LIBROS: Fernando Krapp autor de UNA ISLA ARTIFICIAL – Crónicas sobre japoneses en la Argentina

Hablamos con Fernando Krapp a propósito de su libro «Una Isla Artificial – Crónicas sobre japoneses en la Argentina»

Entrevista: Valeria Massimino

¿Cómo y cuándo nace la investigación sobre los Japoneses en Argentina?

Tiene un origen lejano y difuso. A mi 18 años quise escribir una novela sobre la familia de un amigo mío, los Nakachi, de zona sur. Con el tiempo, la idea mutó en un guión de cine, después en un documental, en una serie, sin obtener nunca resultados concretos. Hasta que Leila Guerriero me propuso hacer un libro de crónicas para su colección Mirada Crónica, que dirige en Tusquets, y acepté la propuesta. Fue como lanzarse en un viaje hacia lo desconocido, no solo por lo japonés sino por el género de crónica. Contaba con el apoyo de Leila. Sin su presencia como editora, yo no podría haberlo escrito.

¿Algo curioso o alguna anécdota mientras investigabas?

Hice de todo. Trabajé en una tintorería, conviví con dos mujeres en Mendoza durante un mes, en un campo, y las ayudaba con las tareas de su finca. Fui a buscar víboras a Misiones. Viajé en un Fiat Uno por todo el conurbano. Vi como florecen las Orquídeas. Me hicieron acupuntura durante varias sesiones. Estuve en una iglesia evangelista varios domingos. Para escribir una crónica no alcanza con leer monografías o libros, o hacer entrevistas por teléfono o por mail, o incluso entrevistas de «cabeza parlante». Uno tiene que ir a los lugares, involucrarse, poner el cuerpo; encontrarse con la gente, saber escuchar y esperar a que algo pase.

Muchos se preguntan porqué los japoneses tienen una tintorería o son floristas en Argentina… como explicas en el libro que en general se los asocia con esas tareas ¿Querés contarnos sobre eso?

La relación con las flores en Japón es un arte y tiene una larga tradición. Desde los arreglos florales, el Ikebana, el bonsai y el cultivo de orquídeas. Pensemos que Japón es un conjunto de islas con una isla central, y la relación con la tierra, en termino de aprovechamiento, para que se desarrolle una agricultura funcional, fue fundamental. Es muy distinta a nuestra relación. Para que un campo sea «productivo», el argentino dice necesitar de miles de hectáreas.

El trabajo con la tierra en Japón es por parcelas, y más reducido. Las tintorerías, por otra parte, son un misterio que tiene algunas claves. Por un lado, hay un prejuicio que relaciona a los japoneses con la limpieza. Si bien hay muchas prácticas budistas en relación a la limpieza y al cuidado, no significa que todos los japoneses sean limpios.

También un gusto exótico de los porteños de principio de siglo asociado a Japón con la ropa, el cuidado, el buen gusto. Pensemos que muchos japoneses trabajaron, en un principio, como valets o cocheros; tener a un japonés como trabajador de servicio doméstico era visto como gusto de clase. Con la segunda oleada inmigratoria, después de la segunda guerra mundial, en su mayoría okinawenses, la tintorería se convirtió en el oficio de muchos inmigrantes que en su mayoría eran campesinos. Por un lado facilitaba el poco trato con el cliente, ya que la lengua era un problema; vos ibas, dejabas tu ropa y la retirabas sin necesidad de hablar. Por el otro, era trabajo manual.

Con el auge de las capas bajas durante el peronismo, los trabajadores copiaron las modas de los patrones y las tintorerías se fueron expendiendo hacia los cordones urbanos. Por esa razón es porque no existe un barrio japonés en Buenos Aires, como si lo hay en San Pablo: no podían ponerse una tintorería, una al lado de la otra.



¿Qué historia de todas las que relatas en tu libro, te sorprendió un poco más de lo esperado? (y hasta te emocionó)

La primera, la historia de la Pepa Hoshi. Atravesaba un siglo de historia argentina y mundial, se remontaba a los primeros japoneses que habían llegado a Brasil en el primer barco. Hay en esa historia amores cruzados, fantasmas que reaparecen en el desierto, ascensos y caídas económicas, épica y relato de amor. Tiene todos los condimentos para una novela de Siglo XIX. Y los personajes son encantadores. Fue hermoso escribir y reescribir y re-reescribir ese relato.

¿Pensás que argentina es un país que aún hoy discrimina? ¿Los entrevistados te lo mencionaron en algún momento?

Si, creo que si. Si bien no hubo una persecución a los japoneses, como si la hubo en Estados Unidos durante la Segunda Guerra, hubo siempre una discriminación en lo cotidiano; en lo pequeño. Llamar «chino» a un descendiente de japoneses, parece un chiste pero no lo es. Muchos chicos y chicas de las primeras generaciones sufrieron ese tipo de discriminaciones, al mismo tiempo que recibían una educación en la casa distinta a la que recibían cuando salían a la calle. De todos modos, creo que con los años hubo una integración paulatina, que se dio con la apertura de Japón en los setenta y el culto por la industria cultural japonesa, como los manga, el animé y la música pop. Los nietos hoy en día tienen otra relación con su pasado y su herencia cultural. Quizás los que van a sufrir ahora son los chinos que llegaron en los últimos años con los supermercados, ojalá que no.

¿Qué aprendiste de la cultura Japonesa?

El libro trata de pensar a lo japonés como una corriente constitutiva de la identidad argentina, y no como algo separado. Si bien es una minoría y representa una rareza por provenir de Oriente, los japoneses forman parte del ADN argentino. Si bien al principio leí libros sobre cultura japonesa e historia de Japón, de a poco fui yendo hacia libros sobre la Argentina, la identidad nacional, la problemática de construir una Nación. Si tuviera que responder a la pregunta, diría que lo primero que me recomendaron cuando estaba iniciando este libro fue que me hiciera unas tarjetas con mi nombre y mi profesión. En Japón se las llama «meishi», y cada vez que hablé con un japonés o con el hijo de un japonés, nos entendimos mutuamente nuestras tarjetas. Es una formalidad que me ayudó mucho a entender una idiosincrasia que cuida mucho las formas para relacionarse.

También sos documentalista… Me pregunto si se viene el documental de alguna historia sobre Japoneses en Argentina?

Estamos por grabar un documental sobre Yasuo Inomata, un paisajista japonés que diseñó el jardín japonés de Buenos Aires. La película la produce Bosque Cine, junto a Maximiliano Dubois y Luciana Calcagno. Si bien la película no se centra en el hecho de lo japonés, sino más bien en la relación que tenemos en Argentina con el paisaje y con la naturaleza, bueno, el protagonista es de origen japonés. Una historia fascinante, con un montón de material de archivo. Tenemos previsto iniciar el rodaje para fin de año, y, si las políticas del INCAA mejoran en un plazo más o menos corto, estrenar el año que viene.


PING PONG

¿Sushi o asado?
A pesar de lo japonés, asado siempre.
¿Un documental?
Fata morgana, de Werner Herzog.
¿Un libro?
Hoy elijo El Amo del Corral de Tristan Egolf, mañana vemos otro.
¿Lugar ideal para vacacionar?
Cabañas El Observador del Tiempo, en Traslasierra, Córdoba. Hermoso lugar.
¿Un político?
Néstor Kirchner.
¿Si pudieras retroceder en el tiempo a qué hecho histórico irías?
Antes de la votación de la 125.
¿Una mujer?
Brigitte Bardot.
¿Creés en Dios?
No.
¿Una META?
Llegar a fin de mes.


Brigitte Bardot

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