TEATRO: Reseña de «TRES»

Por Matías Vitali
Foto: Nacho Lunadei

Los viernes el teatro El Método Kairós ofrece la nueva pieza teatral del autor Pablo Bellocchio, dirigida por una debutante Antonela Scattolini que plantea su primer trabajo en la dirección como si en realidad no fuese el primero, además de dejar ver un talento prometedor que supera a lo que se refleja en la obra en cuestión. 

La sinopsis promocional nos advierte de una pareja, la de Mario y Belén, que le organiza sorpresivamente una cena a Danilo (hermano y cuñado de ellos respectivamente) para presentarle una chica, Paula. También nos prepara para que sospechemos de ese inocente encuentro. Dicha sorpresa se concreta y con creces. Acaso ese aspecto sea el mayor valor de la obra, el de aparentar una simple comedia de living, pero esconder en el fondo un verdadero drama sobre toxicidades vinculares, violencia machista y manipulaciones, entre otros temas. 

La primera parte de la obra es puro gag y comicidad. Se entretejen los vínculos y se prepara el terreno para que podamos luego ir complejizando a estos personajes que presentan una cara entre ellos, pero que le revelan otra lentamente al espectador.  En esta parte, el dinamismo de la puesta en escena favorece mucho al relato. El recurso del WhatsApp está excelentemente ejecutado por la Directora. 

En el inicio está Danilo, quien no para de manifestar sus obsesiones con su ex. Mientras tanto, la pareja, poco a poco y sutilmente, comenzará a exponer la dinámica de su vínculo. Aquí es donde ocurre algo importante con la obra, pues se nos muestran actitudes y comportamientos de la pareja que podrían parecer “normales”, pero que luego la misma historia se encargará de interpelar para que podamos cuestionarlas. 

Lo que sigue es la detonación de todos los conflictos, a partir de la aparición del personaje de Paula. Su mera presencia despierta la intriga del público, pues sabemos que algo no anda bien, pero se nos oculta durante un buen tiempo la verdad. 

La acción avanza con algunas situaciones que parecen detener el ritmo de la historia, pero que están plagadas de guiños, sutilezas y subtextos, que si son advertidos sostendrán el entretenimiento. 

Gastón Cocchiarale hace un estupendo trabajo y demuestra oficio deslizándose entre las escenas. Conquista la empatía del público con precisión. En ocasiones hace cierto abuso de un recurso para su composición (el de la risa) que se arriesga a agotarlo, pero sale ileso. Gastón lleva adelante muy bien el desafío y el compromiso de componer un personaje que parece simpático, pero que es desagradable. Pedro Risi compone a la perfección a Danilo, el cuñado traumatizado y afectado. Sostiene constantemente todas las formas de las que se vale para producir un efecto cómico y patético. El elenco femenino completa irremediablemente bien, con una labor destacada, delicada y llena de matices por parte de Mariana Blanco Vitorero. Lara Crespo logra, a pesar de necesitar mayor potencia vocal, construir con su Paula a una misteriosa y apática mujer lastimada, que intenta sanar sus heridas del pasado a través de la sororidad. Su hipnótica presencia escénica merece una mención aparte. 

La escena del flashback, al ser la única, resulta un poco intrusa en el relato. Pero está tan bien escrita, y mejor aun interpretada, que ese aspecto dramatúrgico termina siendo secundario. Aunque esa escena también instala un problema que tiene que ver con el mobiliario utilizado que no se reacomoda luego cuando la acción regresa al presente. Podría entenderse como una secuela o cicatriz abierta del pasado que invade al presente, pero, de nuevo, al suceder una única vez, no logra adquirir fuerza la metáfora mencionada. Es, por lo menos, llamativo. 

Con una ambientación que desde el inicio resulta prometedora y un correcto y atinado uso de luces, Pablo Calmet logra una perfecta armonía con el relato. El vestuario dialoga muy bien con el resto del planteo visual. Tal vez, desde el diseño sonoro, una mejor musicalización hubiera sido agradecida. La puesta hace un exacerbado uso del espacio, pero aquello aporta dinamismo, en contraposición de algunas escenas muy estáticas donde el living pareciera atrapar a los personajes.   

En resumen, la obra logra bucear exitosamente entre la forma de la comedia y la introspección del drama, pasando de un efecto a otro de manera fluida, sin abruptos ni forzados oscurecimientos. El siguiente es un cantado spoiler: la pieza se tornará cada vez más oscura, para desencadenar en ese final que dramatúrgicamente está creado con mucha inteligencia. Habrá un momento, y afortunadamente no se puede precisar cuándo, en el que el cuestionamiento sobre qué es lo que a uno le está produciendo risa comenzará a incomodar. Y está más que bien que eso suceda, ya que es hora de preguntarnos cómo queremos relacionarnos con nuestras parejas. Y esto, logrado a través de situaciones muy cómicas, es la verdadera y necesaria interpelación de esta obra. 

7 de 10

Todos los viernes a las 20.30 hs en el Método Kairós (El Salvador 4530, CABA)

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