TEATRO: Crítica de «Karamazov»

Por Marcelo Cafferata

Dostoievski: su última obra

“Los hermanos Karamazov” ha sido la última obra escrita por Fiódor Dostoievski, quien falleció apenas dos meses después de haberla terminado. Es, al mismo tiempo que su última obra, una síntesis perfecta de su pensamiento y de la pintura de la sociedad rusa de la época (finales del siglo XIX).

Su pluma pudo plasmar en forma detallada, una pintura exacta de la realidad social y política del momento por medio de personajes que cargan con fuertes conflictos filosóficos, expresando a través de sus personajes, una necesidad urgente de cambio en el paradigma moral de la sociedad en la que vive.

Los ejes centrales sobre los que el autor hace girar su famosa novela, tan vigentes en el aquí y ahora y de allí la notable vigencia para realizar esta adaptación, son: el poder del dinero –germen de la corrupción y de las desigualdades sociales-, el egoísmo, la destrucción de los valores familiares y los conflictos morales, la fe versus el racionalismo.

Fiodor Karamazov es un rico terrateniente dominado por el impulso, las pasiones descontroladas, es un personaje abusivo y corrupto, cruel y cínico. Ha tenido dos matrimonios y tres hijos: Dimitri, hijo de su primer matrimonio y quien tiene una personalidad similar a la de su padre, Iván –ateo, racionalista, intelectual y con un espíritu frio- y Aleksej (Aliosha) su hijo menor, aprendiz en un monasterio local, un personaje puro y con una esencia profundamente religiosa.

A ellos se suma un cuarto hijo, Smerdjakov, fruto del abuso de Fiodor a una mujer mentalmente discapacitada, el que no ha sido reconocido verdaderamente como hijo sino que se lo trata como un siervo destinado a las tareas más ingratas de la casa.

Pero la complejidad de “Los Hermanos Karamazov” no solamente radica en la estructura vincular entre este padre y sus hijos y de los hermanos entre sí, sino de las tensiones que se generan respecto del vínculo que ellos mantienen con los personajes femeninos de la historia (Katherina y Grushenka) en donde se estructuran dos triángulos amorosos, en los que todos los personajes saldrán damnificados de una u otra manera.

Brie, una adaptación arriesgada, una magnífica puesta en escena

Por todo lo apuntado anteriormente, tomar el texto de la extensa novela de Dostoievski y el entramado de todos los personajes, para plantear una nueva adaptación teatral, es una tarea compleja y titánica.

César Brie asume ese riesgo y duplica la apuesta no solamente tratando de volcar fielmente el texto en escena, sino que así como Dostoievski ha implementado en el texto la figura del narrador omnisciente y ha jugado dentro del texto con varios niveles de lenguaje de acuerdo al discurso de cada uno de los personajes, Brie también trabaja en el fondo y en la forma con diferentes texturas en una puesta alejada de cualquier estereotipo.

La constante interacción de los personajes y la utilización de diferentes técnicas que exige de sus actores una plasticidad y permeabilidad especial, se mezclan con una puesta en escena que se nutre de diversos elementos que jerarquizan esa búsqueda de un lenguaje propio.

Con música en vivo –y con algunos cantos corales que refuerzan esta idea- y un espacio despojado en el que juegan elementos como bancos de madera que se transforman alternativamente en otros elementos (excelente la escena en que los bancos se transforman en una particular e impactante mesa de un bar), elásticos que fortalecen la idea de tensión entre los personajes y los transforman en representaciones de marionetas, perchas colgadas sobre un fondo blanco que harán las veces de cruces en una de las escenas más bellas y despojadas de la obra, o las sogas que delimitan un espacio donde los personajes se encuentran atrapados y que se transformarán, alternativamente en látigos, horcas o marcarán un camino, Brie construye una puesta en escena visualmente imponente y fuera de lo convencional.

Otro de los puntos fuertes de la puesta, sumamente atractivo, es la utilización de muñecos para poder trabajar con los personajes de niños que los actores utilizan en escena, sumando virtuosamente el manejo de las marionetas a sus actuaciones.

Riesgos y resultados

La tarea de Brie, quien además de estar a cargo de la adaptación y la dirección de la obra, toma a su cargo el papel principal de Fiodor, es minuciosa y no deja ningún detalle librado al azar.

Pero ya desde el propio texto de Dostoievski en su complejidad, y en el entramado de los personajes, además de la característica de que algunos actores cumplen más de un rol, hace que por momentos, la trama y la propuesta sea difícil de seguir en sus líneas argumentales.

Algunas situaciones que se reiteran, podrían haber ganado en síntesis para que el espectáculo pudiese tener una duración algo menor y en algunos momentos, el intento de poder probar todos los elementos visuales y técnicos que tiene la puesta, hace que se genere una sobreabundancia de recursos que en ocasiones deslumbra, pero en otras apabulla al espectador.

Sobre todo para quienes no han tenido contacto con el universo de Dostoievski, en ciertas situaciones, puede no quedarle tan claro lo que está sucediendo en escena.

Esta misma multiplicidad de personajes para algunos actores, hace que en algunos tramos, la entrada / salida de cada uno de ellos se torne confusa y que para plantear las diferencias, algunos actores marquen excesivamente algunos aspectos de sus personajes.

Emiliano Dionisi como Aleksei se destaca particularmente del resto del elenco, que si bien es compacto y homogéneo, parecen más abocados a cumplir con las marcaciones y las diversas propuestas de la obra, sin poder encontrar el anclaje y el peso que encuentra Dionisi para el alma de su personaje, que logra transmitirlo tan claramente.

El elenco femenino pierda fuerza al diversificarse en tanto roles que le han sido asignados y Gabriela Ledo, encuentra en Grushenka sus mejores espacios de lucimiento.

César Brie es efectivo en su composición de Fiedor aprovechando los repliegues que puede encontrar en su personaje, aún con alguna tentación de subrayar sus partes más oscuras.

KARAMAZOV” es entonces una puesta que ha tomado riesgos y que, aún con ciertas apreciaciones, sale airosa del desafío, impactando fundamentalmente por un estilo visual innovador.

Una nueva mirada sobre un texto clásico, que se propone desde la forma con elementos novedosos y disruptivos quizás necesitaba de una adaptación del texto que habilitase una relectura que acompañase lo vanguardista de la propuesta estética.

De esta forma, se genera una disonancia en el diálogo entre la puesta y el texto (más atado a las formalidades y respetando el lenguaje tradicional) aunque quizás justamente ésta haya sudo la búsqueda de Brie en esta propuesta, que permite volver a acercarse a esta historia de uno de los más grandes autores de la literatura del Siglo XIX.


KARAMAZOV

De: César BRIE (adaptación teatral basada en la novela de Fiodor Dostoievski)

Dirección: César BRIE
Con: Fernando BENDER, César BRIE, Emiliano DIONISI, Germán FONZALIDA, Iván HOCHMANN, Gabriela LEDO, Abril PITERBARG y Florencia MICHALEWICZ
Muñecos: Tiziano FARIO
Música: Pablo BRIE
Músicos en vivo: Matías WILSON y Gabriel QUINIA

Teatro EL PORTON DE GUEVARA – Guevara 326 – Sábados a las 20 hs

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