CINE: Crítica de «El muñeco diabólico»

Por Lucas Manuel Rodríguez

Después de siete películas y numerosas parodias, con un gran exponente como el tercer especial de terror de Los Simpson –cuando un diminuto juguete de Krusty el payaso quiere asesinar a Homero-, la saga de Chucky obtiene su relanzamiento oficial de la mano de la productora KatzSmith (hacedora de ‘It (Eso)’ de Andy Muschietti) con ‘El muñeco diabólico’ (2019). Además, esta es la primera vez que Brad Dourif (Grima en ‘El señor de los anillos) no presta su voz para dar vida al antagonista principal y cede su labor a Mark Hamill (el eterno Luke Skywalker).

El primer punto de partida a destacar en la narración es que se sustituye todo acto vinculado al Vudú característico del pasado de la franquicia, y el nacimiento concienzudo de esta nueva versión malvada de Pinocho se debe a un hackeo realizado por un empleado insatisfecho de la Corporación Kaslan, multinacional responsable de la línea ‘Buddi’ para juguetes de alta tecnología que pueden interactuar con todo tipo de dispositivo electrónico de dicha empresa.

Contrario a lo que se temía, esta película jamás recae en justificarse a base de determinismos tecnológicos, o dicho en otras palabras, aprovecha cada recurso posible para explotar las destrezas de Chucky sin tomar atajos de guión absurdos, y la mayoría de las veces lo hace en beneficio de su establecimiento como comedia sanguinaria: a pesar de que este tono no siempre se asume cuando en ciertos momentos de suspenso se apunta más al terror, y estos no terminan de encajar.

No todo discrepa a lo que se conocía de la saga. Nuevamente tenemos al niño llamado Andy (si, ese nombre de la versión original de 1988, arrebatado por Pixar en ‘Toy Story’) que vive con su madre soltera y para su cumpleaños le regala este muñeco que aparentemente se convertiría en su nuevo mejor amigo, pero que eventualmente comenzará a asesinar a los adultos que rodean los círculos sociales del muchacho, sometiéndolo a este al arquetipo del “Falso culpable” característico de Alfred Hitchcock, a medida que ninguno de sus cercanos le cree sobre la toma de decisiones realizadas voluntariamente por Chucky. En esta área se suma alguna que otra línea de diálogo reminiscente a la primera entrega, como el remate a la frase “se suponía que seríamos amigos hasta el final”.

Similar a la serie ‘Stranger Things’, el film es también una oda al espíritu del cine de Steven Spielberg y Joe Dante que más atrajo a las jóvenes generaciones de las décadas de 1980 y 1990, principalmente a ‘E.T – El extraterrestre’ (1982) y ‘Pequeños Guerreros’ (1998), citas muy pertinentes considerando los ingredientes claves que aborda el recién iniciado director Lars Klevberg.

El elenco tampoco se reduce a Mark Hamill, cada protagonista se expresa persuasivamente con sus colegas, en particular Aubrey Plaza (Lenny en la serie ‘Legion’) como Karen, la madre de Andy. Sin embargo, pese a ser tan divertida como entretenida, su seriedad en la violencia conspira un poco con su tono (casi) paródico, y en el final se subestima bastante el intelecto de los personajes, que tranquilamente pudieron haber prevenido el eslabón suelto típico en las resoluciones de las películas de este género.

7 de 10


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