Por Damián Aspeleiter
Mary nos cuenta el hallazgo de un naufragio cuyos únicos sobrevivientes son una mujer y sus dos hijas. Durante el interrogatorio llevado a cabo a la mujer, Sarah, por la detective Clarkson la sobreviviente le narra la forma en la cual su esposo, David, se vio cautivado por una embarcación de nombre Mary y como a partir de esa fascinación invirtió todos sus ahorros para repararla y realizar un viaje por el pacifico. Sarah se encarga de aclararle a la detective que en la embarcación había algo más además de su familia, lo cual lleva a la historia a terreno paranormal.
El género de terror no es el mas prestigioso de todos los que el cine ha creado; si bien hay títulos que superan la media como Psicosis (Psycho, 1960), El Exorcista (The Exorcist, 1973), El Bebe de Rosemary (Rosemary Baby,1968) La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968) y una no muy larga lista de clásicos (no muy larga si se compara con la enorme producción que este género a entregado). En los último años con películas que apuntan hacia un terror mas psicológico como It Follows (2014), Pesadilla en el infierno (Ghostland, 2018), Dark Song (2016) y las creaciones de directores talentosos como Jordán Peele, Ari Aster y Roger Eggers se ha llegado a un cierto prestigio que le ha sido esquivo por años a este género.
Este tipo de películas han venido en baja con las creaciones estrenadas en la década de 1980, las cuales realmente no causaban aquello para lo que fueron creada, es decir horror. En aquella década el cine de terror se alejo de lo psicológico para darle lugar al terror mas físico, el slasher y el gore, dando personajes icónicos que son más que nada figuras cómicas que de terror tal es el caso de Freddy Krueger de la saga pesadilla (A Nightmare on Elm Street, 1984) o el muñeco Chucky de la saga del muñeco diabólico (Child’s Play, 1988).
Durante la década de 1980 se destruyeron franquicias como la creada por John Carpenter (Halloween, 1978) con secuelas innecesarias y soporíferas que la convirtieron en algo menos que cine de clase B, colocándolas al mismo nivel de sagas nacidas para ser de segunda categoría como Martes 13 (Friday the 13th,1980) y Hellraiser (1987). En la década de 1980 el terror paso a ser algo reservado para los video clubs y objeto de parodia como la saga del regreso de los muertos vivos (The Return of the Living Dead, 1985) lo cual se extendió hasta muy entrado el nuevo milenio con las parodias creadas por los hermanos Wayans.
Si bien es cierto que principios de la década de 2000 el género refloto con algunas producciones que adaptaban clásicos asiáticos al poco entrenado paladar occidental, trayendo a este hemisferio algunas grandes sagas del terror mezcla de gore y terror psicológico de aquel continente también es cierto que ese tipo de cine fue edulcorado y licuado para el paladar del público estadounidense dando quizás las películas de terror más aburridas e insoportables que se hayan creado en lo últimos cincuenta años. Es decir el terror nunca volvió a encontrar aquella calidad a la que llego en la década de 1970 y solo algún que otro intento de innovar como lo realizado en películas como El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project,1999) , Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999) y la primera de la saga Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) han mantenido a flote este género hasta la llegada de James Wan y la saga El Conjuro (The Conjuring, 2013) que abrió una nueva apoca para el terror mainstream, enfocándose en el público adolescente. Dentro de este subgénero de terror para adolescentes hemos visto los dos capítulos de la versión cinematográfica de los libros de Stephen King, It, dirigidas por Andy Muschietti.
El género terror, ha intentado levantar su calidad y expandirse a otros públicos pero siempre existen películas escapan a este intento y no logran levantar en ninguno de los rubros, es decir no logran el encanto de las películas Sam Raimi , el impacto visual de Egger y Aster, los giros de Shyamalan, el terror visceral que provocaron películas como El Exorcista o la profundidad temática de Peele, es mas ni siquiera logran ser entretenidas como las obras clase B de la década de 1980, bien La Posesión de Mary es una de esas películas.
Mary (2019, título original) es una película que ni siquiera aprovecha la calidad de sus actores, es más los arrastra al fondo de su calidad entregándonos quizás las peores interpretaciones vistas en los últimos años. Gary Oldman entrega una actuación que roza la parodia y que carece de cualquier profundidad interpretativa, pero no solo es Oldman quien no logra crear una actuación aceptable todo el elenco entrega actuaciones que van de mediocre para abajo. Con respecto a los personajes su construcción es algo rustica por lo cual uno no genera empatía con ellos, algo fundamental en el subgénero gótico ya que de entrada este tipo de historias plantean la dicotomía entre el bien y el mal y es indispensable una identificación con los bueno para mantener el clima de terror y tensión, sin eso la historia naufraga.
En Mary se intenta recrear el terror gótico utilizando el recurso del barco a la deriva y un grupo de individuos encerrados en el, al mismo tiempo que son acosados por una fuerza maligna. La novedad que quiere introducir el guion es que los individuos atrapados son miembros de una familia que al mismo tiempo que sufren el ataque de la figura malvada sufren el daño y la destrucción de la dinámica familiar. El guion de Mary está plagado de recursos baratos que tornan a la historia previsible y aburrida, que por momentos está lleno de jump scares repetitivos y poco efectivos al mismo tiempo que nos hace saber a cada paso lo que va a suceder, no porque sea un recurso de la historia sino porque está construido de forma tan torpe que nos da la idea de ya haber visto ese tipo de acciones en otras películas.
En definitiva Mary es una película poco inspirada, carente de alma, que tiene un guión que no entretiene, y utiliza recursos repetidos y efectistas que al contrario de sorprender son previsibles.
2 de 10