CINE: Reseña de «Cold War»

Por Guido Rusconi

Se acerca la temporada de premios y ya comienzan las especulaciones acerca de las películas que posiblemente serán nominadas a los principales galardones(culminando en los Oscar, a fines de Febrero). Una de las discusiones más tempranas sin embargo es la de la mejor película extranjera, la cual ya se inició el mes pasado cuando cada nación participante anunció su representante. En el caso de Polonia la elegida es Cold War, dirigida por Pawel Pawlikowski. Este director ya sabe lo que es ganar un premio de la Academia, ya que en 2015 se llevó la estatuilla por su película Ida (que venciera a la argentina Relatos salvajes).

Sin embargo, esto no es lo único que las dos cintas tienen en común. Con Ida, Pawlikowski parece haber encontrado su verdadera voz cinematográfica, y repite con éxito la fórmula en Cold war. Ambas son en blanco y negro y comparten una fotografía realmente prodigiosa. Cada encuadre está pensado minuciosamente y toda la película (que aprovecha su aspect ratio de 4:3 al máximo) es muy bella a la vista, como si se tratara de una pintura.

Cold war cuenta la historia de Wiktor y Zula, quienes se conocen cuando el primero está realizando un casting para un espectáculo musical y de danza folclórico. La película transcurre -como su nombre lo indica- durante la Guerra fría, a lo largo de quince años, entre 1949 y 1964. Veremos entonces la evolución de estos dos personajes y la relación que mantienen, constantemente interrumpida por distintas circunstancias, pero que trasciende el tiempo y las fronteras europeas. Sería sin embargo insuficiente decir que esta es simplemente una película romántica. Si bien el núcleo de la misma gira alrededor de una historia de amor, tiene muchos matices políticos y sociales que la hacen más compleja. En el trasfondo se encuentra el régimen estalinista en su máximo esplendor: Wiktor es el director del espectáculo musical que en un principio hace honor a los diversos pueblos y naciones soviéticas, pero que poco a poco se va tornando en una suerte de elogio grandilocuente a la gloria de su líder absoluto, gracias a la intervención de productores y funcionarios gubernamentales.

Polonia fue uno de los países más diezmados por la Segunda guerra mundial (esto se profundiza mucho más en Ida), y en esta historia se puede apreciar el intento de esta nación por reconstruirse a sí misma. Las locaciones muestran edificios derruidos, rutas desérticas y pueblos ultrajados de su dignidad por un hecho que está muy fresco en la memoria. Y a lo largo de los años que cubre la película, tanto Wiktor como Zula van perdiendo progresivamente su esencia soviética, al mismo tiempo que aquel amor que una vez los unió se va apagando del otro lado del muro.

Tal vez uno de los puntos débiles de Cold war es que no se detiene tanto en ciertos años y lugares, los cuales pasan muy rápido y no le da tiempo al espectador de asentarse en una nueva realidad, más cercana al jazz y la bohemia parisina que a las estatuas de Lenin y la camaradería comunista. La división que parte a Europa en dos partes hace mella en los protagonistas, que padecen la dicotomía de no poder estar juntos, al mismo tiempo que es lo único que desean.

Otro aspecto destacable es el hecho de que es una película que utiliza la música como carril por el cual se desplaza libremente. Cada época de la vida de estos personajes está representada por distintos estilos musicales que van adoptando. Esto también sirve para dar cuenta del fuerte componente nacionalista de los países del Europa del Este hacia mediados del siglo XX, ya que en las etapas donde la historia transcurre en Polonia, Yugoslavia o Rusia, todo lo que se oye son canciones pertenecientes a la cultura y folclore soviético, mientras que en el lado occidental se adaptan a los ritmos y sonidos provenientes de otros países como Estados Unidos (podría decirse que Wiktor se vende al otro bando a través de la música).

¿Podrá entonces Pawlikowski repetir la hazaña de 2015 y alzarse con el Oscar a mejor pelicula extranjera? Es difícil vaticinarlo, pero no sería raro ver a Cold war al menos entre los cinco nominados a este galardón, ya que una película filmada de manera tan magistral es casi imposible de ignorar, por más sencilla que parezca su trama. El blanco y negro transmite una sensación de nostalgia y apego al cine de los años cincuenta que seguramente no pasará desapercibida.

8.5 de 10

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