiempos de la historia del film. Dicho de otra manera, finaliza ciertas escenas de manera incompleta, para después añadirnos una nueva pieza argumental clave que había sucedido sin siquiera habernos puesto al tanto. Es una técnica, por demás, discutible, pero está apropiada desde los primeros minutos, y es a partir de su repetición que nos volvemos partícipes del juego del autor, por lo que se exime de ser un chiste barato para entendidos.

Vale mencionar que las cuatro figuras señaladas al iniciar esta nota ofrecen actuaciones tan propicias como confortables. Mirren y Murphy, ya sea desde la comedia o desde el suspenso, deslumbran particularmente. Luke Evans, sin ser un actor de buen calibre, tiende a ser un “camarada” ameno con estos. Y, por último, la novata Sasha Luss está por encima de convidar esa inexpresividad que tanto se le ha adjudicado en las críticas internacionales.

A no olvidar tampoco la nueva colaboración de Eric Serra en la banda sonora –‘León: el profesional’, ‘Lucy’, ‘El Quinto Elemento’, ‘GoldenEye’-, ya que con gran ánimo se ocupa de armonizar melódicamente el contexto representado en el film con el corriente contexto de producción en el cual se exhibe el mismo.

En resumidas cuentas, Besson ofrece un ucronismo de los últimos tiempos de la Guerra Fría con una más que satisfactoria autoconciencia de su propio cine, con la particular aplicación de un lenguaje cifrado, en vez de la mera nominación de citas autocomplacientes. Queda en los públicos la aceptación o la negación de los atributos del cineasta francés: De comprender su profético don de entender el presente mediante el usufructo del pasado (de la historia y de su filmografía), o ignorarlo voluntariamente.

10 de 10

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