Crítica: OKJA

30/6/17

Por Fer Casals

Okja es una parábola sobre una adorable bestia genéticamente modificada con una fuerte connotación anticapitalista. La película de Bong Joon-Ho representa a la vez una síntesis y una mejora – en escala y calidad – de sus esfuerzos recientes, confirmándolo como uno de los mejores artesanos contemporáneos de películas que buscan taquilla pero son inteligentes y ambiciosas en sus tópicos.

Pocos directores están haciendo películas como Bong, el maestro surcoreano combina conceptos barrocos, imágenes épicas, y un sentido del humor que puede hacerte reír en medio de los hechos más oscuros. «Memories of Murder» (2003) fue una película de detectives; «The Host» (2006) una de «Godzilla» con un giro hacia la parodia política y «Snowpiercer» una violenta alegoría sobre la desigualdad, todas con el pulso puesto en el humor, el comentario y el riesgo.

Okja está ambientado en un futuro-presente donde una multinacional agroquímica ha diseñado de manera encubierta una nueva raza de súpercerdos aparentemente para resolver los problemas del hambre del mundo, pero realmente sólo para vender carne barata. Como los alimentos transgénicos llevan un estigma, la empresa miente sobre la procedencia de los súpercerdos, alegando que fueron descubiertos en una granja chilena.

Para desviar la atención del público, la insufrible directora ejecutiva de la compañía, Lucy Mirando (la siempre genial Tilda Swinton), lanza una campaña de promoción masiva en la que los agricultores de todo el mundo competirán en la cría del mayor super cerdo en un período de diez años.

En algún lugar de Corea uno de esos agricultores y su nieta, la pre-adolescente Mija (Ahn Seo-hyun) viven con su súpercerdo, Okja. Hecho de un convincente CGI, Okja es una mezcla de hipopótamo, elefante y perro de gran tamaño que actúa como un cachorro y está dotado de inteligencia y facultades emotivas. En un primer acto que remite directamente al Miyazaki de Mi Vecino Totoro, Bong retrata con maestría el vínculo amoroso entre Mija y Okja casi sin diálogos.

El Animal Liberation Front, un grupo eco-terrorista dirigido por Jay (Paul Dano), primero engaña y luego une fuerzas con Mija, diseñando un elaborado plan para rescatar a Okja y simultáneamente exponer las prácticas nefastas de la empresa.

Sorprendentemente, Okja nunca cae bajo el peso de su propia trama, que crece en ambición a cada paso. Ni siquiera la sobreactuación de Jake Gyllenhaal como un presentador de TV nos quita la atención del núcleo emocional del film que no tiene un momento aburrido en sus dos horas de duración. Los set pieces son absolutamente fenomenales, en particular la escena de persecución extendida a través de las calles de Seúl que involucra camiones, un batallón de policías, un centro comercial subterráneo lleno de gente, todo rigurosamente orquestado. 

Impresionante es también la gama de emociones que la película genera. No sólo por la misión de Mija, y una escena hacia el final que recuerda a La Lista de Schindler (una de muchas referencias cinéfilas, la más obvia: E.T.), Bong y su co-escritor, Jon Ronson, también saben satirizar tanto a la corporación, convirtiéndola en una hilarante amalgama de todos los males del capitalismo, como a la Animal Liberation Front y su credo de terrorismo no violento.

En cuanto al mensaje anticapitalista dependerá del espectador decidir si debe tomarlo o dejarlo teniendo en cuenta que la película la produce Netflix y está llena de productos Apple. El otro mensaje, el del amor por los animales tiene una escenificación más genuina y el paralelo con la industria ganadera es obvia, los súpercerdos mueren de manera cruel con las mismas mecánicas que las vacas. Pero más allá de los mensajes Okja es irreprochable como pieza de entretenimiento de alto valor cinematográfico.

9 de 10


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