Todo sobre mi madre
Por Marcelo Cafferata
Mucho se ha escrito sobre los mandatos familiares, la presión social, el instinto materno y los condicionamientos que existen por los modelos impuestos, alrededor de la maternidad, idea que, paradigmas que son permanentemente puestos en discusión a favor de encontrar nuevos modelos.
Cuando pareciera que la literatura, el cine o el teatro, ya habían dicho prácticamente todo lo que había para decir y que gran parte de estas cuestiones ya fueron abordadas y no surge nada ninguna reflexión novedosa, Laura Oliva logra como dramaturga de “EL RECURSO DE AMPARO”, una forma de poner en escena todos estos conceptos con un enfoque novedoso y creativo.
Lo hace a través de un proceso judicial a una madre a la que se acusa de haber enfermado de forma tal a una de sus hijas, llevándola a la muerte. Amparo (Mónica Raiola) es la típica madre que cualquier vecina del barrio diría que se desvivió por sus hijas, que se puso al hombro toda la crianza cuando su marido la dejó por una mujer más joven y que ha sido un verdadero modelo a seguir.
Obviamente, puertas adentro, sus hijas no piensan lo mismo: una de ellas Elizabeth (Magela Zanotta) ha fallecido y quien ha quedado viva, Ofelia (Laura Oliva) es la hermana que corre con el peso de querer “vengar” esa muerte, acusando a su madre de ser la culpable en toda esta historia.
Aquí es donde se dan cita los recuerdos de infancia, las marcas de todo lo vivido y de todo lo sufrido, que cada una de ellas reconstruirá por caminos diferentes. Elizabeth y Ofelia (nombre al que inclusive podemos emparentarle alguna carga shakesperiana) guardan una versión distinta de Amparo, por momento casi una versión opuesta con dos puntos de vista contrapuestos sobre la imagen de una misma madre. ¿Amparo es una madre abnegada y luchadora, una especie de santa, de mujer entregada a la maternidad que la convierte en un ser inimputable? ¿Deberían perdonarle todas sus imperfecciones y sus desaciertos, solo por el hecho de ser su madre? ¿Debería castigársela por todo lo que no ha podido hacer, por lo que no supo resolver? ¿La vara debiese ser más estricta por el hecho de que con su amor de madre debiese haber sido perfecta? ¿Cuánto del mandato de honrarás a tu madre se pone en juego en estos casos?
No solamente todo se desarrolla como un juicio en el escenario sino que además, el texto de Oliva tiene la habilidad de plantear disyuntivas y refutaciones, réplicas y contrariedades que se van instalando en la cabeza y en los sentimientos de cada espectador, donde frente al desarrollo de los hechos que se van desplegando, no es tan sencillo tomar partido. ¿Ángel o demonio?
Inclusive, hasta en el vínculo de las hermanas se produce una grieta que queda en evidencia cuando una de ellas dice “esta es tu batalla, no la mía” haciendo referencia a que los enfrentamientos personales con la figura de la madre que tienen en su intimidad cada una de ellas, pertenecen a su propia historia.
Entre todo lo transitado aparecerán situaciones que (casi) bordean la alienación parental, las hijas tomadas como herén en una separación y un maltrato que la propia madre justifica con su despecho y su abandono. Momentos de felicidad y complicidad entre las hermanas con anécdotas compartidas que se contraponen con algunos recuerdos dolorosos de los que no se pueden desprender.
La puesta en escena de Daulte (impecable, tal como nos tiene acostumbrados hasta ese sello de autor de incluir un pequeño número musical, “El show de la enfermedad”, dentro de la historia) potencia todos los disparadores del texto y trabaja justamente con una idea de juicio que nos permite contar con diversidad de miradas pero, al mismo tiempo, con distintos niveles que ya están estructurados desde la propia escenografía. Así, los personajes hablarán subidos al estrado, al nivel del piso, serán puestos como testigos o mirarán desde arriba con cierta superioridad.
Son también las actuaciones las que logran que esta puesta de “EL RECURSO DE AMPARO” crezca y conmueva. Aymará Abramovich se destaca en un desdoblamiento de personajes bien diferentes, tanto como Marcos Montes en una excelente composición del abogado defensor de la madre.
Mónica Raiola dota a su Amparo de una energía en escena tal, que con solo algunas miradas, un murmullo o un gesto casi imperceptible, llega rápidamente a la platea. Sus intervenciones son precisas, perfectas y se destaca en el mencionado cuadro musical con una sorpresa que conviene no adelantar.
Magela Zanotta y Laura Oliva logran la química y la complicidad necesaria para que ese vínculo entre hermanas, tan real como onírico, tan fantasmático como concreto, suene creíble. Ambas despliegan diferentes artificios para que aparezca en escena la angustia, el sufrimiento, los buenos momentos compartidos y la necesidad de drenar el dolor y sanar. Sanar, de eso se trata.
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Lunes a las 20.30 horas. Dumont 4040 – Santos Dumont 4040, CABA.