Crítica: THE HANDMAIDEN

21/10/16

Por Fer Casals

Magistral adaptación de la novela de Sarah Waters «Fingersmith», donde Park lleva la acción de la Inglaterra victoriana a Corea y Japón, sin perder el tono erótico-gótico y claro, feminista.

Un seductor estafador conocido como El Conde (Ha Jung-woo) planea un estafa tan ambiciosa que si tiene éxito lo hará rico. En principio ha logrado engañar al millonario anticuario Kouzouki (Cho Jin-Woong), que impresionado por la falsa herencia japonesa del conde y su nobleza aparente, lo emplea en la creación de libros eróticos apócrifos que vende en subastas. El conde y el anticuario tienen algo en común, buscan casarse con Hideko (Kim Min-ji) y así obtener la fortuna familiar. Hideko es además, la sobrina de Kouzouki a quién entrenó toda su vida con un objetivo.

La nueva criada en la casa es Sookee (Kim Tae-ri) una ladronzuela puesta por El Conde como asistente de la dama del hogar Hideko, para con su ayuda poder engatusarla, y lograr que se enamore de él. Contada en tres partes, la película de Park está llena de vueltas de tuerca y constantes detalles que desnudan lentamente la trama y las intenciones del director. La película le pertenece a él, el virtuosismo de los planos, hacen que la cámara de Park este tan presente en pantalla como cualquier otro personaje.

original

En la casa, con una mezcla de influencias occidentales e inglesas, hay una biblioteca de libros preciosos protegidos por una serpiente de porcelana y también un sótano en el que algo se retuerce entre goteos a la espera de los deseos más sexualmente violentos. Muñecas, retratos, una caja de sombrero, una cuerda, todo está imbuido de significado para la trama, hasta un alfiler para sostener el cabello puede resultar una llave que abrirá otra estratagema tortuosa.

La película revela sus giros con un pulso delicado y siempre se las arregla para estar un paso por delante de los espectadores, cada escena de la película -de dos horas y media- está justificada, no son estas las 50 sombras chinescas. Una revuelta hipnótico-erótica y fatal con invitados indeseables que revela que los sentimientos que conducen el sexo y el amor provienen de fuentes inesperadas. Cuando Sookee empieza a lidiar con lo que siente por Hideko el director elige contarlo con genuino afecto. Cuando esa atracción crece entre ellas, un diente afilado se alisa para que no corte el interior de la boca de Hideko en un puesta en escena de notable intimidad.

Park sabe filmar mujeres, desde la trilogía Lady Vengeance, pasando por Thirst y su incursión en Hollywood, Stoker. Una clara visión de repugnancia por los hombres que se compensa con sus propias tendencias voyeurísticas. Al exponer la salvaje naturaleza de la fantasía sexual masculina, contrapone los deseos y la imaginación erótica de las mujeres, este comentario se remarca en una escena donde las mujeres literalmente destruyen pornografía.

Es difícil imaginar a alguien más dirigiendo con este nivel de suntuosidad que convierte imágenes en raso y terciopelo deslizándose a través de la piel de sus protagonistas femeninas mientras impregna la historia con enrevesada importancia. ¿Estilo sobre sustancia? ese es un debate que olvidamos rápidamente al caer bajo el poder de seducción de «The Handmaiden».

8.5 de 10

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