Gastón Cocchiarale: «Gasto casi todo el dinero que gano en ver teatro»

3/10/16

Por Paola Jarast

Este joven actor en franco ascenso conversó con nosotros acerca de la multiplicidad de proyectos que hoy lo ocupan. La concreción del sueño de trabajar junto a Guillermo Francella -a quien hoy cuenta entre sus afectos- y la reafirmación del amor por su profesión.

Con El clan has comentado que cumpliste el sueño de trabajar junto a Guillermo Francella…

gas7Fue algo que siempre soñé, pero nunca pensé que se haría realidad a tan corta edad. El clan se filmó cuando yo tenía 22. Tengo un representante, Tommy Pashkus, y un amigo me contó que se estaba haciendo un casting para una película de Trapero con Francella.

Empecé a insistir con que quería ir a ese casting. Estuve así quince días llamando todos los días a mi representante. Un día me llama Tommy: “Hinchapelotas, tenés el casting. Tu personaje es Maguila Puccio”. Tuve que investigar el caso, que me pareció alucinante. El guión era espectacular. Tomaba el casting Pablo Trapero, lo cual me sorprendió porque en una megaproducción, el casting lo toma un asistente de dirección. “El casting lo vas a hacer con él”, me dice, y señala a un pibe que estaba ahí sentado, Peter Lanzani. Con Peter pegamos muy buena onda ya desde el casting. Nos pudimos conectar como hermanos y salió un muy lindo casting. Cuando terminó el casting, le di la mano a Trapero, lo miré a los ojos y le dije: “Quiero estar en esta película. Ojalá me cumplas ese sueño”. El pibe se rió como diciendo “Está loco este muchacho”.

Javier Braier me dijo que la cosa se definiría en tres días, que me avisarían por sí o por no. El miércoles, dos días después, estaba manejando y me llama mi representante. Me dice que estacione. “Te felicito, quedaste”. Me emocioné. Hice cadena nacional por Whatsapp con todo el mundo. Al día siguiente tenía el primer ensayo. Prueba de cámara con Francella y Peter, que también había quedado ese día. Nos conocimos con Guillermo, que es un tipo divino. Me abrazó y me dijo: “Hola, hijo mío”. Yo estaba muy nervioso. Después me aflojé y al día de hoy tenemos re buena onda. Cuando no quedo en un casting, lo llamo a él y me da consejos. Yo a los 12 años lo fui a ver al teatro, en ese momento era muy tímido. Esta charla no la podría tener ni en pedo. Quería decirle que mi sueño era ser actor y actuar con él, y como no me animaba, le escribí una carta y se la dejé.

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¿Cómo hiciste para ponerte en la piel de un personaje tan poco querible?

Para mí, todos los personajes tienen un costado de humanidad. Yo como ciudadano, creo que no está bien lo que pasó. Pero como actor no puedo pensar eso. Creo que el tema del actor es poder desbloquear cosas, y que cualquiera puede ser un gran actor. Uno está contando un cuento. Nos costó a todos, a Francella, a Peter, a mí. En mi caso, jugué a ser el hermano no exitoso. El exitoso era Alejandro: jugador de los Pumas, se ganaba a todas las minas, flaco, buen mozo. Yo era el hermanito un poco gordito que no triunfó en rugby. Le voy a demostrar a mi viejo “Yo puedo”, pensé.

¿Tuviste ayuda de algún coach para preparar a Maguila?

Me ayudó mi maestro Lizardo Laphitz. Tuvimos varias reuniones, tomamos café, hablamos del personaje. Un hijo de puta no es solo eso. Por ejemplo, Tony Soprano, será un hijo de puta pero a la vez es un tipo que se conmueve porque hay un pato en el agua que no puede nadar. Pablo nos ayudó muchísimo. Nos dio libros de muchos periodistas de la época para mostrarnos bien de qué trataba el caso internamente. Nos hizo escuchar audios de jueces, de amigos, de conocidos del club. Trapero es un obsesivo, un artista.

Con Peter lo jodíamos. Nos sentábamos a comer, y vos veía que el tipo estaba pensando qué tenía que hacer, y no hablaba, y con Peter le decíamos: “Comamos ahora” (risas). Con Peter fuimos al gimnasio un mes los dos de lunes a sábados, y ahí generamos un vínculo. Al día de hoy seguimos siendo amigos. Peter tenía que aumentar de peso, y yo bajar de peso, y generar la musculatura de un rugbier. A la tarde nos juntábamos con Pablo a tomar café y a ver archivos. Fue un lujo trabajar con Pablo. Hay una anécdota que lo pinta de pies a cabeza. Un día estábamos haciendo una escena en la cárcel, que fue un set que se construyó en realidad. La cárcel estaba espectacular, pero Pablo llegó, la vio, y dijo: “Está muy buena, pero le hace falta mugre”. Pablo Trapero, teniendo diez personas detrás a quienes mandar a hacer cosas, fue él mismo a buscar un tacho de basura de la calle y empezó a revolver él con sus manos. Estaba dejando la vida el tipo ahí.

En un tono totalmente opuesto, trabajaste en otra superproducción, Permitidos, junto a Ariel Winograd.

Winograd, otro gran director, conoce el género de la comedia como la palma de su mano. Por lo general, a uno la industria misma termina encasillándolo, pero vengo tocando diferentes piolines. Al mismo Francella le ha costado un montón hacer otras cosas que no fueran comedia. Winograd es muy conocedor del género, del gag, y sabe muy bien cómo exprimir a cada actor. La película es muy coral. El personaje de Benjamín Vicuña me pareció desopilante. Lali está muy bien. Un montón de amigos fueron a ver la película con prejuicios, y a la salida me decían “¡Está extraordinaria la piba!” Lo mismo pasó con Peter en El clan. Muchos amigos decían: “¿Peter Lanzani para ese papel? Y salían dados vuelta, lo cual para mí es un orgullo. Y Piroyansky…todos sabemos lo que es Martín. Otro conocedor de la comedia estupendo. A mí la comedia me vuelve loco. Me divierte mucho hacerla.

Actualmente tengo entendido que estás dirigiendo tu primer espectáculo, Digan whisky, en el Teatro Kairós.

gas3Tenía muchas ganas de escribir y dirigir. En 2014, produje Tute Cabrero, además de actuarla. Este año volvimos con Tute por 8 funciones al Teatro Border. Me gustó mucho tener el dominio del espectáculo. Promocionarlo, venderlo, cómo atraer público. Empecé a escribir Digan Whisky, pero no me llevé bien con la soledad del escritor. Entonces armé un laboratorio teatral con actores que elegí, entre ellos, Tamara, mi novia, y compañeros de la escuela de Alezzo. Nos juntamos una o dos veces por semana a lo largo de un año e íbamos haciendo improvisaciones. Empezaron a aparecer vínculos, personajes, textos, conflictos, líneas de acción. Y en base a eso empecé a escribir. Hoy soy otro actor. Uno cuando actúa y después dirige se da cuenta de un montón de cosas que hacemos los actores. Te da una apertura actoral que después es capital propio. Estrenar es otro ciclo, pero implica seguir laburando. Yo tengo la manía de llegar al teatro con una lista y decir qué cosas no me gustaron de la función.

¿Y cómo está resultándote la autogestión?

tute-cabreroMe parece un camino difícil. Muy satisfactorio. El otro día, hablando con amigos nos preguntábamos para qué hacemos esto… ¡Si la pasamos mal! Andamos persiguiendo gente para que venga al teatro, llorando porque estamos dos días y tenemos 30 reservas en vez de 80. Hay un montón de sufrimiento. Hoy para mí tener la sala llena es un golazo. Difícil por la cantidad de espectáculos que está abarcando la cartelera porteña. Inevitablemente, si tu obra no funciona demasiado bien, terminás actuando dos o tres meses para familiares y amigos, lo cual para mí no es el objetivo del teatro.

¿Consumís mucho teatro?
Muchísimo. Gasto casi todo el dinero que gano en ver teatro. Me parece que es otra forma de aprender.

¿Has visto algo que recomiendes?

Clara, La Sala Roja y Como si pasara un tren me gustaron mucho. Terrenal me pareció extraordinaria. El amor es un bien me encantó. Consumo muchísimo: de amigos, no amigos, comercial, oficial, independiente; no discrimino. Soy un apasionado. Me encanta ver, hacer, consumir. El teatro me vuelve loco.

¿Y el cine?

Consumo bastante. Afortunadamente, estos últimos años solo voy a ver cine argentino. Me parece una forma linda de apoyar. Y además realmente me gusta mucho lo que veo. Prefiero pagar para ver una película nuestra, que culturalmente me genera algo más cercano que una comedia yanqui. Kóblic, El ciudadano ilustre, me gustaron mucho. Inseparables me pareció extraordinaria. Permitidos metió casi 400.000 personas. Son números que antes no existían. Me pone muy contento, porque genera laburo para nosotros también. No es solamente para apoyar y hacerme el patriota; realmente me gusta. Voy a usar la palabra “hollywoodense”, pero no en el mal sentido. Se está haciendo cine en pos de que al público le guste.

¿Cómo te gustaría que siga tu carrera?

Me gustan mucho el cine y el teatro. La televisión es un medio que me cuesta por los tiempos que tiene. Hace poquito hice una participación en una novela infanto-juvenil que va a salir que se llama Divina, con Laura Esquivel. Fue la primera vez que hice televisión, y me asusté un poquito porque tiene tiempos muy rápidos. También me malacostumbré un poco; arranqué con Trapero, que filma 24 tomas de una escena. Por eso los grandes actores tratan de evitar la tele: Sbaraglia, Francella, hicieron tele, y después de que se hicieron un nombre, se alejaron.

Es un medio que no te permite laburar muy bien como actor. Es todo muy a los palos, y me gustan otros tiempos. Televisión me encanta cuando es un unitario, que tiene tiempos más cinematográficos. Y el teatro y el cine me fascinan. Ahora filmo una película de terror con Gonzalo Calzada, director de Resurrección, que fue la película de terror más taquillera a nivel nacional. Me siento un afortunado por poder vivir de esto que es el gran desafío de todo actor. Después de El clan, todos me decían: “Ya llegaste”, y nada que ver.

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También conllevó un sufrimiento, porque uno llega a un lugar tan lindo, que después no se quiere bajar de ahí. Querés seguir laburando, filmando, aunque sea en películas de menor envergadura. Después de El clan, estuve cinco o seis meses sin filmar, sin hacer nada, sin ganar un sope. Y fue duro. Para colmo, la industria que tenemos nosotros acá en Argentina es muy reducida. Hice dos castings importantes después de El clan, para El marginal y para Signos. Me fue muy bien en los dos. Y a la semana, el mismo día, con minutos de diferencia, me avisaron que en ninguno de los dos había quedado. Y fue un golpe terrible. Ahí acudí a mi psicólogo personal Guillermo Francella (risas). Y charlando con él me di cuenta de que el sufrimiento acompaña al actor toda la vida. Es algo que uno se tiene que acostumbrar a transitar. Por supuesto, se va si uno llega a ser Guillermo Francella, pero si no tenés ese nombre, te tenés que acostumbrar a que es una mochila que uno tiene que cargar. Te tenés que acostumbrar a convivir con tu ego, con tu vida económica cuando no estás trabajando. Entonces este año decidí llenarme de proyectos. Volví a entrenar con Lisardo Laphitz, un par de meses, y ahora volvió el laburo.

El trabajo llama al trabajo. Ir al teatro, más allá de que es un gusto, lo hago para mantenerme activo de cabeza, para conocer actores, puestas, directores. Tenemos un semillero, y buen teatro. No entiendo a los estudiantes de teatro que no van a ver teatro.

pingpong
¿Un libro? Demian, de Herman Hesse.
¿Dentro de qué película quisieras vivir? Las de Woody Allen.
¿Un político argentino? Don Arturo Illia.
¿Un director extranjero? Woody Allen.

Una película es… Un viaje mágico.
¿Un dibujo animado de la infancia? Dragon Ball Z.
¿Qué celebridad te gustaría ser por un día? Al Pacino.
¿Un miedo? A la muerte.
Si se detiene el tiempo por 2 horas, y solo vos estás en movimiento, el resto, congelado… ¿qué hacés? Le soy fiel al deseo de mi niño interior: entrar a los supermercados a robar toda la comida rica.
¿La mejor serie de todos los tiempos? Breaking Bad. Y me permito sumar a Los Sopranos.
Hasta el momento… ¿cuál es la película del año? El ciudadano ilustre.

¿Una META? Poder seguir dedicándome a este oficio hasta que me muera.

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