Crítica: KÓBLIC

17/4/16

Por Ezequiel Tozzi

El director Sebastián Borensztein regresa con otra joyita del cine argentino, después de cinco años de su grandioso filme “Un Cuento Chino”. Esta historia, que contiene muchos elementos del western, fue elaborada junto al guionista Alejandro Ocon y se sitúa en la última dictadura militar que asoló al país.

Tomás Kóblic (Ricardo Darín) es un piloto de la Armada que después de participar de uno de los célebres «vuelos de la muerte», decide desertar y huye a un pueblo del interior llamado Colonia Santa Elena. Allí espera pasar desapercibido hasta decidir qué hacer con su futuro, pero el corrupto comisario Velarde se obsesiona con descubrir qué hace ese porteño en sus dominios.

Durante su estadía en el pueblo, Kóblic se enamora de Nancy, interpretada genialmente por la española  Inma Cuesta que no deja ver ni rastro de su acento castizo. La impresionante caracterización de Oscar Martínez como el comisario Velarde también es de lo más destacable y apenas se lo puede dilucidar detrás de ese peluquín, dentadura postiza y una tonada verdaderamente pueblerina.

Darín como siempre es impecable en su interpretación, pero también eso forma parte del argumento de quienes critican que “Darín siempre hace de Darín”. Aquí se repite la fórmula de sus personajes sombríos, pensativos y, hasta me arriesgo a decir, frustrados.

Desde lo técnico, las tomas aéreas son exquisitas y el director y guionista logran crear un emotivo clima referencial, pero sin apelar a los típicos elementos testimoniales de la época. La oscura escena que recrea un «vuelo de la muerte» es impactante desde lo contextual y genera una desesperación tan grande que dan ganas de saltar de la butaca.

Sin duda, este filme junto a “Al final del túnel” de Rodrigo Grande (protagonizada por Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri), se convertirán en las más vistas de la temporada y con justo merecimiento.

9 de 10

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