Crítica: «LA RASCADA, Un teatrito de la orillas»

17/5/17

Por Ailín Escolá

Ya en los primeros minutos de la obra, se revierte la primera impresión de teatro antiguo y aburrido, que nos hace creer en su discurso una de las actrices al inicio (discurso de supuesto buen teatro). «La Rascada, un teatrito de las orillas«, más que teatrito, es un TEATRO con todas sus letras.

Hace un recorrido por el teatro de la periferia de los años cincuentas. Como un grupo de unas cuantas actrices y actores marginales, tienen fe en lo que hacen y aunque desearían llegar al «centro», se quedan a sobrevivir con lo que les toca.

Distintos personajes que van mostrando sus historias de vida al mismo tiempo que sus números de varieté. En el medio, el hambre, el deseo, la sexualidad, la soledad, y también una hermosa e increíble voz que aparece cantando tangos con letras de canciones modernas. Una combinación excelente. Muy acertada la contraposición de un ritmo que fue marginal en esa época y valorado con el paso del tiempo, con las letras que hoy representan a los sectores más oprimidos y castigados de la sociedad.

Se evidencia el compañerismo en las distintas interacciones entre los actores. Las mismas muy bien marcadas y trabajadas. Entrelazadas como en una orquesta musical. Al igual que los tiempos dramáticos que van de la tensión a la comicidad.

En general, muy buenas actuaciones. Buena fotografía y una escenografía muy bien lograda. Parte, armada en escena por los propios actores para representar dentro de la representación. El teatro dentro del teatro. Una obra para admirar hasta los más pequeños movimientos (por que en todo momento está pasando algo) y disfrutarla.

8 de 10


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