Crítica: C.A.B.A.

2/5/17

Por Ailín Escolá

Entramos en el IMPA, la fábrica recuperada, y nos guían hacia el segundo piso donde se desarrollará C.A.B.A. Se comienza a sentir ese cosquilleo, especie de miedo, que producen las grandes capitales para el que llega por primera vez.

A través de distintas escenas con mezclas audiovisuales, nos va metiendo en nuestra Buenos Aires querida. Una Buenos Aires que te lleva por delante, te atropella. Te hace festejar y sonreír con partidos de fútbol, mientras que también te lleva por los lugares más oscuros. Represiones, desapariciones, tortura y muerte que todos vivimos, y sin embargo «nadie vió nada».

Pone en evidencia todo ese ritmo demencial de la ciudad con un dejo melancólico de algún viejo tango.
Si bien por momentos expone al expectador frente a sus miedos y sus miserias, lo cuida por completo.
En C.A.B.A no se va a «ver» teatro, se va a sentir el teatro, la compañía del T.S.O. hace que el teatro te atraviese. Te hace partícipe de la escena cotidiana que pasivamente dejamos transcurrir.

Una compañía teatral que apuesta, pone el cuerpo, se anima y gana. Con una entrega entera del gran elenco de actrices y actores. La puesta en escena se despliega por todo el espacio haciéndonos parte de la escenografía. La iluminación es precisa con todos los climas que genera la obra. Los relatos audiovisuales van en paralelo o hasta se superponen y enmarcan el desborde de energía que transmiten las escenas.

Una obra imperdible, que no se puede dejar pasar, así como el tiempo en la ciudad… Por fin una obra distinta. Una obra que no responde a los cánones establecidos. Pero no es rebelde por que sí, saben bien lo que están haciendo y es justamente lo que le esta haciendo falta al arte, transmitir, expresar, atravesar, dejar pensando al otro, emocionar…
Por fin una obra que me hizo SENTIR.


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