Por Mauro Busquet
Este joven, integrante de un cuarteto de flauta dulce, encuentra un arma escondida en algún lugar recóndito de su casa, y decide pegarse dos tiros, tratando así de escapar de esa depresión, ahogo, o de la misma nada en la que sucede su vida.
Pero Sobrevive.
El primer plano de la película es fijo y nos presenta a un joven bailando música electrónica, totalmente sumergido en otro mundo, su mundo. Desde este primer plano nos adentramos en esa realidad: un clima asfixiante, agobiante, del cual no podremos salir como tampoco lo harán los protagonistas del film.
Más tarde conoceremos a la madre y hermano, quienes viven esa misma vida, totalmente inexpresiva y vacía pero que no parece molestarles.
Se narra prácticamente toda la película con planos fijos, con una fotografía correcta, sin hacer mucho hincapié en el arte, con un ritmo de montaje que pasa desapercibido, probablemente todo esté relacionado con el mensaje que intenta transmitir la obra.
Durante el relato tenemos buenos pasajes de humor, con personajes que no esbozan ningún tipo de sonrisa o expresión, al parecer es el código en el que se manejan todos en el mundo creado por Rejtman, que seguramente es en el que muchos de nosotros vivimos, y no nos damos cuenta, o sí, pero no nos perturba y no hacemos nada para que suceda otra cosa, simplemente dejamos que la vida nos pase por delante.
Rejtman trata de mostrarnos un poco eso en esta película, que nos genera agobio, tedio y asfixia hasta el límite, incluso para salir de la sala del cine lo más rápido posible, y buscar el aire libre, dar una buena bocanada de oxígeno con polución de ciudad; y tener la posibilidad de tomar la decisión de salir de esa no vida, o por lo menos de pensarlo por un instante.
6 de 10