CINE: Reseña de «First Reformed» de Paul Schrader

Por Guido Rusconi

La productora neoyorquina A24 ha demostrado cada año desde su creación en 2012 un gusto y un criterio casi infalible en las películas que elige dar luz verde, las cuales si bien no son éxitos de taquilla, en su mayoría son aclamdas por la crítica y premiadas en los principales festivales internacionales (incluso en los Oscar, donde Moonlight ganó el premio a Mejor Película).

De la pluma y la dirección de Paul Schrader nos llega este año First Reformed. Pese a que Schrader es más conocido por su trabajo con Martin Scorsese, al escribir clásicos como Taxi Driver y Raging Bull, también sabe desempeñarse con gran solvencia detrás de la cámara. Su último trabajo nos cuenta la historia del Padre Toller, interpretado por Ethan Hawke, el reverendo de una iglesia turística llamada Primera Reforma, ubicada en una pequeña ciudad del estado de Nueva York. Con el aniversario 250 de la parroquia como contexto, la aparentemente tranquila vida del Padre Toller se verá afectada cuando empiece a relacionarse con Mary (Amanda Seyfried) y su esposo Michael, quien es un acérrimo activista ecológico y está pasando por una fuerte crisis, ya que están por tener un hijo que él no desea que nazca en un mundo tan contaminado (de manera literal y metafórica) como este.

Habiendo visto algunas películas escritas por Schrader en el pasado, era de esperar que First Reformed no fuese un film ameno y sencillo de asimilar. El tópico de la polución excesiva de nuestro planeta se presenta tal vez de manera algo superficial, ya que no es el tema principal, y en este aspecto la historia tiene muchas aristas. La relación del ser humano con aquello que considera superior, la culpa, como lidiar con una pérdida y la propia relación con nuestro cuerpo de carne y hueso son apenas algunas de las cosas sobre las que la película refelexiona y pone el foco. Puede incluso considerarse que Schrader propone una alegoría que extrapola el cuidado de la salud del protagonista al cuidado del medio ambiente por parte de los habitantes del planeta Tierra. Todo esto, además, está teñido por el contraste entre la diminuta y pintoresca parroquia de la Primera Reforma (que casi no tiene fieles) con la corporativa y opulente iglesia que la financia y mantiene, que en muchas ocasiones es presentada más como una empresa que como un templo. La pregunta de cuál es la manera más correcta de acercarse a la palabra de Dios también será central en el desarrollo de la trama, aunque la respuesta posiblemente nunca sea hallada.

Visualmente, por momentos es imponente, algo hipnotizante incluso. Hasta el espectador más casual notará que cada toma de las casi dos horas de duración es filmada con una cámara fija, la cual se mueve solamente en dos o tres escenas. La permanente quietud de la imagen y su falta de dinamismo transmiten una sensación de encierro y rigidez, que atrapa desde el minuto cero. La cinematografía (la cual es deudora del clásico de Ingmar Bergman Winter Light) va in crescendo en cuanto a su oscuridad, lo que también sucede con la historia. Espacios abiertos e iluminados por la luz del día van trocando en lugares cerrados con tonalidades lúgubres, cambio que bien puede representar el arco que el personaje del Padre Toller recorre a través de la película.

La actuación de Ethan Hawke es digna de mencionar no porque sea buena en sí (eso no sería de extrañar), sino porque se despega de lo que el actor oriundo de Texas nos tiene acostumbrados. El Padre Toller es un personaje mucho más reservado y taciturno que otros que ha encarnado en el pasado, que exudan confianza y permiten que Hawke logre explayar su carisma natural. En este caso, los evidentes conflictos interiores del reverendo hacen que su personalidad resulte mucho más hermética y difícil de acceder, tanto para los demás personajes como para los espectadores.

Más allá de algunos detalles, como la música un tanto elusiva y no siempre estando a tono con lo que sucede en pantalla, o un final que promete más de lo que termina cumpliendo, First reformed se erige probablemente como una de las mejores películas estrenadas en lo que va del año. Tiene la profundidad necesaria para llevar a la reflexión y al mismo tiempo que en ningún momento detiene su marcha, dándonos golpe tras golpe, los cuales recibimos y soportamos como una especie de vía crucis que debemos atravesar para llegar a un desenlace que requiere -para el Padre Toller- sacrificar tanto sus planes como sus ideales.

Calificación: 8.5 de 10

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