Crítica: LA CONSPIRACIÓN

Por Arturo LeBranca

Es probable que todos, alguna vez, sintiéramos que el mundo está en nuestra contra. Cada paso que damos despierta una situación que nos trae un recuerdo y todo se convierte en un peso emocional difícil de manejar.

Julia (Valeria Ariosto) vive diferentes situaciones que traen el recuerdo de su ex pareja Pablo. Un noviazgo de pocos meses convierte a unos personajes en el recuerdo constante de su media naranja. Julia tendrá que vencer el pasado pero el exterior no colaborará para que eso suceda.

Matias Vitali presenta una historia con personajes grotescos que navegan por un mundo absurdo y agobian la vida de Julia. Las situaciones son disparatadas y exacerban los vínculos a un punto donde todo es increíble. La puesta en escena es funcionalidad a la hora de contar la historia.

Los aciertos interpretativos están en manos de los hombres. Alejandro Souto compone un cartero longevo que invade la vida de Julia. Su recorrido escénico es genuino. Facundo Leiva interpreta una cosmetóloga excéntrica con un gran despliegue gesticular. Vitali asume el rol de un psicólogo con una pisada fuerte en el escenario que despierta las carcajadas de los espectadores.

La Conspiración es un relato donde la exageración es el leit motiv. La obra trae humor en la agonía de un personaje que no encuentra paz y el mundo, de verdad, está en su contra.

6 de 10


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