TEATRO: Reseña de «Romancero Gitano»

Por Guadalupe Farina

El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla, grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre. Han de ser tan humanos, tan horrorosamente trágicos y ligados a la vida y al día con una fuerza tal, que muestren sus tradiciones, que se aprecien sus olores, y que salga a los labios toda la valentía de sus palabras llenas de amor o de ascos”. Así definió al teatro Federico García Lorca, el poeta, el dramaturgo, el pianista, el creador del grupo teatral La Barraca con el que recorrió España difundiendo pueblo por pueblo los clásicos del Siglo de Oro español, el que se autoproclamó “partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”… El fusilado por el franquismo, por homosexual y comunista, y cuyo cuerpo todavía sigue desaparecido en alguna fosa común a la vera del camino.

Y eso fue exactamente lo que sucedió los tres días en que la legendaria actriz catalana Nuria Espert presentó el Romancero gitano en el Teatro Cervantes: la sangre, los huesos, la voz y el cuerpo dieron vida a los olores y costumbres de Andalucía, a las tradiciones de los gitanos aislados en las cuevas del Sacromonte de Granada.

Con una sencillísima puesta en escena de Lluís Pasqual, que viene de dirigir en el Teatro Español de Madrid El sueño de la vida, una impresionante versión de la Comedia inclusa de Lorca, Espert entreteje los versos del Romancero con anécdotas de su propia vida, de la vida del granadino, con algunas de sus famosas conferencias y con los personajes femeninos de las grandes tragedias lorquianas: Yerma; Mariana Pineda; Doña Rosita, la soltera y la Madre de Bodas de sangre.

Con el oficio conseguido en sus más de 60 años de profesión, la actriz entra y sale de cada uno de los personajes con una facilidad envidiable. Su pequeña figura, la mayor parte del tiempo sentada en una silla, llena el enorme escenario de la sala María Guerrero sin grandes despliegues, nada más que con su voz y algunos sutiles movimientos.

La luna como anunciación de la muerte y la vida, la fragua, el viento, el Guadalquivir, los puñales, la Giralda, la pena negra, la Guardia Civil y, por supuesto, los gitanos se suceden en los textos del poeta. Las imágenes que construye Espert provocan en el público un viaje por la cultura flamenca y campestre de Granada y Sevilla, dos de las perlas de Andalucía.

El romance de la luna, luna; Reyerta; San Gabriel; Muerte de Antoñito El Camborio; Preciosa y el aire; El romance de la pena negra son algunos de los poemas del libro publicado por Lorca en 1928 que se presentan en el espectáculo. El Romance sonámbulo, quizá una de las poesías del gran escritor español más analizadas por la crítica literaria, constituye uno de los momentos más sublimes de la puesta.

El Romance de la Guardia Civil española, que da cuenta de la persecución que sufrió el pueblo gitano, prepara el terreno para el final con Grito hacia Roma, uno de los poemas más desgarradores de la etapa surrealista de Poeta en Nueva York. La interpretación que hace Espert de esa denuncia al poder eclesiástico y político no sólo pone la piel de gallina al público, sino que también es el cierre perfecto para este acercamiento al universo lorquiano. Como bien dice la actriz, con él queda claro por qué la derecha más espuria y recalcitrante fusiló a Lorca e hizo desaparecer su cuerpo. Pero, como la memoria siempre es más fuerte, las palabras como puñales del poeta siguen gritando desde el fondo de la tierra y llenando el mundo.



Romancero gitano se presentó el 5, 6 y 7 de abril en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815 – CABA).

Ficha artístico-técnica

Intérprete: Nuria Espert

Sonido: Roc Mateu

Iluminación: Pascal Merat

Asistencia de dirección: Catalina Pretelt

Dirección: Lluís Pasqual

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